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  • Un maestro recorrió 100 kilómetros en piragua en busca de alumnos para su escuela flotante

    Gualeguaychu » Reporte2820

    Fecha: 13/10/2024 15:50

    Aulas flotantes que van detrás de los chicos Una profesión heredada Sólo dos en su tipo en América Latina Construidas por ex alumnos y docente de la escuela Puerto Nuevo “Un sólo niño puede cambiar la realidad” En un rincón olvidado del departamento Gualeguay, donde los arroyos cuentan historias de resistencia y esperanza, un maestro desafió la adversidad. Diego Aubry, de 40 años, recorrió 100 kilómetros en piragua, atravesando paisajes que unos pocos conocen, para llegar hasta los niños isleros que enfrentan serias dificultades para acceder a la educación.Su travesía, que duró una semana, no solo fue un viaje físico, sino una misión de amor por la enseñanza y la igualdad de oportunidades. Al llegar, conversó con las familias y realizó un relevamiento, preparándose para abrir las puertas del conocimiento en un rancho grande, hogar de la abuela de sus nuevos alumnos.Con la escuela flotante Nº 70 "Crucero General Belgrano" en espera de mejores condiciones para navegar, Aubry se convierte en un faro de esperanza en una región donde el Estado a menudo parece ausente. Aquí, la historia de un hombre que no solo enseña, sino que también lucha por el derecho a aprender en un contexto impregnado de identidad y naturaleza entrerriana.Diego Aubry es maestro y desde hace siete años tiene a su cargo la escuela flotante N° 70 "Crucero General Belgrano". No es una escuela común, está construida con acero naval y justamente al ser flotante puede ser remolcada para formar parte de nuevos asentamientos, en caso de ser necesario y teniendo en cuenta la constante migración interna de los habitantes de las islas, por su actividad económica ligada al río.A mediados de año se quedaba sin alumnos y a su vez era consciente que en diferentes rincones de la provincia, en zona de islas, allí donde el Estado no muchas veces llega, había chicos con serias dificultades para ser escolarizados. Ni él ni su querida escuela flotante estaban en condiciones de esperar los tiempos de la burocracia, y mucho menos los estudiantes isleños, así que un día se decidió, compró una piragua, puso en ella lo indispensable para su viaje: mercadería, carpa y bolsa de dormir y partió desde Puerto Ruiz en Gualeguay, remontó Pavón hasta la boca del arroyo Los Hornillos y continuó su viaje hasta acercarse a su destino, más cerca del arroyo Las Lechiguanas.La travesía duró una semana, pero no estuvo sólo en su viaje. A su paso, los pobladores isleros se acercaban y le preguntaban que hacía por la zona. Al enterarse que era docente y el motivo de su viaje, lo invitaban a sus casas, compartían almuerzos e historias.“Hice un relevamiento en la parte de islas, en el departamento Gualeguay pero más cerca de Ramallo. Al llegar pasé varios días con los chicos y sus familias. Los que desde el lunes serán mis alumnos, estaban asistiendo a la escuela de Ramallo pero se les dificultaba un montón a sus padres porque ellos trabajan en el campo cuidando animales, y tenían que alquilar una casa en Ramallo para que los niños puedan asistir a la escuela y se les dificultaba no sólo económicamente, también por el tema de traslado para cumplir con sus obligaciones laborales. Ahora la escuela se trasladará allí”, contó Aubry.“Pensé que en tres días llegaba, pero para una embarcación a remo el viento es complicado, más de arribada. Remaba y remaba, y no avanzaba. El viaje me llevó una semana. Inicialmente tenía planeado hacer algunos cortes, pero por la bajante tuve que hacer toda la vuelta”, contó el entrevistado.Sus tres nuevos alumnos son Umma; de cuatro años, en jardín de infantes; Elena, de seis, que cursa primer grado; y Lautaro de 9, en cuarto. Por el momento el escuelita flotante no podrá ser trasladado por la bajante del río, pero entonces la abuela de los niños ofreció de manera provisoria su casa, para que puedan empezar lo antes posible.