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  • La salud mental en las organizaciones: abordar el reto para conseguir el éxito

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/10/2024 00:39

    Varios trabajadores en las oficinas de un almacén. / Áxel Álvarez La importancia que le concedemos como sociedad a la salud mental ha crecido de forma importante en los últimos años. Y no se trata de una percepción subjetiva, aunque no hay duda de que todos, en mayor o menor medida, somos conscientes de ello. Según el estudio Global Health Service Monitor 2023 elaborado por Ipsos a nivel global, es la principal preocupación dentro del ámbito de la salud en España. Tanto es así que, desde la pandemia de covid-19, la preocupación ha crecido desde el 16% de 2020 hasta el 61% en 2023, siendo España el país con la mayor subida, lo que nos sitúa en el segundo puesto a nivel europeo solo por detrás de Suecia. En este contexto, el papel del bienestar y la salud mental de los profesionales en sus puestos de trabajo ha crecido en importancia como factor motivador para los propios empleados y también para el éxito de las organizaciones. A medida que las motivaciones del talento cambian y las expectativas evolucionan en nuevas direcciones, las empresas enfrentan el desafío de crear un entorno donde el bienestar emocional y mental de los equipos pueda garantizarse a través de políticas y herramientas ofrecidas por la propia organización. De hecho, según el Estudio Pluxee de Retos y Tendencias en RRHH 2024, el 80% de los empleados desearía contar con algún tipo de recurso para gestionar el estrés en su lugar de trabajo, siendo las políticas de flexibilidad laboral y el asesoramiento psicológico las necesidades más solicitadas con un 45% y un 43% respectivamente. Especialmente para el talento más joven, que las empresas cuenten con este tipo de planes, ya no es una opción. Concretamente, es la Generación Z (50%) la que demanda en mayor medida programas de asesoramiento y apoyo psicológico en la empresa, seguida de los Millennials (44%), frente al 31% de los Baby Boomers. Estas diferencias generacionales son un reflejo de la evolución de las motivaciones de los profesionales en el trabajo y muestran la importancia que hoy en día tiene el denominado salario emocional. Teniendo en cuenta que en la actualidad la Generación Z representa el 50% de las nuevas contrataciones, tal y como señalan los datos Randstad y EAE, las compañías tienen ante sí un desafío que conviene abordar con rapidez para evitar quedarse atrás en el actual mercado altamente competitivo de la lucha por el talento. Una brecha con importantes repercusiones A pesar de que las motivaciones de los empleados en esta dirección son cada vez más claras, los datos reflejan una realidad muy diferente a la que el talento espera encontrar: muchas empresas no han tenido el tiempo o los recursos para abordar este tema de forma integral, pues solo el 33% de las organizaciones cuenta con servicios de asesoramiento o terapia para sus empleados y únicamente el 26% ha implementado políticas antiestrés. Y aunque la concienciación sobre el problema va en aumento (4 de cada 10 empresas ya cuentan con programas de formación y concienciación del autocuidado), las acciones puestas en marcha aún son insuficientes. Ciertamente, los últimos años han sido retadores para las empresas y sus áreas de talento. La llegada imprevista de la crisis sanitaria obligó a adaptar en tiempo récord los modelos de trabajo, y el auge de las herramientas digitales como la IA está dificultando la búsqueda de perfiles con habilidades muy específicas. No por ello conviene quedarse atrás en esta otra materia, la del cuidado del bienestar del talento, porque quizá haya llegado de forma más silenciosa, pero lo ha hecho para quedarse. Mantenerse ajenos a ello, puede llegar a tener consecuencias importantes para la empresa, incluso en términos económicos. Un entorno de trabajo donde se ignoran las señales de estrés y agotamiento lleva inevitablemente a una disminución de la productividad, mayor absentismo y una baja moral entre los empleados. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la depresión y los trastornos de ansiedad cuestan a la economía global un billón de dólares anuales en pérdida de productividad, una cifra que subraya la urgencia de tomar medidas proactivas para cuidar el bienestar emocional de los empleados. ¿De qué medidas estamos hablando? Al tratarse de un área de trabajo muy amplia, se pueden aplicar medidas desde varios ángulos complementarios entre sí. Por ejemplo, mediante la puesta en marcha de acciones intangibles como establecer límites entre la vida personal y laboral o bien, potenciar las medidas de flexibilidad, que conllevan una menor inversión para las empresas. Aunque, siempre que sea posible, conviene activar beneficios específicos que incidan en el bienestar del empleado cuidando de su salud física y mental a través de actividades deportivas, o, por ejemplo, mediante el asesoramiento nutricional, emocional y psicológico, dado que cada perfil generacional tiene necesidades diferentes. Las nuevas generaciones han sido las primeras en poner la importancia de este tema sobre la mesa, pero, en definitiva, es una materia que ocupa y preocupa a profesionales de todas las edades. Por este motivo, si una compañía quiere mantenerse relevante, adaptarse al nuevo ecosistema empresarial y seguir siendo competitiva tanto a nivel de talento como de productividad, invertir en el bienestar emocional y mental de los trabajadores ha dejado de ser una opción y se está convirtiendo en una prioridad estratégica. A fin de cuentas, se trata de cuidar el recurso más valioso de las empresas. Su bienestar, está inevitablemente unido al éxito organizacional.

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