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  • El estúpido desprecio generacional

    » Diario Cordoba

    Fecha: 08/10/2024 19:16

    Me resulta descorazonador el combate generacional. Tanto por los que ansían arrojar una bomba de neutrones selectiva que borre a los mayores de 50 años de la faz de la tierra -o de los puestos de trabajo y de las viviendas- como por los que miran a los jóvenes despreciando sus anhelos e inquietudes. Demasiada vanidad en la glosa de lo propio y un exceso de amargura en la incomprensión de lo ajeno. Cada generación es hija de la anterior. El amanecer me suele pillar junto a corredores, paseantes y ciclistas. A un lado, algún bañista perseverante y un puñado de pescadores. Al otro, las vías del tren y las persianas aún adormiladas. Cada mañana, hay un instante en que el tiempo parece ralentizarse, cuando el sol se asoma en el horizonte. Entonces, muchos se detienen a observar el espectáculo, empapándose de esa imagen simbólica de renovación y esperanza. Me pregunto cómo es el día de quienes no pueden librarse de la oscuridad. Gabriel Ubieto escribía sobre las bajas por salud mental en España. Se han duplicado en 7 años. Un testimonio relataba cómo, durante semanas, salía llorando de la oficina: «Una mala relación con su jefe, una sensación de frustración con su empleo, nulas expectativas de promoción profesional...». Un laberinto de sombras en el que demasiados se sienten atrapados. Según un informe del Consejo de la Juventud y Oxfam Intermón, los problemas de salud mental entre la juventud española se han multiplicado por 6 en los últimos 10 años. La desigualdad es cada vez más lacerante, apenas se consigue parchearla. No es fácil librarse del sistema que se critica (esa contradicción de clamar contra el turismo mientras se preparan las maletas). Se reivindica a las instituciones (y debemos hacerlo), pero se ha perdido capacidad de organización ciudadana: entendiéndola, también, como posibilidad de cooperación. Cada vez más parapetados tras las trincheras -políticas, sociales, culturales, religiosas o raciales- afloran discursos que abonan la guerra generacional. Que si las pensiones, por un lado. Que si la cultura del esfuerzo, por otro. ¡Arriba las caricaturas! Los que van ganando todas las crisis aplauden con las orejas. Siempre han existido discrepancias generacionales. La diferencia es que, en épocas anteriores, se vislumbraba un futuro mejor y había utopías para escoger. Pero los ideales fueron engullidos, la ley del mercado impuso su menú y, ahora, entre los restos amargos de los sueños regurgitados, se rompen quienes no pueden más. Se nos ha velado el amanecer. Falta creatividad política y dibujar nuevos ideales. Pero, mientras, en vez de cavar nuevas fronteras, quizá podríamos ahondar en algo mucho más sencillo. Simplemente preocuparnos por los demás. Sin escupirles. *Escritora Suscríbete para seguir leyendo

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