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  • Una bomba con nitroglicerina y siete muertos: el misterio nunca resuelto del primer atentado contra un avión de pasajeros

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 10/10/2024 04:44

    El vuelo 23 de United Air Lines despegó de Newark, Nueva Jersey para realizar un trayecto con escalas con destino final en Oakland, California el 10 de octubre de 1933 “El condado de Porter experimentó su mayor tragedia aérea el martes por la noche cuando un gran avión bimotor de pasajeros de la United Air Lines, explotó en el aire a 1.000 pies de altura sobre la granja de James Smiley, fideicomisario del municipio de Jackson, a una milla y media al norte de Jackson Center, en el noreste del condado de Porter. llevando a siete personas a la muerte. La nave, que se dirigía de Nueva York a Chicago, y finalmente a Oakland, California, volando bajo una lluvia constante, cayó cuando una terrible explosión lo partió en dos y la lanzó a la tierra, como un cometa en llamas ante los ojos de docenas de personas horrorizadas que vivían en las cercanías, las primeras de las cuales en llegar a la escena fueron rechazadas por una pared de llamas mientras escuchaban los gritos de los moribundos en sus oídos”, describía la crónica titulada “Un avión gigante se estrella y mueren 7 personas” que publicó el diario local The Vidette-Messenger al día siguiente. El almanaque marcaba el martes 10 de octubre de 1933 y, al escribir esas líneas, el periodista Englebert Zimmerman ignoraba que se conservarían en el futuro como el único relato desde el lugar de los hechos del primer atentado contra un avión de transporte de pasajeros en la historia de la aviación comercial. Comparado con los jumbos actuales, el “avión gigante” al que se refería el título de la nota apenas alcanzaría la dimensión de un insecto volador. Era un Boeing Model 247D de dos hélices, por entonces toda una novedad en el naciente mundo de la aviación aerocomercial, tanto que el primero de ellos había realizado su vuelo inaugural apenas ocho meses antes, el 8 de febrero de 1933. El transporte aéreo de pasajeros en avión era una actividad que apenas arrancaba en Europa y los Estados Unidos y hasta ese momento no había sufrido ningún accidente que pudiera calificarse de tragedia. El solo hecho que uno de esos colectivos del aire cayera a tierra causó conmoción, que poco después se supiera que no se trataba de un accidente sino de un inédito atentado con explosivos provocó terror. Comparado con los jumbos actuales, el “avión gigante” al que se refería el título de la nota de la tragaedia apenas alcanzaría la dimensión de un insecto volador Los 7 del vuelo 23 El vuelo 23 de United Air Lines despegó de Newark, Nueva Jersey para realizar un trayecto con escalas con destino final en Oakland, California. El Boeing 247 identificado como NC13304 por la Administración Federal de Aviación estadounidense, llevaba a bordo cuatro tripulantes y tres pasajeros a bordo, que habían pagado la friolera de 208 dólares – el equivalente a unos 5.000 actuales – para realizar el trayecto en el avión comercial más avanzado de la época. La aeronave contaba con piloto automático, tren de aterrizaje retráctil, equipo de deshielo, hélices de paso variable y dos motores en estrella Pratt & Whitney Wasp de 550 CV. Su capacidad era de tan solo diez pasajeros, que viajaban a una temperatura estable gracias a mecanismos de refrigeración y calefacción controlados por termostatos y eran atendidos por una azafata. El comando del avión estaba a cargo Harold Tarrant, un piloto jefe de 38 años con dos de experiencia, lo que era una enormidad en esos tiempos. Como copiloto viajaba A. T. Ruby, el operador de radio era H. R. Burris, y “la atractiva señorita” – así la describían en las crónicas – Alice Scribner, de 26 años, era la azafata. Los pasajeros se identificaron como Fred Schendorf, de 28 años, gerente de una empresa de refrigeración, la señorita Dorothy M. Dwyer y el señor Emil Smith. Esos fueron los nombres que dieron los pasajeros al comprar sus boletos, porque por entonces no era necesario presentar documentos para abordar un avión, ni tampoco someterse a revisiones de seguridad. El avión hizo su primera escala en Cleveland y ya oscurecía cuando despegó hacia su próxima parada, en Chicago. El comando del avión estaba a cargo Harold Tarrant, un piloto jefe de 38 años con dos de experiencia, lo que era una enormidad en esos tiempos Explosión en el aire Alrededor de las 8 de la noche, el piloto se comunicó por radio con la oficina meteorológica de Chicago para interiorizarse sobre las condiciones climáticas, que eran normales, y minutos después comunicó al aeropuerto que tenía previsto llegar alrededor de las diez de la noche. Volaba a 300 metros de altura y a una velocidad de 200 kilómetros por hora. En sus comunicaciones no informó sobre ningún problema mecánico ni de navegación. Sobrevolando North Liberty, Indiana, dijo por radio: “Todo bien”. El vuelo se desarrollaba sin inconvenientes hasta que minutos después de las 9 de la noche explotó en el aire. “Entonces algo sucedió. Eran alrededor de las 9 de la noche, y la aeronave metálica pasaba sobre el municipio de