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  • Facundo Bogarín, de Teatro Ciego: “La ceguera es algo bastante común en mi familia”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 07/10/2024 05:16

    Realidades - Facundo Bogarin Más allá de su trayectoria de 16 años como actor y director en Teatro Ciego, Facundo Bogarín —conocido popularmente por el personaje de “oficial garca” en la serie “División Palermo”— la historia de Facundo se destaca por su profunda conexión con la actuación y su transformación personal. En una honesta charla con Realidades, abrió una ventana a su pasado y sus desafíos superados. A los 15 años, su vida cambió drásticamente cuando quedó ciego, un hecho que, aunque esperado por su historia familiar, representó un gran desafío, y la ceguera, lejos de convertirse en un obstáculo, le abrió puertas inesperadas y encontró una nueva vocación. Facundo también ha sido músico y sigue manteniendo esta pasión: “Siempre voy a ser músico por hobby, porque llego a casa y es lo que me gusta hacer”, afirmó. Sin embargo, la actuación y la dirección representan hoy su principal profesión. Uno de los logros más destacados del actor ha sido producir en Broadway el Teatro Ciego, y se anima a marcar las diferencias abismales entre trabajar en Estados Unidos y Argentina, también reflexiona sobre cómo la sociedad percibe la ceguera y cómo esta ha influido en su vida diaria. Divertirse y pasarla bien es su mejor proyecto a futuro y su resiliencia ha contribuido no solo al teatro ciego, sino también a la percepción y aceptación de los ciegos en la sociedad. “Nunca pensé en ser actor, pero la vida me llevó por ese camino”. La pérdida de visión a los 15 años llevó a Facundo Bogarín a descubrir su pasión por el teatro y la música. (Candela Teicheira) — ¿Quién es Facundo Bogarín? — Soy actor y director teatral, principalmente, y en todos los formatos que se pueda actuar, ahí estaré intentándolo. — ¿En qué momento quedaste ciego? — La ceguera es algo bastante común en mi familia. A los 7 ya dejé de ver del ojo izquierdo, a los 9 empecé a usar anteojos, a los 11 tenía más aumento de anteojo. Como que fue sucediendo de a poco, y a los 15 se convirtió en una realidad. Entonces, ahí lo que pasó fue un poco para matar el tiempo, un poco porque lo otro que hacía antes ya no lo podía hacer, y un poco para ocupar la cabeza y descubrir nuevos puntos de expresión, terminé acercándome a la música, empecé a tocar, a tener un montón de bandas y en el medio de esa búsqueda me termina llegando por casualidad que había un casting para teatro ciego, que buscaban actores ciegos, y fui. Y en ese casting quedé y empecé a trabajar. Por suerte empecé a trabajar en un proyecto que funcionaba, que la gente quería ir, entonces eso te da espalda, porque empezás a cobrar plata. Ahí dije que por más de que mi personaje era chiquito yo no me sentía tan tranquilo, no lo disfrutaba, me faltaban herramientas, así que empecé a formarme. Y cuando me di cuenta que esto de actuar estaba buenísimo pero que yo no sentía que estaba a la altura, lo que tuve que hacer fue empezar a interiorizarme en el estudio en escuelas y también en uno mismo, comenzaron a despertarse todos los radares y la atención la empezás a utilizar de otra manera. — Una vez terminado el casting, volviste a tu casa y ¿cómo siguió la vida? — Llegué a casa, agarré el bajo y me fui a ensayar con la banda, porque yo seguía teniendo banda, le conté a los pibes “vengo de hacer un casting”… y no faltaron los chistes. Yo hice al casting, salí y dije “no me llaman más”; me fui a seguir con mi vida y a la semana me llamaron. Fue como muy raro, por suerte desde que quedé hasta que tuve mi primera función pasaron tres meses… fueron tres meses intensos de ensayo, de preparación para decir dos líneas, porque mi personaje era muy chico. —¿Cómo tomaron la buena noticia tus padres? — En esa época trabajaba con ellos, ellos tienen un kiosco en la Facultad de Derecho, si bien yo era músico, no hacía plata tocando punk, y les dije “che, está sucediendo esto, ¿me bancan?”, me