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  • Pablo García López, el ‘backstage’ en la vida de un tenor de éxito

    » Diario Cordoba

    Fecha: 05/10/2024 23:29

    Es posible que lo hayan visto alguna vez paseando por Córdoba y que les haya firmado un autógrafo si se lo han pedido. Cercano y afable, Pablo García López es un hombre alegre que siempre lleva una enorme sonrisa dibujada en la boca. Fue uno de esos niños prodigio cuyo talento despuntó hace ya casi dos décadas, en el seno de una familia ajena a la música que supo, sin embargo, propiciar su talento innato de un modo natural, sin darle demasiada importancia, lo que le ha hecho vivir el éxito con los pies bien amarrados al suelo. Pablo García López, durante un ensayo en Arabia Saudí. / CÓRDOBA Después de cinco meses viajando de acá para allá, con conciertos en Arabia Saudí, Inglaterra, Holanda y República Checa, además de su paso por varios festivales como el de Peralada en España durante el verano, a punto de iniciar la nueva temporada que lo llevará a algunas de las salas más prestigiosas de Europa, esta semana ha pasado por Córdoba para cargar las pilas. Cuando viene a la ciudad para hacer una función, se queda en un hotel, le gusta concentrar toda su atención en la música, pero esta vez ha venido para ver a los suyos coincidiendo con la apertura de curso de la Real Academia de Córdoba, de la que forma parte desde hace dos años, y se ha permitido el lujo de dormir y repasar partituras en su habitación de niño, reunirse con la familia y comer en casa. «Me gusta mantener el vínculo con mi ciudad, Córdoba es un punto de inspiración para mí y aunque venga una o dos veces al año, es un lugar que tengo idealizado en mi mente, representa los amigos, la infancia, es como un sueño que me conecta con mis raíces». Con 36 años recién cumplidos, Pablo García López (Córdoba, 1988) recuerda con meridiana nitidez sus primeros pinitos en la música, a los profesores que educaron su voz y guarda con cariño muchas de las páginas de periódico y revistas que han seguido su trayectoria. Pablo García López, en la habitación de su niñez, en la casa de sus padres de Córdoba. / Manuel Murillo Siempre con la maleta preparada Esta vez, quedamos con él para que nos cuente cómo es el día a día de un músico de alto nivel, un tenor de éxito en lo más alto de su carrera que goza de una fama tranquila, con un grado de exposición mediática controlado y con una exigencia personal y profesional equivalente a la de un deportista de élite. «Mis maletas siempre las tengo preparadas», explica, «cuando hago una ópera viajo un mes a la ciudad en la que voy a cantar, paso mucho tiempo fuera -señala- este año, de enero a septiembre, habré estado un mes y poco en mi casa de Madrid». Vive mirando al futuro, con poco tiempo para recrearse en la nostalgia y en los recuerdos. «La pasión por la música hace que estés muy enfocado en lo que viene a continuación y que vuelques todo tu esfuerzo en el trabajo, eso hace que todo vaya muy rápido y a veces cuando paras, te das cuentas de todo el tiempo que no has dedicado a la familia, a mi sobrina por ejemplo, que ya tiene once años y no la he visto crecer...», explica con la mirada fija en una fotografía de la niña, «es que la vida de un músico clásico como yo, al menos en este punto de mi carrera, es en realidad una vida muy solitaria, cuando sales al escenario puede haber mil personas aplaudiéndote pero eso es solo un instante, al principio eso es duro, pero a la larga te hace más fuerte y disfrutas de todo lo bueno que te regala». El tenor cordobés Pablo García López, durante un ensayo. / CÓRDOBA En ese carrusel, tener pareja también resulta complicado. «Es muy difícil compaginar tu vida con otra persona cuando estás todo el día viajando, el compromiso de las dos partes tiene que ser muy fuerte, para mí la música es lo primero, es lo que siempre me ha acompañado y siempre va a ser mi prioridad», dice sincero. Disciplina para cuidar la voz Para que su instrumento esté a punto, tiene que cantar un mínimo de dos horas diarias y estudiar las partituras en silencio al menos tres o cuatro horas más, solo o acompañado por el resto de músicos cuando se trata de una ópera. «Es importante encontrar el equilibrio y ensayar sin llegar a forzar demasiado la voz para evitar lesiones que, al final, también forman parte de esta carrera, hay momentos en los que se producen episodios duros que tienes que superar, a mí me ha pasado, ya sea por causas físicas o neurológicas», explica, «también hay que estar preparado psicológicamente para afrontar esos momentos difícies que son parte de tu vida y de tu trabajo». En julio estuvo en Países Bajos con el disco De Sópitu, con su amigo el director de Orquesta y miembro de Forma Antiqua Aarón Zapico; en agosto cantó Don Juan no existe. En breve, partirá para Barcelona donde pasará tres meses con Madame Butterfly, luego estará dos meses y medio en Suiza... también irá a Oviedo con Las bodas de Fígaro, a Francia a Estambul ... relata mientras pierdo el hilo como quien lee una lista de la compra interminable, recordando alguna de las citas de una agenda que ya está hecha de aquí a 2027. Pablo García, en un ensayo en un concierto al aire libre con la Orquesta