11/10/2024 13:13
11/10/2024 13:13
11/10/2024 13:13
11/10/2024 13:13
11/10/2024 13:12
11/10/2024 13:12
11/10/2024 13:12
11/10/2024 13:11
11/10/2024 13:11
11/10/2024 13:11
» Diario Cordoba
Fecha: 11/10/2024 09:17
«En esta casa hay una familia. En esta casa hay secretos. En esta casa hay actos inimaginables. En esta casa hay una... presencia», anuncia el tráiler de Presence, la película del cineasta Steven Soderbegh que ha inaugurado la 57ª edición del festival de Sitges. La cosa va de fantasmas, claro. Aunque, bien pensado, describe lo que ocurre tras las ventanas de una multitud de hogares. Hay familias, sí. Hay secretos, en la mayoría. Actos inimaginables, se me ocurren bastantes. Y presencias... por supuesto. Solo que no son ectoplasmas inoportunos. Son personas de carne y hueso, más mujeres que hombres, que dedican sus esfuerzos -a veces, hasta la extenuación- al acto (in)imaginable de cuidar a los demás. Un clarificador estudio de la Cámara de Comercio de Barcelona pone cifras al mundo de los cuidados familiares. De todos los datos, destaca el que define a la generación sándwich: la que aún cuida a los hijos y también debe cuidar a los padres. Solo en Cataluña, unas 60.000 personas se encuentran en esa tesitura. Más de la mitad, compaginan los cuidados con el mundo laboral. Las mujeres representan el 66%. El coste de ese múltiple esfuerzo también tiene cifras: el 64% está cansada, el 42%, deprimida y el 19% está en tratamiento médico. Si cobrasen por cuidar, el sueldo sería de 2.782 euros brutos al mes. Pero en los hogares pasan más actos (in)imaginables. La natalidad está cayendo a mínimos en la UE. En España, lleva cinco años en caída libre. El número de hijos por mujer en 2023 llegó al mínimo histórico -1,12-, la tasa más baja de la UE. La fecundidad desciende en todo el mundo y, además, las políticas de ayuda a la maternidad están agotando su efectividad. ¿Cuáles son las causas del descenso de la natalidad? A nivel global, el mayor acceso de la mujer a la educación, al trabajo y a métodos anticonceptivos. En España las encuestas apuntan a la inestabilidad económica, los problemas de conciliación y la dificultad para tener una pareja estable o que quiera hijos. En muchos casos, delatan una renuncia no deseada, forzada por las circunstancias. El sistema capitalista no se hubiera asentado sin la dedicación gratuita de las mujeres a la esfera privada de los cuidados. Solo la lucha de varias generaciones hizo posible su incursión en la esfera pública. Pero el camino hacia la igualdad se cobra renuncias demasiado trascendentales -la maternidad- y el aumento de la esperanza de vida añade retos colosales. Cuidar es un acto de amor, pero la nueva longevidad puede representar una amenaza en el camino de la igualdad. Además, qué casualidad, los crecientes discursos antifeministas de la ultraderecha rearman el papel tradicional de la mujer. Solo un compromiso social capaz de crear una sólida infraestructura comunitaria de servicios puede evitar que la esfera privada vuelva a engullir las mujeres. Ahora, además, en un hogar sin niños. No hace falta recurrir a películas de miedo para vislumbrar panoramas desoladores. n Suscríbete para seguir leyendo
Ver noticia original