dijeron que sí, obvio, siempre me bancaron, y en principio fue eso. Antes trabajaba cinco días por semana con ellos y de repente empecé a faltar cada vez más, hasta que un día mi mamá me dijo: “che, no venís hace un mes ¿no trabajás más?”, “no, por suerte el otro laburo es una realidad”. Me empezó también a demandar tiempo este oficio, esta profesión. Pero hoy en día sigo siendo músico, siempre voy a ser músico por hobby, porque llego a casa y es lo que me gusta hacer, pero creo que hoy en día soy actor. “En mi familia la ceguera es algo bastante común” Facundo Bogarín junto a Cesar Martinez, actor de Teatro Ciego. — ¿En qué momento sentiste que la actuación era tu profesión y no un hobby? — Cuando dejé de trabajar en el teatro ciego, porque me agarró esta cuestión más de responsabilidad, esta cuestión moral de decir “loco, la gente está pagando y yo no me siento a la altura”… Entonces, lo que dije fue “che, yo me tomo un tiempo, no trabajo más”, porque cuando hay plata todos estamos contentos, el tema es que cuando dejó de ser un trabajo dije “ahora tengo que invertir plata en estudios, tengo que invertir tiempo” y cuando empecé a hacer eso y me di cuenta de que era por ahí decidí que era el camino que iba a elegir y fui a fondo. Por suerte siempre conté con el apoyo y la confianza de Martín y de Gerardo, que son los fundadores de Teatro Ciego, que desde la primera vez que nos cruzamos pusieron fichas en mí. Después cuando les dije “che, yo tengo ganas de encarar la dirección de esta obra ¿estamos?”, me dijeron: “bueno, vamos a probar”. Siempre me dejaron probar y experimentar, porque también tener el espacio para desarrollar lo que a uno le gusta es clave, porque yo puedo tener 20 mil ideas pero si no las paso a la práctica quedan en el terreno de la idea, así que por suerte en el teatro vengo con mucha continuidad. — Hablaste de teatro ciego, contanos, para los que no saben, de qué se trata ¿qué es el teatro ciego? — Es teatro ciego, no es ni para ciegos, ni de ciegos. El teatro ciego empezó hace 16 años, pero hace más tiempo que Gerardo Bentatti venía trabajando esto de hacer teatro en completa oscuridad. Que lo venía haciendo en distintas salas y hace 16 años decidieron alquilar un espacio donde solamente se trabaja esa técnica. De qué se trata: de que la sala esté completamente a oscuras, que estén todas las ventanas tapadas, todas las hendijas, todos los lugares por donde se pueda filtrar luz por más mínima que sea, y lo que hacemos es bloquear por completo el sentido de la vista en el espectador, pero estimular el resto de los sentidos mientras sucede una obra de teatro. La idea es que todos los sentidos pasen a contar la escenografía sensorial, porque en sí en cualquier obra de teatro vos tenés la escenografía, tenés el vestuario, que son cosas que nosotros también tenemos pero que la logramos por otros medios, por ahí un sonido o un aroma termina dándote la información que necesitás como espectador. Para mí es teatro ciego porque todo lo que está dentro de la sala es ciego, pero no es “de ciego” porque actuamos actores, actrices ciegas y también hay actores normo visuales, hay personas que ven, que trabajan con nosotros también al mismo nivel. Después de un año de trabajar con nosotros, son ciegos profesionales, básicamente. Y tampoco es “para ciegos” porque para mí el flash de teatro ciego es para la persona que ve, entrar a un lugar y no ver y pasarla bien y disfrutarlo, y que todos los otros sentidos salgan ahí, a flote, es un teatro para todo el mundo… — ¿Qué creés o sentís que el público aprende de esta experiencia sensorial? — La oscuridad tiene como una mala fama, desde siempre, la oscuridad es como el lado oscuro, es lo malo, es lo no copado, lo aburrido, tiene una connotación negativa, y quizás pasa que la gente que entra a nuestra sala piensa que se va a aburrir. — ¿Eso escuchás? — A veces. Muchos que por ahí van en pareja y uno sacó la entrada y el otro no sabe a qué va, pero después, lo que más recibimos de la gente al salir es agradecimiento. De hecho, hoy, que hay