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    » Diario Cordoba

    Fecha: 09/10/2024 15:03

    Ante el grito alarmista de quienes ven en la gestión del Cabildo de Córdoba una afrenta a la Mezquita-Catedral, conviene recordar que esta joya milenaria no es un vestigio muerto, sino un espacio vivo y vibrante. World Heritage Watch denuncia una supuesta «invasión católica» en el monumento, pero esta lectura resulta miope y reduccionista. La mezquita fue convertida en catedral hace casi ochocientos años y, desde entonces, ha sido hogar de la liturgia católica, y su huella andalusí ha convivido siempre con su realidad cristiana. Lejos de borrar ese legado islámico, el Cabildo ha mantenido un diálogo constante entre pasado y presente, respetando y sumando capas a un monumento que siempre ha sabido adaptarse al curso de la historia. La autora del informe acusa al Cabildo de alterar el Valor Universal Excepcional (VUE) del monumento, como si las celebraciones católicas y la introducción de imágenes religiosas fueran una afrenta a su autenticidad. Sin embargo, el verdadero valor de la Mezquita-Catedral no reside únicamente en su arquitectura islámica; es su naturaleza mestiza, su carácter sincrético y su evolución histórica lo que la hacen única. Aquí es donde lo islámico y lo cristiano no se oponen, sino que coexisten, creando una armonía única que refleja siglos de convivencia. Ornamentación, procesiones y ceremonias religiosas no distorsionan esta esencia; al contrario, le dan continuidad, vida y sentido, manteniéndola como un espacio de encuentro espiritual, más que como un mero museo. Otros artículos de Francisco Dancausa Paso a paso Naturaleza muerta Paso a paso Redención digital Paso a paso Cúpulas rotas El Plan Director del Cabildo, aprobado en 2020, no pretende imponer una sola narrativa sobre la Mezquita-Catedral, sino preservar su autenticidad como un lugar de culto activo. No podemos olvidar que su función principal sigue siendo la de catedral, y como tal, el Cabildo es su custodio legítimo. Quienes critican su gestión, proponiendo una separación tajante entre su carácter islámico y cristiano, ignoran que la Mezquita-Catedral es, ante todo, un templo vivo. Separarla de su función religiosa y convertirla en una pieza arqueológica de museo sería vaciarla de su verdadera esencia, dejarla sin el latido que la ha mantenido relevante a lo largo de los siglos. La Mezquita-Catedral no es un objeto turístico ni una reliquia muerta; es un símbolo que integra la historia de dos tradiciones, que se entrelazan y enriquecen mutuamente. Si el Cabildo ha sabido custodiarla durante siglos, no es para profanarla, sino para honrar y prolongar su herencia, manteniendo su función y su espiritualidad vivas. La verdadera profanación sería convertirla en una postal vacía de significado, una mera imagen desprovista de alma y propósito. La Mezquita-Catedral, en toda su complejidad y riqueza simbólica, no debe ser un simple fósil de disputas ideológicas, sino un reflejo vivo de encuentro, respeto y trascendencia. *Mediador y escritor Suscríbete para seguir leyendo

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