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    » Diario Cordoba

    Fecha: 06/10/2024 03:26

    Hace tiempo ya porque no sé qué obispo había en Córdoba, todavía no estaba don Demetrio. Fue por el Campo Santo de los Mártires, uno de los futuros proyectos estrella del casco histórico, según dijo el otro día el alcalde Bellido en el debate sobre el estado de la ciudad. Bastantes octavillas de imprenta llenaban la acera de Amador de los Ríos, por donde hasta ahora se entraba a la Biblioteca Provincial. Me agaché, cogí una y me metí en un mundo en el que volvían las profecías, las escrituras sagradas, el paraíso y casi el infierno y se describía un universo que sólo existía en la mente de quienes sabían repartirse los cielos porque se habían estudiado cómo actuar con las inmatriculaciones, el nuevo tiempo, el mundo nuevo de la propiedad. En la octavilla, que me dejó anonadado, leí que el monumento más hermoso de Córdoba, que según la plataforma TripAdvisor es el patrimonio de la humanidad mejor valorado de Europa, recibía un nuevo nombre para la liturgia turística: se llamaría Catedral de Córdoba, antigua Mezquita. Estando donde estaba, en el Campo Santo de los Mártires, donde se instaló el poder divino que se ha manifestado con todos sus ropajes, desde las túnicas de los califas hasta las mitras y los báculos de los obispos, desde las sotanas de los monaguillos a las de los sacerdotes, canónigos o penitenciarios, o desde las oraciones de las monjas con hábito hasta los susurros del rezo de los fieles, estando donde estaba, en ese sitio tan histórico, me resultaba hasta una especie de insulto para la humanidad con fe o no creyente, una blasfemia para los agnósticos, poner en letras minúsculas el arte único que inició Abderramán I con su mezquita para vender con mayúsculas una catedral como había tantas en España: te rompía la historia de Córdoba. Afortunadamente el clero, responsable de la edición de aquellas octavillas, no ganó en aquel empeño y el monumento pasó a denominarse oficialmente Mezquita-Catedral. Y ahora, según un estudio de la agencia de viajes Iglu Cruises, la Mezquita-Catedral de Córdoba es el monumento mejor valorado de Europa en la plataforma TripAdvisor, con un 86,3% de opiniones de cinco estrellas. La sublime belleza de la Mezquita ha sido uno de los motivos de disfrute de quienes han asistido en Córdoba al congreso de ciudades patrimonio de la humanidad que “se han olvidado” de la Sagrada Familia y de la Alhambra cuando el bosque de columnas del monumento omeya los condujo a través de la belleza del arte islámico-andalusí. Pero, claro, como suele ocurrir en casos como éste, asesores de la Unesco, como la organización World Heritage Watch, aseguran en su informe anual que la gestión de la Mezquita compromete su Valor Universal Excepcional porque “el Plan Director presenta la Mezquita-Catedral simplemente como un templo católico, negando así sus valores artísticos, históricos y culturales reconocidos por la Unesco”. El cabildo, según el informe, presta poca atención al uso cultural y turístico del templo, pese a que recibe hasta dos millones de visitantes al año. Seguro que todo esto responde a la simple constatación de que estamos en Córdoba, una ciudad que mantuvo durante bastante tiempo a un canónigo como jefe indiscutible de una caja de ahorros que dominaba casi todas las instituciones. Hasta la Mezquita, cuando empezamos a utilizar en el vocabulario la palabra inmatriculación. Griego, latín, filosofía, ciencias o deporte son asignaturas con las que la clerecía ha adornado su currículum, siempre colmado de sabiduría. Aunque parece que no se le han dado bien los estudios de arquitectura omeya. Y eso que son dueños según las inmatriculaciones, de la Mezquita, el monumento mejor valorado de Europa. Será que con la Iglesia hemos topado. Suscríbete para seguir leyendo

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