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  • Francisco Avendaño o “el concepto que ensucia las manos”

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 13/10/2024 16:35

    El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía. Poética “La obra debe bastarse por sí misma, uno le puede dar alguna ayuda conceptual pero realmente no importa lo que pueda decir respecto de lo hace. Creo que el poema vale por sí mismo. A mí la poesía me sirve para hablar de nuestra propia realidad existencial, de la muerte, de las razones misteriosas que mueven nuestro mundo, de la idea de Dios o no, hasta del porqué de la sociedad. Cuando uno lee a Octavio Paz hablando de la poesía está ante la sensación de lo poético más que ante un ensayo, esa sensación que hace que se desordene algo en el alma del lector, algún elemento que sirve para resonar en el otro”. (Fragmento de una entrevista realizada en la Radio de la Biblioteca del Congreso de la Nación) (el lenguaje de los restos) Siempre es agua, por mucho que la luz se manche en los charcos, la lluvia detenida bulle en renacuajos y el día es el brillo en las botellas rotas. Aquí el concepto ensucia las manos. Flores de nylon que el viento enredó en las ramas, pañales y forros, envases, diarios viejos. Mientras la tierra retrocede, crecen los márgenes. Mi ciudad sólo recuerda en los escombros, a pesar de libros y templos, no aprendimos otro modo. Aquí todo persiste sin palabra o sedimento. La imagen es el poema provisorio y el orden el lenguaje de los restos. La ciudad se estira hasta desbordarse, el límite es el ritmo con que crece y olvida la marea. (Usted está aquí) Una brasa paciente socava el abismo de un mortero. Yo, que la veo agotarse, estoy haciendo mi trabajo, imprimiendo mi huella en el lomo del mundo, arrugando la frente del rio con el peso de mis pasos. Soy apenas una línea que se enreda entre las raíces derrotadas, un temblor que sube por las hilachas del cauce y suelta peces telegráficos a la costa. Soy la otra mitad de este puente la que sólo puede prever los caminos que la asedian. Del árbol sé la sombra y el fruto y los panes dorados y el leño abatido, pero se me escapa la misteriosa dieta del clavel del aire, la rama en la que sucede el canto del pájaro, las estrellas encandiladas que traga el cielo de las ciudades. Tengo apenas un verbo balbuceante que abre los dedos en el magma de la noche y lanza un zarpazo a tientas sobre la corteza del agua, buscando el sitio en el que resplandece el hueso de mi corazón. Adentro del cuenco perfecto la luz se ha molido y con ella van mis ojos creciendo en un mantra de coyuyos aturdidos como un embudo de fuego exprimiendo el sol gota por gota. (3.600) Uyuni se fuga en las escamas de un pez interminable, vibra en el cuerpo seco de un flamenco cuando la muerte lentamente sucede sobre los hexágonos de luz y la bandada se desgrana en una pregunta. Primero naufragaron en la oscuridad, el agua les cosió los pasos y otra vez la sequía les llenó de silencio la mirada. Dicen que los cactus del salar son hombres condenados cáscaras del viento que guardan la palabra de Wiracocha, el ruido que los despertó a la vida. Dicen que levantaron unas islas con sólo permanecer aferrándose a la tierra. Aquí, lejos de todo, no existe el aquí, sólo el rumor de un nervio catódico que se desvanece. Flores de piedra como ofrendas del miedo, fantasmas de bórax que aun queman mis párpados Y la lúcida resignación de los derrotados, los que mueren ahí sedientos de paisaje ciegos por el clamor de la nada. Sobre este suelo cada sol es definitivo. El salar se ocupa de lamer el cielo para que la noche se ensanche. Poesía circular Sutil pero concreta Una pulsión que trepe por los dedos hasta tu lengua un malestar preciso constante Abolir de inmediato todo otro tipo de trance que la carne nos guarde ateridos que nos cierre la piel el horizonte las ideas suceden en cadena como violentos puntos de una línea un ansia cardinal nos divide el paisaje Yo lanzo mis flechas al cielo de esta noche y espero El día beberá de los pájaros abatidos Las palabras que desentierro no tienen fin tampoco origen la sed que las busca es parte del mecanismo. “La acción de la partícula individual no se puede predecir. Pero no ocurre lo mismo con respecto a la acción de la masa. Allí se puede predecir. Esto da al átomo individual su libertad, pero a la masa su necesidad.” Miels Bohr en conversación con Robert Frost (24,6) En la primera viñeta hay un enorme barco borracho sobre la noche de rosario, se llama dignidad pero en inglés y parece arrastrarse río abajo. Al frente unos silos de colores, adentro los estripers de federico klemm cambian tiernos besos de judas o cuelgan del aire como cristos acalambrados o caen en picada y no son ángeles. A unos metros el rastro del poema, paredes en código. VENI A SER BARDO dicen las postales de inchauspe, VENI A HACER BARDO dice el público en general. Bailamos el pogo del poeta asesino, ya lejos de su rama, antes de que la madurez se descomponga increpa a los jóvenes poetas, les tira su aburrimiento en la cara, los empuja hacia afuera con sus palabras de humo. Los poetas jóvenes no le responden contestar también aburre. En el próximo cuadro llueven poemas y la ciudad toda es una carámbano, el sol no sale hasta que lo nombran. Poemas histriónicos histéricos históricos Poemas ingenuos inexactos intrépidos Poemas con besos con hijos con drogas con rencores prolijos con café y con postre Dicen las paredes: Y SABER QUE EN ESTE MUNDO NO HAY NADIE A QUIEN ENVIARLE ESTE MENSAJE. El túnel hace gárgaras con los autos y repite una vocal largamente, preposiciones y copulaciones conjuntivas del poema. En el vértice de la página encuentro un níspero su sabor es la memoria de mi infancia. un árbol solitario. Frutos del cielo o de los pájaros que nunca más cayeron en mis manos de cinco años. Entre las calles del poema, en esta ciudad, he plantado un árbol, un algarrobo paciente que como yo sea un trozo de tierra nómade, una coma o el silencio del coma dentro del texto. En la última viñeta -PELIGRO BARRANCA- sentados en el suelo dos tipos vuelcan fana en una bolsa y respiran un aire pegajoso. El río está vacío. Les pregunto por el barco y me responden que desapareció en la madrugada como una ballena gateando por el Paraná.

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