Jackson, cuando los granjeros de un área de cuatro millas cuadradas escucharon una explosión terrible. Salieron corriendo de sus casas. En lo alto del cielo vieron lo que parecía ser una bola de fuego que descendía a la velocidad del rayo y en giros giratorios (sic). También escucharon el latido irregular de un motor, que indicaba que estaban contemplando una tragedia en movimiento: un avión que caía y llevaba a sus ocupantes a una muerte segura”, escribió Englebert Zimmerman en su crónica de The Vidette-Messenger. El avión se estrelló pocos segundos después y se escuchó otra explosión cuando golpeó contra el suelo. Según una reconstrucción hecha a partir del relato de los testigos, “golpeó la copa de un árbol en el lado oeste de un camino de grava del condado, rebotó al otro lado de la carretera y se detuvo en un pequeño hueco entre la carretera y la antigua pendiente de la línea aérea Chicago-Nueva York. Los pedazos de los restos estaban esparcidos por todo el campo, y el pedazo más grande, la cola del avión, se encontró a tres cuartos de milla de distancia”. Las tareas de salvamento comenzaron luego de que se apagaran las llamas y los restos de la aeronave se enfriaran. Dentro del avión, los rescatistas – en realidad policías y vecinos – encontraron cuatro cadáveres quemados, mientras que el cuerpo del piloto Tarrant apareció con el rostro quemado y cortado a unos 15 metros de la estructura. Los dos cuerpos que faltaban fueron hallados recién a la mañana siguiente: estaban a casi 800 metros de dónde había caído el Boeing. Mientras los expertos de la compañía aérea trataban de establecer si la explosión y la caída del avión tenían que ver con fallas mecánicas, el FBI y la policía del Condado de Porter iniciaron una investigación conjunta para determinar si se había tratado de un atentado Desde un primer momento se sospechó que había algo extraño en el supuesto accidente y el alguacil del condado Erza Stoner ordenó perimetrar el área para que no se manipularan los restos. La compañía aérea prometió investigar a fondo las causas de la caída del Boeing: “Es el primer accidente donde mueren pasajeros en siete años de operaciones de United Air Lines y vamos a realizar una investigación exhaustiva sobre lo ocurrido”, prometió el vocero Harold Crary, Bomba de nitroglicerina Mientras los expertos de la compañía aérea trataban de establecer si la explosión y la caída del avión tenían que ver con fallas mecánicas, el FBI y la policía del Condado de Porter iniciaron una investigación conjunta para determinar si se había tratado de un atentado. Los peritos forenses peinaron a fondo los restos del Boeing y vieron señales de una explosión que no estaba relacionada con los tanques de combustible: el inodoro y el compartimento del equipaje, que estaba al lado del baño, estaban destrozados. Además, encontraron fragmentos de metal incrustados en el lado interior de la puerta del baño, mientras que en el lado de exterior no había restos del mismo metal. Otro dato llamativo era que la cola del avión estaba cortada desde justo detrás del inodoro y fue encontrada a más de un kilómetro de distancia del resto del avión. La conclusión no tardó en llegar: la explosión había sido causada por una bomba que alguien había puesto en el baño o en el compartimiento del equipaje. “Nuestra investigación me convenció de que la tragedia fue el resultado de una explosión en algún lugar de la región del compartimiento de equipaje en la parte trasera del avión. Todo lo que estaba delante del compartimento fue impulsado hacia adelante, todo lo que estaba detrás fue impulsado hacia atrás, y las cosas de los lados hacia afuera. En cambio, los tanques de combustible fueron aplastados, lo que demuestra que no hubo ninguna explosión en ellos”, señaló el informe del investigador del FBI Melvin Purvis. La investigación local llegó a las mismas conclusiones que la de los agentes federales. El doctor Carl Davis de la oficina del forense del condado de Porter y los expertos del Laboratorio de Detección de Delitos de la Universidad Northwestern examinaron a fondo los restos y concluyeron que la explosión fue causada por una bomba, probablemente de nitroglicerina. En cambio, nunca se pudo establecer quién o quiénes había puesto la bomba en el avión. El FBI investigó a fondo a los pasajeros. Uno de ellos había subido al avión con un paquete marrón, pero el bulto fue encontrado entre los restos del avión por lo que se lo descartó como posible fuente de la explosión. Los investigadores también encontraron un rifle dentro de la aeronave, pero determinaron que no había sido disparado y que era propiedad de uno de los pasajeros que viajaba en el avión hasta Chicago para participar en un concurso de tiro en el North Shore Gun Club de la ciudad. La investigación fue cerrada sin resultados. Casi 75 años después del atentado, en noviembre de 2017, el FBI desclasificó 324 documentos relacionados con la explosión y la caída del Vuelo 23 de United Air Lines. Ninguno de ellos aportó nueva información que ayudara a esclarecer el misterio que todavía hoy rodea al primer atentado de la historia de la aviación aerocomercial de pasajeros.

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