tantas pantallas y que todo está viéndose todo el tiempo, de repente descansar y a la vez poder disfrutar un momento completamente distinto es la clave de la percepción del espectador, del flash de las personas. “La oscuridad tiene como una mala fama, es como el lado oscuro, lo malo...” Teatro Ciego es una compañía de teatro experta en contar historias en absoluta oscuridad. Se encuentra en el barrio de Palermo, Borges 1974, Ciudad autónoma de Buenos Aires. — Al principio de la entrevista mencionaste que la ceguera era muy común en tu familia, ¿por qué? — Mis padres son ciegos… — ¿De nacimiento? — No, evidentemente es genética. Yo no sé mucho porque tampoco le di mucha bolilla. Yo a los 15 me quedé ciego… Siempre supe que el quedarme ciego era una posibilidad, no sabía si iba a pasar a los 10 años, a los 15, a los 30, a los 50 o cuándo, pero que yo me quede ciego no es sorprendente como que de repente vos te quedes ciega. Mis padres también se quedaron ciegos en la adolescencia. Mi viejo es disminuido visual, ve bastante, pero no ve bien, y mi mamá es ciega. Y cuando me pasó a mí, no te voy a decir que no me importó, porque es un cambio por más que vos sepas que te va a pasar, es como la muerte: todos sabemos que en algún momento llega… es un golpe fuerte. Yo sabía que probablemente en algún momento me iba a quedar ciego y por más de que lo supiera cuando a los 15 me quedé ciego, no te voy a decir que estuvo buenísimo; no, fue un golpazo, pero ya al tener el ejemplo de mis viejos ya sabía que la vida no se acaba ahí, ellos hicieron su vida, laburaron siempre, son gente feliz, que pudieron hacer que sus hijos tengan una vida sin restricciones. Sí, hubo un proceso de un año, un año y pico, que fue como reconfigurar mi vida, reconfigurar mi cabeza y también tener proyectos es clave, el entorno, mi familia, mis amigos, todos siempre estuvieron ahí empujando, y si bien no fue algo que dije “qué copado, tenía unas ganas de quedarme ciego”, el proceso de adaptación fue bastante sencillo por el apoyo. “Yo ya sabía que el quedarme ciego era una posibilidad.” "La oscuridad es como el lado oscuro, lo malo, lo no copado". Facundo Bogarín desafía la percepción negativa de la oscuridad, convirtiéndola en una herramienta clave para el teatro ciego. — Empezaste a actuar, ¿y cómo siguió tu vida? — Cuando dejé de vivir con mis padres a los 23 más o menos, viví con amigos mucho tiempo, como 10 años, que medio que ahí se armó como una segunda familia, ya éramos amigos de antes. En el medio estoy también en pareja hace 10 años más o menos, y ahora hace 3 años que estoy viviendo con mi novia y por lo pronto estamos bien, trabajando los dos, ella también es actriz, también trabaja en teatro ciego, estamos con proyectos en teatro ciego, también con proyectos cada cual por fuera y también con proyectos juntos, viviéndola a full. En el medio surgió esto de ir a dirigir a Broadway con el teatro… — ¿Cómo surgió Broadway? — En realidad lo empezamos a charlar en 2018 con Martín. Y fueron como dos años de charlas que sí, que no, que no, que sí, en el medio de la pandemia, y después pensé que se había pinchado todo, pero no, terminó saliendo, así que pudimos ir a trabajar allá, a la vez esto: como teatro ciego somos los únicos que hacemos esta especie, nos invitaron a festivales de teatro en España, en México, en todos los países limítrofes, y siempre con buena recepción y a la vez con buena proyección en el país y afuera, re copado. — ¿Cómo es trabajar en Broadway y qué diferencias encontrás con trabajar en Argentina? — Trabajar en Estados Unidos estuvo buenísimo, fue alta experiencia. En principio, por el elenco que se armó allá, eran todos chicos de conservatorio de primer nivel, me asombraba. Después, los tiempos: llegué, me presentaron el cronograma, eran doce horas de ensayo por día, los pibes estaban prestos a todo, hay como una preparación mucho más exigente. Y allá se produce distinto, acá nosotros, más allá del nombre que tenemos, somos un teatro independiente que lo hacemos nosotros, con lo bueno y con lo malo. Con