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    » Diario Cordoba

    Fecha: 05/10/2024 23:43

    «¿A que ya no crees en el amor?», me preguntó Olga mientras sostenía una caña en una mano y un libro en la otra. «No», respondí y me apresuré a precisar con mi vermú bien pegado a mí en un lado y un par de libros en el otro: «Tampoco en la familia». «¡¿Y cómo podéis vivir así?! Yo creo en el amor, en la familia, en Dios (bueno, mi dios), en todo...», se exaltó Amaranta. «¡Eso es! Es muy difícil vivir sin creer casi en nada», alcé la voz, como si hubiéramos aterrizado al fin en la zozobra de mis días. Miré a Olga de reojo. Asentía. Comprendía esa cuerda inhóspita por la que hago equilibrismos. Las conversaciones de bar con libros entre las manos son el termómetro del mundo, porque creer... qué movida. Pero, oye, se puede vivir sin un credo, sin casi certezas. Doy fe de ello. ¿Futuro? ¿Qué futuro? En unos años el mundo explotará y terminaremos pasando hambre (o sed, que es peor), al menos yo, dada la precariedad de mi vida y mi casuística personal. ¿Cómo sobrevivir cuando mañana es una incógnita y apenas puedes aferrarte a ninguna verdad que sostenga? Otros artículos de Ana Castro El cuerpo en guerra Las chicas del autobús El cuerpo en guerra Tienes algo mío El cuerpo en guerra De golpes y firmas He ahí mi crisis existencial post divorcio. ¿Quién seré el mes que viene? ¿Cómo hacer planes a futuro si ya no hay nada en el horizonte? Las amigas y Toffee son siempre el salvavidas: sé que estarán ellas, que seré con ellas y que haremos cosas juntas. Son mi única excepción para ser capaz de hacer planes para meses futuros. ¿Febrero de 2025? Una incógnita, pero seguro que vamos al teatro juntas. Hay una excepción: creo en la palabra y en la literatura. No salva, pero ayuda a alcanzar certezas universales y puede impulsarnos a la redención. No se trata de hallar consuelo en ellas, sino de algo más primigenio, casi sagrado y muy luminoso. Sólo a través de las palabras y la literatura soy capaz de trascender los límites espacio-temporales. Me aproximan a lo verdadero que palpita en mi interior, a la esencia. Son más allá de esta columna y de los libros en los que me pierdo cada noche antes de dormir o que se acumulan en casa pidiendo todo ese tiempo que no sé dónde depositar. Quizás, la compañía perfecta en cualquier circunstancia vital, hasta en medio de las tormentas que sacuden por dentro y te dejan en los cimientos. He bajado cual animal de fondo de tierra que soy (Juan Ramón Jiménez) a lo más profundo de mi interior y allí están, preparadas para que un día de estos me vea con la fuerza necesaria para volcarme. Sí, creo en eso con todas mis fuerzas. Es mi único asidero. La palabra, mi palabra. Puede que sea todo cuanto necesito. *Escritora Suscríbete para seguir leyendo

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