“Este lunes llevo materiales didácticos y mercadería para el comedor. Los chicos ya se encuentran ingresados en el sistema Sage y tengo la habilitación para dar clases. Todo esto surgió porque los chicos tienen que estar escolarizados. En esos lugares la única presencia del Estado es la escuela, y ellos no la tenían", precisó.“Me gusta la gente de la isla, son personas sencillas, muy respetuosas y serviciales. Es un lugar donde me siento cómodo. Me pasó que ni bien les avisé que estaba ingresando al arroyo Los Hornillos en la piragua, salieron a buscarme, llegaron familiares de otros lugares de la costa. Me recibieron y hospedaron en El Rancho El Primor, que tiene como diez habitaciones. Durante la creciente, el agua les llevó todo y unos pescadores deportivos amigos de Daniel Rodríguez, el dueño, ayudaron a levantarlo por completo. Él entonces los agasajó con una vaquilla con cuero, hubo una guitarreada. Fue un momento muy lindo”, relató Aubry.Diego es hijo de Alberto Aubry, reconocido docente rural hoy jubilado, que estuvo en muchas escuelas: en la Ricardo Güiraldes de Colonia Crespo, la Del Resero de Puente Carmona, muchas instituciones de los departamentos Federación y Villaguay, incluso fue docente de primaria de conscriptos durante el servicio militar.“Creo que mi padre tiene mucho que ver en mi relación con la docencia. Estudié de grande, a los 30 años, en el Instituto de Formación Docente de Maciá, extensión áulica de Gobernador Mansilla. Era carnicero, pero bueno, uno trae su historia, mi padre era docente, mi tío, mis primos, entonces yo siento que hay algo que se lleva en la sangre y que te genera esa vocación. Uno siempre está preocupado por la educación, y quiere poner un granito de arena, desde afuera o desde adentro, como un padre también”, dijo.Se emociona al hablar de su padre: “Quiero que él esté orgulloso de lo que soy y que sepa que, como todo hijo de docente, confío en la educación como un método para cambiar la vida y la historia de una persona”.Crucero General Belgrano fue un nombre puesto a la escuela por un sobreviviente del hundimiento de la embarcación en la Guerra de Malvinas. Se trata de Víctor Rodríguez, quien trabajaba en la departamental de Gualeguay y falleció hace dos años.“La nuestra es una de las dos existente en América Latina, en ese formato con compartimento estanco. Hay otras escuelas flotantes en zona de Isla del Ibicuy y en el departamento de Victoria, pero llevan pontones. Así en este formato, como barco, sólo son dos. Una está en el departamento Gualeguay y la otra en el departamento de Victoria”.Antes de recibirse, Diego ya tenía en vista la escuela. “Se lo decía a mis compañeras, a mis profesores… Esa es mi escuela. Al obtener mi título estuve trabajando quince días en una escuela de Gualeguay y entendí que no era lo que yo quería, eran otros tiempos, otras realidades, otra organización. Me dije: 'No es por acá, me voy al campo'".Agregó que "trabajé en muchas escuelas del distrito y en una institución de Punta del Monte, que es el pueblito más cerca que yo tengo allá de Islas. Hasta que salió la posibilidad de esta escuela, a la que reabrieron en 2017. Muchos docentes iban a verla, tomaban el cargo y renunciaban al otro día o veían el lugar y directamente desistían. Pero claro, todavía mi puntaje docente no era muy alto, aun así yo iba a todos los concursos, hasta que un día se me dio”. Hace siete años de aquel momento.Actualmente el edificio está sobre el río Victoria, cerca de la boca del río San Lorenzo, en un puesto que se llama Campamento, a la espera de ser trasladada. Según contó el docente, la estructura cuenta con un sistema de paneles solares con acumuladores. “La energía funciona con esas baterías. Lamentablemente tenemos el problema de que esas baterías