Filarmónica de Praga. / CÓRDOBA La música, fiel compañera Viaje en tren o en avión, la música siempre acompaña a Pablo García López. «Escucho mucha música barroca: Bach sobre todo. Me calma. También me gusta María Dolores Pradera y la música francesa de autor», cuenta divertido, «además, sigo muchos podcast, me encantan: de entrevistas, de políticos...». No hay más que verlo moverse a toda velocidad por la casa de sus padres, un piso en el barrio de Santa Rosa (con un larguísimo pasillo que en su niñez le sirvió como lugar de ensayo donde cantar sin molestar demasiado a los vecinos), para adivinar que es un rabo de lagartija, siempre despierto a todo lo que ocurre a su alrededor. «Es la primera vez que me hacen una foto en mi cuarto de niño», comenta, sentado en la cama, rodeado de partituras. En la pared, un retrato y carteles de algunas de las funciones que ha protagonizado. En la habitación de al lado, el piano con el que ensayaba cuando vivía en Córdoba. Pablo García López, vestido para 'La flauta mágica' en Suiza, junto a su agente. / CÓRDOBA Aunque lo habitual es que viaje solo, también lo acompaña su manager holandesa Rozemarijn Tiben o, si está de gira con algún pianista, va con él, pero no es lo habitual. «Mi familia vive al margen de mi carrera», apunta mientras posa para una foto y aprovecho para hablar con su madre, enfermera de profesión, que viene a saludar. «La distancia de los hijos la llevamos bien, de los tres que tengo solo uno vive en Córdoba», explica. Luego recuerda los inicios de Pablo, que «empezó en el conservatorio con el violín, luego se pasó al piano hasta que se apuntó al coro y estando allí nos llamaron para decirnos que el niño tenía aptitudes, hizo una Carmen en Córdoba y a él le gustó aquello». En esa época, ella solía llevarlo a Madrid a ver los musicales que había en cartel. «Pablo siempre ha sido muy creativo y él solo montó El fantasma de la ópera y El Rey León en Villaralto», el pueblo de sus padres donde él muy querido y admirado. Siempre que pueden, acuden a verlo cantar. «Hace poco estuvimos en Suiza, hemos ido a Francia, a Barcelona, a Oviedo...» La carrera de un tenor como él se divide entre ópera y conciertos, un 60% de repertorio operístico y un 40% de conciertos. Las partituras no se preparan de una en una sino que va trabajando en varias simultáneamente para que todo fluya. «Mi carrera es muy parecida a la de un músico solista de orquesta, solo que yo llevo el instrumento incorporado», bromea, «llevo una vida muy disciplinada, me cuido muchísimo para proteger la voz, pero es algo que hago desde hace tantos años que ya estoy acostumbrado», comenta, «tienes que cuidar muy bien la alimentación, las horas de sueño, los cambios de temperatura...» y ser resiliente ante los imprevistos. Partituras y smoking, los imprescindibles Recuerda que la pasada Navidad tuvo un concierto en Arabia Saudí y de ahí se fue a Berlín, «pasé de 38 grados a 0 en un día y me perdieron la maleta en el aeropuerto». Para quien viaja una o dos veces al año, la probabilidad de perder el equipaje es baja, pero para quienes están todo el día de aquí para allá la frecuencia se multiplica. «Estuve una semana en chándal», comenta encogiéndose de hombros, «en el equipaje de mano llevo siempre las partituras y el smoking, eso no se puede perder nunca». Todo lo que necesita se mueve con él en una o dos maletas, donde no pueden faltar los pañuelos del cuello, que no solo protegen su garganta sino que son su objeto fetiche. «Tengo una colección enorme, me encantan», confiesa. Pablo García López, en la cafetería de Santa Eulalia, su favorita en Madrid. / CÓRDOBA Cocinar no es lo suyo, pero se asegura de comer bien. «Soy un desastre en la cocina, pero con la comida soy muy exquisito, lo confieso, si paso tanto tiempo fuera de casa, tengo que asegurarme de no comer lo primero que pille», advierte divertido, así que allá donde esté intenta acudir a los mejores restaurantes. Cuando era más joven los continuos vaivenes eran una fuente de estrés. «Ahora me hago enseguida con las ciudades, lo primero siempre es encontrar un gimnasio cerca del hotel y buscar una cafetería de referencia». Tiene su rutina diaria empezando por la sesión de yoga. «Eso es fundamental para mantenerme centrado», afirma, lo de tener una cafetería también es fundamental, ya que a menudo las convierte en su cuartel general. «En Madrid, voy mucho a Santa Eulalia, en Ópera, me siento como en casa», afirma, «en cada sitio, encuentro un lugar especial». ¿Cuándo cantará en Córdoba? Pablo López siempre está dispuesto a cantar en Córdoba, aunque desearía que surgiera algún proyecto interesante, alguna propuesta que pudiera trabajar con tiempo. «El año que viene se cumplen 25 años de la primera vez que canté en el Gran Teatro de Córdoba y me gustaría hacer algo especial, con Zapico quizás», afirma, «estoy en lo mejor de mi carrera y es ahora cuando me apetecería cantar en mi tierra». Su agenda está llena de conciertos y a veces, es complicado encajar fechas si no se trabaja con antelación. Tiene un cariño especial a la Orquesta de Córdoba y le duele que siga estando sin sede propia. «Se merecen tener su lugar». Suscríbete para seguir leyendo

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