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  • El hombre lobo o lobizón de Mercedes

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 13/10/2024 16:36

    Como todos los cementerios el de Mercedes mete miedo, el respeto y temor a los muertos van de la mano con la existencia humana desde hace cincuenta mil años, desde el Hominis Neardental, el Hominis Erectus y su conclusión Hominis Sapiens (que somos nosotros) los ritos funerarios acompañarán su andar por estas tierras. Hoy los restos hallados en África, en Asia y Europa demuestran que, a pesar de sus naturales enfrentamientos, luchas y rivalidades, aprendieron a convivir, incluyendo la mestización o mezcla de tipologías, por lo que hoy cada uno de nosotros llevamos una porción en nuestro ADN de cada uno de ellos. Se ha demostrado que tenían rituales con sus muertos, enterratorios, cremaciones, etc. De la mano de esta introducción llegamos a la ciudad de Mercedes, que para ser ciudad tuvo que enterrar a sus primeros muertos, sin ellos no existe raíz que soporte la historia de un pueblo. Las antiguas tumbas originarias del enterratorio se perdieron en las brumas del tiempo; por estudios recientes de excelentes investigadores podemos saber que la datación comienza en el siglo XIX en su actual emplazamiento. Dicho esto, entremos al tema que nos ocupa, en realidad se trata de una incógnita que merece dos respuestas, la primera, la científica histórica que le corresponde a otros, la segunda, los dimes y diretes de personas que recibieron el legado transmitido en los fogones del campo o en las reuniones familiares por generaciones, a nosotros. Dicen, nosotros repetimos, que este hombre enterrado en el cementerio de Mercedes, de igual nombre, en la zona antigua de tumbas, siglo XIX y comienzo del XX en el nicho municipal, cerca de la cruz mayor, fue un hombre lobo, usualmente llamado el lobizón de nuestras tierras. El muerto tiene una placa que lo recuerda, sin fecha de nacimiento ni fecha de su muerte, quien se la dedicó fue un hombre ilustrado, evidentemente porque hizo escribir en latín su estela funeraria, lengua culta o de los clérigos, que dice y copiamos: “Per la trare canes impavidum ambula et moritur martyre in populo turbidus per homini lupus”. Era agricultor, así denominaban hasta hace poco a los que realizaban esas tareas en el campo, la traducción que transcribimos significa: “Por haber ambulado entre las calles, murió mártir mordido por un perro, convertido en hombre lobo”. Llamativa también es la cruz de la laude, se parece a las cruces protestantes y la inscripción se halla en un nicho esculpido en el mármol en forma de urna con artísticas patas. Otra traducción menos beneficiosa para el muerto afirma que la lápida en latín se traduce: “Que al caminar por las calles sin miedo, en donde los perros ladraban murió mártir y convertido en hombre lobo…”, agrega que es difícil traducir el latín por ser lengua muerta. Este testigo sigue afirmando que muchos adultos recuerdan que en Mercedes había un vecino que era lobizón y que la maldición sigue hasta el día de hoy… Según la iglesia, cuando alguien tenía una “maldición” fallecía, era una costumbre antigua que su lápida fuera escrita en latín considerada lengua santa, para así frenar que se esparza…”. De ello se colige que el hombre enterrado en el lugar generara en la localidad todo tipo de comentarios, entre los que se cuentan que su enterratorio fue hecho con los ritos exorcistas exigibles, estaca o puñal de plata en su corazón, lápida bendecida en el Vaticano, círculo de agua bendita alrededor del sepulcro por si se le ocurriera volver a las calles. Algunos afirman incluso que los sacerdotes católicos que deberían estar en Mercedes recibieron el encargo de la superioridad, de tiempo en tiempo, realizar el círculo bendito según las creencias cristianas, para evitar que el difunto vuelva a las suyas, aunque algunos merecen al menos una visita para recordarles ser mejores personas. Los visitantes de la necrópolis, algunos, sustentan que en los atardeceres, cuando el sol comienza a ocultarse hacia el oeste, escuchan ruidos como rugidos de un animal raro en la zona antigua de la tumba que mencionamos, lo que los obliga a partir con premura hacia la salida, no por miedo, por supuesto, solo precaución. Los serenos del cementerio, por si acaso, andan armados con las balas de plata, que un platero muy conocido de la localidad se encargó de forjar, a lo que agregan un cuchillo de plata, mango y hoja del mismo metal, por las dudas nomás dijo el paisano. Eso sí, queda claro patrón, expresó otro, el recorrido sin el sol nunca le toca a ese lugar, no hay que tentarle a la suerte. Los más supersticiosos aseveran que en noches de luna llena, cuando el cuerpo del difunto no se puede corporizar por las cadenas que le han puesto, la lápida bendecida del Vaticano, el puñal de plata y el agua bendita,su alma, espíritu o como se llame, se trueca en una nube oscura y tenebrosa, que recorre la zona husmeando tumbas antiguas, hasta se aventura a tumbas frescas como si oliera a carne fresca pues se agudizó su olfato, lanzando gemidos a la luna cómplice de sus andanzas, que para la ocasión suele ocultarse tras las nubes. Los científicos posiblemente no creerán en habladurías, pero es digno detallar que todo intento que se realizó de exhumar el cadáver siempre encontró peros e inconvenientes, por lo que no encuentran explicación alguna, teniendo en cuenta la antigüedad del sepelio, si tiene parientes no lo saben o se desconoce el paradero. Sin negar las creencias o postulaciones formuladas, es posible aventuramos sin rigor científico que el hombre haya sido mordido por un perro con rabia, lejos de la ciudad, quien llegó tarde a la vacuna salvadora de don Luis Pasteur, descubierta en 1850, apenas unos años antes de su fallecimiento. Como es lógico pensar, el hombre con espuma en la boca habrá causado un alboroto de proporciones por el miedo al contagio, de allí puede surgir la fuente del Hominis lupus. Son especulaciones, pero si visitamos el cementerio de Mercedes estamos absolutamente seguros que lo haremos bajo el sol, nada de presagios de lluvia o nubarrones, nunca cerca del atardecer, no es por miedo, sino para no molestar a los difuntos en su sueño eterno. Otra versión, más cercana a la realidad, nos muestra que la defunción de produjo en 1912 en Mercedes Corrientes, falleció asesinado de varios tiros, causando revuelo en la población, por ser redactor del Diario La Razón de Mercedes, tenía una pluma filosa que hería a muchos. La estela funeraria o lápida haría alusión a quien fue su asesino, denominándolo “hombre lobo” como encasillándolo como un ser despreciable. Era español, hijo de Carlos Goñi y Antonia Rivé, primero se radicaron en Córdoba Argentina y luego en Corrientes, su partida de defunción consigna argentino, era agrónomo. La traducción o interpretación de la lápida sería que un hombre lobo (instigador del asesinato) azuzó a unos perros vagabundos a matarlo, metafóricamente alude a personas desocupadas de mal vivir. Hemos puesto en el tapete las versiones que corren y están escritas, y una aproximación a la verdad histórica. No obstante el espíritu de Goñi Rivé o Ribe andará en sus andanzas buscando venganza contra los perpetradores del crimen y su descendencia, de allí las manifestaciones sobrenaturales del cementerio de Mercedes. Agradezco los datos a una persona de Mercedes, que no tiene absolutamente ninguna responsabilidad en la narración que efectuamos.

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