lo bueno que podemos tomar nuestras decisiones sin consultar a nadie, y con lo malo que las decisiones las tenemos que poner nosotros, y hay muchas veces que a riesgo, hoy en día la industria está bastante jodida en Argentina. No es el mejor año para ser artista en Argentina. Teatro ciego al no tener competencia directa, por lo menos, no divide público, entonces no estamos tan afectados, pero sí otros amigos o colegas que tengo trabajando en teatro,principalmente, está jodido, al igual que el audiovisual. En Estados Unidos es distinto, en Estados Unidos todo sale mucho más caro pero se hace. Sale cinco veces más cara una obra, pero se hace, porque funciona distinto, no existe lo independiente, no existe decir “che, hacemos la obra, vendemos entradas y con eso después cobramos”; no, allá se tiene que juntar todo el paquete de plata al principio y cuando está todo el paquete, que están todos los sueldos asegurados, se inicia el proyecto, por eso estuvimos cinco años para llevarla. “Muchas veces que trabajamos a riesgo, hoy en día la industria está bastante jodida en Argentina”. Facundo Bogarín en Nueva York. — Con respecto a la vida cotidiana ¿cómo es ser ciego en Nueva York? ¿Allá caminás por la calle al igual que caminás acá? — No viví mucho en Nueva York, pero de mi breve experiencia, hoy, caminar por Palermo me recuerda a muchas esquinas de Nueva York, que le sacan el cordón a la vereda y la hacen toda lisa, y es malísimo porque vos vas con el bastón caminando, y yo cuando toco el cordón me doy cuenta de que está el cordón, de que ya del cordón para allá tengo que prestar atención porque va a pasar un auto y me va a aplastar, y de repente ahora no hay cordones. Entonces, vas caminando y no te das cuenta, y por ahí estás en el medio de la calle y nunca te recataste y eso en Nueva York es en todas las esquinas. Y después esas cosas que ves en “Mi pobre angelito”, que las casas tienen como una escalera que baja y todo bien, pero vas caminando por la calle y de repente hay un hueco que se va para abajo, es re anti ciego Nueva York. — Hablaste de bastón, ¿cuánto sale un bastón? — El otro día me quise comprar uno, yo no sé si está nota la van a ver ahora, pero vamos a poner el precio en dólares, me quisieron cobrar un bastón 100 dólares, algo que es una necesidad primaria para una persona ciega. — ¿Qué elementos son los primarios para ustedes? —A grandes rasgos lo más importante es el bastón para la movilidad y para la independencia en la vida y el celular por la comunicación y todas las facilidades cotidianas. — ¿Cuál es tu mayor plan o tu plan de vida? — Mirá, no sé. Por ahí de pibe quería ser una estrella de rock, después pintó otra. Es como que las cosas van sucediendo y todo lo que va sucediendo me va atrapando, en algún momento ni pensaba ser actor ni pensaba en ser músico, seguro que de pibe habré querido ser doctor, como todos los chicos. ¿Cuál es mi proyecto? Divertirme, reírme, pasarla bien y juntarme con gente que me divierta y tener tiempo para ir aprendiendo cositas, y tipo a los 50 años irme a vivir a Chapadmalal, tener tiempo para mí, para surfear y meter algunos laburitos de vez en cuando. Porque a la vez mi laburo me gusta, yo hago mis trabajos porque me gusta hacerlos, así que tampoco me gustaría un retiro final. “El flash del teatro ciego es para la persona que ve, entrar a un lugar a no ver y pasarla bien y disfrutarlo”. (Candela Teicheira) — Para finalizar, un gusto escucharte, conocerte, si pudieras escribir una palabra grande en el cielo para que todos leyeran, ¿cuál sería? — No quiero caer en algo tan naif o cliché, pero qué sé yo: “Gracias”. Me parece algo re copado, ante todo gracias, agradecer. O también: “Gracias a lo que sucede, a vos por el rato este, por la charla”. * Realidades es un programa de entrevistas que intenta visibilizar problemáticas que comúnmente se ocultan por miedo al rechazo, vergüenza y prejuicios, contadas por sus propios protagonistas. Escribimos y contamos tu historia a: realidades@infobae.com

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