necesitan ser reemplazadas, porque ya cumplieron su ciclo. Hay un expediente con el pedido de recambio que ya debería salir, porque sin esos acumuladores no funciona el sistema del filtrado de agua, ni tampoco se pueden cargar los dispositivos electrónicos y demás cuestiones necesarias para el desarrollo de las clases y la funcionalidad del edificio. Además, la estructura necesita mantenimiento, una mano de pintura especial, una rampa de ingreso y la reparación de una pantalla que se cayó durante una tormenta. Más allá del traslado, es necesario ponerla en condiciones, es urgente”, explicó el maestro.La escuela tiene un salón grande, un baño, pasillo, cocina y la habitación para el docente. “El traslado yo lo venía pidiendo con anticipación. Si bien ahora tengo tres alumnos, es una comunidad que está creciendo, hay muchos niños pequeños y muchas familias jóvenes. La escuela tiene mucho futuro ahí”, confió.Aubry estará tres semanas viviendo en la isla, y una semana al mes regresará a Gobernador Mansilla (departamento Tala) para realizar trámites y diligencias, además para compartir tiempo con Lucrecia, su compañera de vida y sus dos hijos, de 18 y 12 años.“Mi familia es lo más grande que existe. Todo lo que hago es porque tengo a mi lado una compañera que me sostiene y se hace cargo de todo cuando no puedo estar presente. Sin su esfuerzo, apoyo y acompañamiento nada de lo que hago sería posible. Y ahora también Lucrecia está estudiando para ser docente, así que en algún momento seremos colegas”, contó.Alejandro Jajich, quien en 2018 se desempeñaba como docente de la Escuela Nº 100 Puerto Nuevo de Paraná y dos ex estudiantes; Ivan Villanueva y Gabriel Luna, fueron quienes construyeron la escuela Nº 70 Crucero General Belgrano y su par, la escuela Nº 37 General José de San Martín, instalada en la isla El Pillo (departamento Victoria).Aubry es consciente que en esa zona tan inhóspita de la provincia, la única conexión con el Estado es la escuela y se prepara no sólo para dictar clases, sino también para colaborar con lo que sea necesario.La escuela cuenta con el Refuerzo Alimentario Nacional y el programa Comedores de la Provincia. “Ya pedí la ampliación del programa para que incrementen los montos. En general como se me dificultaba cocinar, lo que hacía era armar cajas con los comestibles, y entregarlas a las familias de los alumnos pero ahora, durante mi estadía en la isla, acordamos con Cristina, que es la abuela de mis alumnos, propietaria del rancho para el cursado de clases y además una cocinera espectacular, que será ella quien elabore los alimentos para los chicos”.La situación de las familias de la zona no es fácil, por eso el docente pide la colaboración de la sociedad. Se trata de una comunidad muy humilde y necesitan donaciones: colchones, frazadas, sábanas; ropa de bebé, niños y adultos, botas de goma, zapatillas números 22, 24, 30, 31, 35 y 38; alpargatas 35,36, 37, 38, 40, 41; zapatillas de adulto 36,37, 38 y 41; también platos, vasos, cubiertos, útiles escolares, guardapolvos, juguetes y materiales de construcción (chapas, tirantes, clavos, alambre de amarre y pintura).Además Aubry comentó que desde hace seis años debería estar cobrando el pago de la compensación por traslado fluvial que le corresponde, pero a pesar de los insistentes reclamos ante el área del Consejo de Educación de la que depende el mismo, no se ha hecho efectivo.“Creo que la educación es la igualdad de oportunidades. No digo que todos los chicos vayan a lograr terminar sus estudios primarios y secundarios, y continuar una carrera, pero debe existir la oportunidad, eso es Justicia. Así sean de una comunidad pequeña, si vos podés enseñarle a leer y escribir a una sola persona, esa sola persona va a colaborar en cambiar la comunidad en donde vive, Yo lo he visto, por eso defiendo eso muy fuertemente”, concluyó.

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