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  • Síntesis de la segunda invasión inglesa

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 05/10/2024 20:00

    Sin embargo, los invasores permanecen acechando en el Rio de la Plata. A pesar de su derrota no se fueron y la flota continúa amenazante. Los jefes militares rendidos, habían sido trasladados al interior del territorio. También el general Beresford y el teniente coronel Pack, con la aclaración que estos lograron escapar, cuando eran llevados a la provincia de Catamarca. Pero las logias masónicas se movieron y en una operación audaz, falseando ordenes de Liniers, diciendo que debía ser trasladado a Buenos Aires, Saturnino Rodríguez Peña consigue que se les entregue a los prisioneros. Como la flota del comodoro Pophan continuaba bloqueando en Río de la Plata, es de presumir que esperan refuerzos. Pero es ahora Liniers quien dirige con inusitado vigor los preparativos de la defensa. Crea también la MAESTRANZA donde se reparan fusiles y se montan cañones. Se establecen baterías que apuntan hacia los accesos a la ciudad. Ya tiene una fuerza compuesta por 9.000 hombres organizados en diversos cuerpos. Así se crea el Regimiento de Patricios, con 1.200 hombres de los alrededores de Buenos Aires. El Regimiento de Arribeños, organizado en compañías de 540 hombres. Esta formado por hombres del interior, “de arriba”, de allí su nombre. Los Patriotas de la Unión, 455 hombres costeados por el Cabildo, agregado al Real Cuerpo de Artillería Volante. Regimiento de Indios, Pardos y Morenos, que están al servicio de la artillería pesada, el de Húsares, con tres escuadrones. El Escuadrón de Carabineros de Carlos IV, el de Migueletes, el de Maestranza de Artillería, el Cuerpo de Quinteros, el de Esclavos, armados con lanza y cuchillo. La Compañía de Granaderos de Infantería y el Batallón de Marina. Los cuerpos españoles formaron 5 Tercios. El de Gallegos, el de Andaluces, el de Catalanes o Miñones, el de Vizcaínos (Vascos), el de Montañeses (o Cántabros) LLEGAN LOS REFUERZOS INGLESES. El 10 de noviembre de 1806 sale del puerto de Portsmouth, un ejercito de más de 4.300 hombres al mando del brigadier general Sir Samuel Auchmuty, quien navega en la fragata “Ardent”, con su segundo, el general de caballería Lumley, el teniente coronel Bradford y el cuartel maestre teniente coronel Bourke y 18 piezas de artillería. ¿Qué ha sucedido? Esta expedición en realidad se había preparado para ir contra Chile, en el plan inglés del dominio sudamericano, cuando llegan las noticias del Plata de la Reconquista de Buenos Aires. En tanto en Buenos Aires la población comenta la conducta del virrey Sobre Monte, que no supo hacer honor a su investidura en la defensa del virreinato ¿Y ahora regresa de Córdoba con tropas de esa provincia, Santa Fe y Paraguay? Son 2.000 milicianos y algunos cañones y ¿pretende que se lo reciba como virrey? Desde su tardía presencia con esa tropa, el virrey se dirige a Montevideo al enterarse que ha sido repudiado por el Cabildo Abierto de 1806. Permanece entonces en Montevideo, esperando la oportunidad propicia para regresar a Buenos Aires. Pero la suerte no lo acompaña ya que esta vez, los ingleses resuelven apoderarse de Montevideo. En realidad, era la oportunidad de rehabilitarse. Con su artillería y los 2.000 hombres, el puede maniobrar a lo largo de la costa para impedir el desembarco inglés. Pero cuando se produce el desembarco en la playa La Mulata, en lugar de ser el primero en la lucha, destaca al coronel Allende con 800 hombres de las milicias y 160 “Blandengues”, mientras él permanece a retaguardia El 19 de enero ya iniciada la marcha de la columna del general Lumley (con la que va Auchmuty). Allí se produce el choque con las fuerzas del coronel Allende, pero apoyados por el fuego de los barcos y por su propia carga, las fuerzas de Lumley ponen a Allende en retirada con fuertes bajas. A esa retirada se le une Sobre Monte con las reservas hacia Canelones, sin haber entrado en combate. Los ingleses ya a las puertas de Montevideo establecen un vivac. Dentro de la ciudad, la fuerza allí existente resuelve hacer una salida para sorprender al invasor y tratar de impedir quedar sitiados. Pero esa salida es francamente suicida y los valientes son avasallados por el enemigo y el fuego de la escuadra produciendo una verdadera carnicería. 