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  • Recuerdos y emociones del obispo de Córdoba

    » Diario Cordoba

    Fecha: 06/10/2024 03:01

    El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, al inicio del curso pastoral 2024-2025, ha dirigido una Carta rebosante de gratitud, a todos sus diocesanos, en el recuerdo entrañable de sus bodas de oro sacerdotales y por los abundantes frutos que han jalonado su ministerio, especialmente en nuestra diócesis. Se trata, sin duda, de una Carta pastoral especial, transida de emociones. Así lo manifiesta en sus primeras lineas: «Me siento desbordado al mirar mi vida en su conjunto y sentirme llamado por Dios al sacerdocio ministerial, que he ejercido ya durante cincuenta años. Son infinidad de recuerdos, de personas, de acontecimientos, de tareas. Dad gracias a Dios conmigo, que me siento incapaz de responder a tanta gracia». A continuación, el prelado va mencionando a algunas de esas personas que dejaron huella en su vida: «Recuerdo a don Pablo Gil Utrilla, el cura de mi pueblo, que acogió mi sueño infantil de ser sacerdote ya a los siete años y me preparó con esmero, y después de él a todos los que han intervenido en mi formación sacerdoal, que han sido muchos: rectores, formadores, profesores, en el Seminario Menor de Talavera de la Reina, en el Seminario Mayor de Toledo y en el de Palencia (...). Entre todos los sacerdotes, sobresale para mi especialmente José Rivera Ramirez (1925-1991), con quien me encontré en Toledo, cuando comenzaba el Seminario Mayor, y fue mi director espiritual hasta su muerte». Demetrio Fernández va recordando los obispos que ha tenido, su nombramiento como obispo de Tarazona, «una diócesis pequeña y humilde como María de Nazaret, donde fui muy bien acogido», su traslado a la diócesis de Córdoba, «una diócesis grande, una diócesis viva y con mucha vitalidad eclesial», de la que destaca con fuerza «un Seminario nutrido, con un equipo de formadores bien pertrechados, con un claustro de profesores cualificados y con vocaciones abundantes». El obispo se extiende en su carta, hablándonos también del Seminario Menor, e insistiendo en «la necesidad de crear y alimentar una cultura vocacional, un clima favorable a las vocaciones sacerdotales». Son muchos los temas que el obispo «repasa a fondo», como sus «Visitas pastorales» a todas las parroquias y pueblos, «disfrutando mucho del contacto directo con los fieles, palpando en vivo y en directo la realidad de la diócesis. Habla, asimismo, de los proyectos futuros para 2025, al cumplirse 1.700 años del Concilio de Nicea, presidido por Osio de Córdoba, recordándolo con una gran Exposición sobre la época, instalada en la Mezquita-Catedral y el Congreso Internacional «Símbolo: Luz de Nicea». En su carta, Demetrio Fernández expone la labor de la Fundación diocesana «Santos Mártires», como «cauce evangelizador, como plataforma desde la que anunciar y transmitir el Evangelio». Nos habla tambien de la «función» de Cáritas, que es «suscitar y hacer circular el amor cristiano de unos con otros en la comunidad cristiana, y la atención preferencial a los pobres de cada comunidad». El obispo desgrana unas lineas para hablarnos de la «pastoral juvenil», en la que se incluye la «pastoral universitaria», con el claro objetivo de «llevar a los jóvenes a Cristo». Habla de la «pastoral familiar», reforzando su misión, frente a las «ideologías desintegradoras». Y termina su Carta, con una referencia cordial a los sacerdotes, poniendo especial énfasis en la atención a todas las dimensiones de la vida del presbítero: «Humana, espiritual, intelectual y pastoral». Concluye invitando a la Catedral y al Cabildo, a continuar su buena gestión del Conjunto Monumental: «Hacer de este magnifico y singular templo, un «atrio de los gentiles», como le gustaba decir a Benedicto XVI, un lugar abierto a la belleza, a la trascendencia, al encuentro con Dios». El obispo, en su conclusión, nos invita a que «disfrutemos de los dones de la Casa de Dios, de los sacramentos, de la evangelización, es decir, de dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio». Junto a la emotiva carta de nuestro obispo, evocaría los versos de Ernestina de Champourcin: «Un ramo de esperanzas / acaricia las puertas / que duermen todavía». *Sacerdote y periodista Suscríbete para seguir leyendo

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