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» Elterritorio
Fecha: 07/10/2024 21:31
domingo 29 de septiembre de 2024 | 6:00hs. Debe tener más de 70 años. Lo veo inclinarse lentamente sobre la góndola. Toma una bandeja de carne molida. La acerca al rostro y lee con dificultad. La deja y toma otra. Lee y otra vez la deja. Toma otra y vuelve a hacer lo mismo. Cuando está por intentarlo por cuarta vez me habla. “Me diría por favor cuánto dice acá”. Le leo el precio de la bandeja de carne molida. Algo le recorre la cara. Estupor? “ Qué caro”, me dice. Me conmueve. Y lo ayudo a buscar la bandeja más barata. Una señora de edad media gestiona remedios en la farmacia. El mostrador está lleno de cajitas de medicamentos. Algo pasa. Y lo que pasa es tan grave que ya son dos los empleados que intervienen. La escena es tensa. “Entonces no va a llevar el Omeprazol?”, pregunta el que trabaja con una fila de cajitas. “No, no voy a llevar”, responde la mujer. “Salbutamol me dijo? Estas son las alternativas” le interrumpe el otro, que está frente a la computadora y le gira el monitor para que la mujer pueda ver también qué opciones le quedan ahora que el medicamento que le prescriben al adulto mayor que cuida quedó fuera de lo que le cubre la obra social. Uno los mira hoy, enfrentados por las circunstancias, y los ve a los tres dentro de unos años, jubilados, del mismo lado del mostrador, necesitando los medicamentos que mejoren su calidad de vida. Esto pasa en Posadas. Son nuestras madres y padres. Nuestras abuelas y abuelos. Nuestras vecinas y vecinos. Somos nosotros en unos años. Las escenas golpean porque ya las vimos en los 90 y, al menos algunos, pensamos que ya no volveríamos a verlas. Recuerdo muy bien los 90. Cómo olvidar cuando le llegó la jubilación. Estaba tan desencantada que simplemente no lo podía creer. Le escribió una carta a Menem y se fue a intentar entregársela cuando vino a inaugurar el puente internacional San Roque González de Santa Cruz Las escenas de hoy duelen el doble porque ya las vivimos y no pudimos evitar que vuelvan a suceder. Los recursos son siempre escasos. Por eso es central en qué se decide gastarlos. En algunas sociedades primitivas los viejos se alejaban a morir cuando ya no podían ganarse su propio alimento. Me gusta pensar que ya no corren esos tiempos. Las sociedades que cuidan a sus mayores son sabias, solidarias y respetuosas. Le hago una promesa inaudible al señor de la góndola. También a quien espera los medicamentos que gestiona sin éxito la mujer de la farmacia. Que voy a seguir haciendo lo que esté en mis manos para que estas cosas no sucedan más. Porque lo que les hacemos a nuestros mayores es un indicador de la salud de nuestra comunidad. Les explico, aunque seguramente ya lo saben, que vivimos en democracia y esto es así. La mayoría decide. Y aún así, siempre conservamos el derecho y el poder de seguir intentando vivir en una sociedad donde se respeten los derechos básicos de todos. Les prometo que lo voy a seguir intentando. Porque sé de qué lado quiero estar: del lado de los respetuosos y agradecidos.
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