600 muertos quedan en el campo, perdiendo toda la artillería, 600 fusiles y 300 prisioneros. Pero todavía quedan defensores para resistir en la ciudad. El día 23 abre fuego una batería contra los barcos españoles que estaban en la bahía. El día 25 otra batería de 4 piezas y otra de 2 morteros, las que sumadas inician un bombardeo general a Montevideo que no se rinde. El 28 se suma otra batería y el 30 una quinta batería. Los ingleses comienzan a comprender que el asalto les costará la vida a muchos de sus soldados. Mientras en Buenos Aires Liniers prepara un envío de auxilio a los sitiados y el 1º de febrero desembarca una ayuda de 500 hombres al mando del subinspector coronel Arce. Embarcada el 24 de enero en una escuadrilla al mando del capitán Michelena. El desembarco es al norte de Colonia. Pero no estaba allí Sobre Monte que debía esperarlos con los caballos. Hay 170 kilómetros a Montevideo. A marchas forzadas deben llegar antes de que se concrete el sitio. Por su parte Liniers había zarpado el 29 de enero al frente de 1.500 hombres con los jefes Antonio González Balcarce junto a Hilarión de la Quintana. Desembarcan en Conchillas sin encontrar tampoco a Sobre Monte convenidos con el virrey. Contrariado Liniers por la deslealtad de Sobre Monte, inicia la marcha hacia Montevideo. Mientras los ingleses arrecian el fuego por mar y por tierra sobre la plaza que resiste. Montevideo recibía el fuego del norte y del oeste batido por la escuadra naval, al sur y al este por la artillería de tierra. Durante días Montevideo arde por todos lados de noche y de día. Finalmente, los ingleses comienzan a colarse por las brechas, hasta que logran ocupar la ciudad que finalmente cae. En marcha hacia la ciudad, Liniers recibe la noticia de la caída de Montevideo, debiendo regresar a Buenos Aires, sin capturar tampoco a Sobre Monte y hacerle pagar el fracaso de la expedición. Al llegar a Buenos Aires se entera de la inquietante noticia de la fuga de Lujan de Beresford y Pack donde estaban confinados y debían ser trasladados a Catamarca. A todo esto, el general Auchmuty entiende que, de acuerdo a la resistencia opuesta en Montevideo será necesaria una fuerza de 15.000 hombres para conquistar y conservar ese virreinato. Nada sabe de la próxima llegada de la expedición de Craufurd y de Whitelocke al frente de otro contingente. El 10 de mayo arriba a Montevideo el teniente general Whitelocke con el general Levinson Gower. El 15 de junio arriban a Montevideo las fuerzas de Craufurd y el nuevo jefe de la escuadra almirante Murray. DESEMBARCO El día 21 de junio dejan Montevideo ocupado por 1.350 hombres y en el puerto quedan los buques de mayor calado. Parte hacia Buenos Aires una tropa de 9.000 hombres y desembarcan en la Ensenada de Barragán los días 28 y 29 de junio. El día 30 se ponen en movimiento. Adelante va la vanguardia: las brigadas de Lumley y Craufurd con 2.500 hombres al mando del general Gower. A ella le sigue el grueso: con 4.400 hombres a las ordenes de Whitelocke y el general Auchmuty. Cierra la marcha la retaguardia: al mando del teniente coronel Mahon con 2.500 hombres a cargo del parque. La vanguardia, todos hombres de infantería, se ven hostilizados en su marcha por los hombres del coronel Martín Rodríguez con veloces incursiones de sus jinetes, desde Ensenada hasta Bernal, donde vivaquean. El grueso y la retaguardia lo hacen en Quilmes. Luego la columna de Gower es adelantada a fin de cruzar el Riachuelo por alguno de los pasos aguas arriba del Puente de Gálvez, e ir a establecerse en los suburbios del oeste para intimar la rendición a la ciudad. El día 2 la vanguardia inicia la marcha a las 9.30 al son de clarines y tambores. COMBATE DE MISERERE: el son de las trompetas había alertado a la ciudad, que ya estaba en conocimiento del desembarco en Ensenada. Liniers dejó 1.600 hombres para la defensa de Buenos Aires y salió a combatir al otro lado del Riachuelo con el siguiente dispositivo: A la derecha: División Balbiani (2 batallones de Patricios, los Granaderos de Terrada, un batallón de marina, 2 compañías de Catalanes, 2 escuadrones de Húsares y 14 piezas. En total 1.987 hombres Centro: División Javier Elío que había llegado de Colonia con 400 hombres (Gallegos, Pardos y Morenos, Andaluces, 2 compañías de Miñones, 1 escuadrón de caballería y 9 piezas. En total 1.720 hombres. A la izquierda: División Velazco (Gobernador del Paraguay) formado por el Fijo, Los “Blandengues”, Vizcaínos, Arribeños, 2 compañías de Miñones, 1 escuadrón de caballería y 16 piezas. Total 1.680 hombres Reserva: División Gutiérrez de la Concha (con los Dragones, tercer batallón de Patricios, Montañeses, Miñones, dos escuadrones de caballería y 14 piezas. Total 1.580 hombres Sin embargo, todo este dispositivo es inútil. Los ingleses cruzan el Riachuelo por Paso Burgos aguas arriba. Desorientado Liniers, sin embargo, se da cuenta que será atacado por el flanco, por lo que envía a la caballería a adelantarse a esa maniobra y opta por repasar el Riachuelo por el puente y dirigirse a toda marcha hacia Miserere y formar una línea de batalla detrás de los corrales y las zanjas, al tiempo que la vanguardia inglesa aparece por el sudoeste. Son las cinco de la tarde cuando la brigada de Craufurd se despliega por escalones de compañías a la izquierda y carga a la bayoneta con dos batallones a ordenes del teniente coronel Pack y el mayor Travers. Atacados por el flanco y retaguardia, las fuerzas de Liniers retroceden a través del matadero ante la precisión de fuego enemigo. Cortada en dos la fuerza defensiva se desbanda. Liniers y Velazco con unos 400 hombres marchan hacia la Chacarita, mientras el resto se dirige hacia la ciudad perseguidos por los ingleses, llegando hasta la línea de la actual Callao donde se detienen. El coronel Elío no siguió a Liniers, sino que regresó a la ciudad donde se le fueron uniendo los dispersos de Miserere. El 2 de julio, la bandera inglesa se alza en los Corrales de Miserere donde acampan los invasores y alrededor de las fogatas tratan de entrar en calor. El general Gower exige la rendición a la ciudad cuya defensa esta ahora a cargo del coronel Elío, por ausencia de Liniers. Por toda respuesta, Elío solicita a Gower que envíe por escrito la proposición (solo para ganar tiempo). Esto sin embargo salva a la ciudad convulsionada. Esa tregua es afortunada, ya que en lugar de atacar de inmediato la ciudad indefensa, se concentra en la redacción por escrito de su ultimátum, para ser en definitiva, rechazado con altanería. Cae la noche que solo presagia desgracias para la ciudad. Sin embargo, esta vez el Cabildo está a la altura de las circunstancias y especialmente, el Alcalde de Primer Voto don Martín de Álzaga. Por sus órdenes, el coronel Balbiani (que había quedado en Barracas) trae a la plaza su división. También los Húsares de Martín Rodríguez y los Granaderos de Terrada llegan en perfecta formación para montar guardia en la Plaza Mayor. Esa noche del 2 al 3 todo el pueblo se prepara par4a la defensa. Se cavan trincheras, se hacen barricadas en las calles. Se traen los cañones que están en la orilla y se colocan en la Plaza. Al sargento mayor Juan José Viamonte se le encarga la traza de un perímetro fortificado que se divide así: Defensa interior: Un reducto interior con eje en el Fuerte, con sus trincheras artilladas y tropas en las azoteas circundantes. Defensa Exterior: una cortina compuesta de una línea irregular de cantones que circundan la Plaza, con la finalidad de debilitar al enemigo, tanto que no quede en condiciones de asaltar el Fuerte. También se resuelve defender la Plaza del Retiro y su arsenal dándose esta misión al capitán Juan Gutiérrez de la Concha con unos 1.000 artilleros, marineros, Gallegos y Patricios. A todo esto se suma Liniers, que pasa la noche en Chacarita donde reunió a los dispersos del combate y llega al frente de unos 1.000 hombres al medio día y que se suman a la defensa. Recorre las obras dispuestas por Viamonte y aprueba todo lo hecho. A todo esto, el grueso del ejercito inglés que se mueve pesadamente por el equipamiento que desplazan ha perdido de vista al general Gower. Quedan así desconectados de la vanguardia. Mal empiezan las cosas para Whitelocke, preocupado por los abastecimientos, manda instrucciones al teniente coronel Mahón, disponiendo que la retaguardia se quede en Quilmes, para no perder contacto con la escuadra. Auchmuty ataca el Retiro con los Regimientos 87 y 38, pero no bien cruzan la calle llamada hoy Suipacha, un verdadero infierno se desata desde los cantones vecinos reforzados con los cañonazos del Retiro. Huyen los ingleses y se arrojan al Zanjón de Matorras. A cubierto por el Zanjón, Auchmuty sigue hacia el rio refugiándose en algunas casa de la orilla. Desde allí oye como están recibiendo las andanadas de los cantones el Regimiento 87. Acosados y barridos por el fuego, Miller se incorpora a Auchmuty. La primera mitad del Regimiento 88 a las ordenes del teniente coronel Alexander Duff, también comienza a recibir metralla y disparos desde las azoteas. Buscan refugio en la Iglesia San Miguel. Los ingleses se arremolinan en el atrio tratando de derribar las puertas, hasta que deben huir pero con escasa suerte, ya que allí se acantonan los Húsares de Martín Rodríguez. A las 12 horas se rinden y son enviados los sobrevivientes al Fuerte. La otra mitad de Regimiento 88 al mando del mayor Vandeleur se interna por las callejuelas donde son recibidos por el fuego de los cantones, una lluvia de piedras, agua hirviendo y toda clase de proyectiles arrojados por la población. Al llegar a la actual 25 de Mayo el fuego es ya imposible de contestar, y sin escapatoria los ingleses se lanzan a la carrera hacia el río. En la actual calle Reconquista son acribillados por soldados del Regimiento de Arribeños, ya que allí estaba el cuartel. El general Lumley que dirige el Regimiento 36 viene por la actual Corrientes a ordenes del coronel Burne y otro por calle Lavalle al mando del capitán Cross. Cuando llegan a Corrientes y 25 de Mayo hace enarbolar la bandera del 36 en una azotea ignorando la suerte corrida por los demás y sin saber que su flanco y retaguardia están desprotegidos. Triunfal esperanza se apodera del general Lumley al ver ondear la bandera del 36 y con sus hombres se apresura a llegar, pero una lluvia de disparos lo recibe. De todas las azoteas vecinas a la Plaza Mayor parten los disparos de fusileria sin que ellos puedan ver quienes les disparan. También reciben disparos de cañón desde el Fuerte. Momentos después se acerca una bandera de parlamento. Es el coronel Elío, quien le confirma la mala noticia del desastre de dicho Regimiento y les propone rendición. Pero Lumley se niega, a pesar de saber que todo el Regimiento 88 se ha rendido Sería muy extenso relatar el destino de cada columna invasora. Permítaseme en cambio relatar los detalles de la derrota de Whitelocke, refugiados en la casa de la virreina junto a otros oficiales, al recibir la intimación a rendirse que le envía Liniers ¿Rendición? ¿Será posible que un numeroso ejercito de veteranos y una poderosa escuadra deban rendirse a la pacifica Buenos Aires? Sin embargo, sabe que es cierto lo que el jefe de la defensa le comunica, que tiene 80 oficiales y 1.000 soldados rendidos y prisioneros en el Fuerte, amén de numerosos muertos y heridos. Liniers le propone una rendición honrosa, invitándolo a reembarcarse, se le restituirán todos los prisioneros tomados ahora y los de la expedición anterior. En cambio, deberá entregar los tomados por Auchmuty en el Retiro, como asi también los capturados durante el sitio de Montevideo, debiendo evacuar el Río de la Plata sin que quede fuerza alguna del reino. Whitelocke aún piensa en resistir con la retaguardia de Mahon que ha llegado a Barracas y le ordenaría llegar hasta Miserere. Quiere concentrar en el Retiro todas las fuerzas para proseguir la lucha. Pero no puede desoír la palabra de Auchmuty que le propone aceptar las condiciones impuestas por Liniers. Le propone entonces a L:iniers una tregua para recoger los muertos y heridos. Comprendiendo que no hay tiempo que perder, Liniers contesta con una recia descarga. Pero pronto callan los cañones y la fusilería. Un silencio profundo se extiende al ver avanzar bandera de parlamentoi en dirección al Fuerte. Todo ha terminado, los ingleses se han rendido. En la mañana del 7 de julio desembarca el almirante Murray. Un respetuoso silencio lo contempla mientras se dirige al Fuerte donde firmará el documento de la capitulación junto al general Gower y los coroneles Balbiani y Velazco. Mas tarde lo hará Liniers y Whitelocke validando la capitulación.

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