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  • Kris Kristofferson, uno de los cantantes de country-folk más influyentes de su época y gran actor

    » El Ciudadano

    Fecha: 04/10/2024 01:01

    Fue uno de los músicos y compositores populares norteamericanos más destacados. "Me and Bobby McGee" que hizo para Janis Joplin; "For the Good Times" y "Help me Make It Through the Night", son algunas de sus temas más reconocidos. En cine compuso personajes similares a los de sus canciones Muy pocos conocían a Kris Kristofferson cuando tocó por primera vez en el Festival folk-country de Nashville en 1965 –después lo haría varias otras veces–, pero su contundente voz de barítono y a la vez algo aterciopelada, pese a su marcado acento texano, le ganaron un lugar entre un público siempre exigente. Ya vivía en Nashville cuando eso ocurrió, donde todavía trabajaba como conserje en los estudios cinematográficos Columbia, luego de dejar su Brownsville natal. Al tiempo que veía filmar algunas películas en los sets de la compañía, escribió sus primeras canciones, entre ellas “Sunday Morning Coming Down”, que en 1969 grabaría e hizo popular Johnny Cash, y “Help Me Make it Through the Night”, que le haría ganar su primer Grammy –en realidad sería su primer gran éxito–, y que fue la banda sonora de Fat City, la entrañable película de John Huston, basada en la legendaria novela de Leonard Gardner, donde abundan los perdedores sumidos en un mundo de alcohol, tabaco, sudor y hoteles de mala muerte. También fue el autor de algunos clásicos del género, como “For the Good Times” y la portentosa y melancólica “Me and Bobby McGee”, compuesta para Janis Joplin –con quien mantuvo una estrecha relación, algunos dicen íntima pero nunca pudo comprobarse–, porque pensó que solo una voz como la de la cantante de rock-blues podía darle su verdadera dimensión a la canción. Las publicaciones especializadas de la época contaban que cuando escuchó a Joplin mientras grababa el tema, Kristofferson se largó a llorar. “Yo canté esa canción muchísimas veces, pero solo el ángel de Janis puede darle ese relieve, era una canción mía que nunca fue para mí”, supo decir Kristofferson en aquel momento. Kristofferson, leía mucha poesía; entre ellos Walt Whitman, Emily Dickinson, Robert Lowell, E. E. Cummings, William Carlos Williams, también a los beatniks como Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti, Neal Cassady y Gary Snyder y podía recitar de memoria a William Blake. A menudo las letras de sus canciones, donde sobrevuelan influencias de algunos de esos autores, mencionan la soledad, el amor en todas sus facetas y, sobre todo, la desesperanza que produce una sociedad consumista e individualista. En las fotos y videos de los 60 y 70 se impone su imagen de larga melena, sus jeans acampanados, su sonrisa franca y distendida y una postura y estilo deudores del de Bob Dylan, pero de propia conformación. En todo caso, podría decirse que Kristofferson fue parte de una nueva generación de compositores de country, muy signada por la contracultura de la época, sesgo compartido con Willie Nelson, John Prine y Tom T. Hall, por citar algunos de sus compañeros de ruta de esas décadas. El cine atrapó a Kristofferson al igual que la música, algo había aprendido durante su trabajo en los estudios de Columbia mientras trabajaba allí. Incluso había hecho una gira teatral con Dustin Hoffman representando una adaptación de Macbeth en la que fue adquiriendo recursos actorales que iría perfeccionando con el tiempo. El primer film en el que participó fue The Last Movie (1971), dirigida por su amigo Dennis Hopper, filmada en Perú, valorada en el Festival de Venecia del año siguiente pero un fracaso de crítica y público durante su estreno estadounidense. “Fue una película hecha entre amigos, Dennis, Peter (Fonda), Sylvia (Miles), Sam (Fuller), Dean (Stockwell), todos nos pasamos de rosca en el uso de sustancias, pero igual creo que es fantástica en lo que propone y las generaciones más jóvenes la vieron de otro modo y la rescataron”, apuntó Kristofferson mucho después, cuando el film ya había adquirido cierto estatus de culto. De allí en más Kristofferson actuaría en más de 70 películas hasta 2017, año en que se despidió del cine. No fueron pocos los títulos interesantes en los que trabajó el cantante y actor. Entre ellos están Pat Garrett y Billy The Kid (1973), el western algo delirante de Sam Peckinpah sobre el legendario bandido norteamericano, donde fue protagonista junto a James Coburn y cuya banda sonora la compuso Bob Dylan, quien también interpreta un personaje. En 1974 protagonizará Alicia ya no vive aquí, uno de los puntos altos de la filmografía inicial de Martin Scorsese, junto a Ellen Burstyn y Harvey Keitel, en realidad una historia muy emparentada con algunas de las que Kristofferson describe en sus canciones. Una mujer y su pequeño hijo que queda viuda y casi sin recursos económicos que busca ganarse la vida como cantante en bares de mala muerte, que conocerá hombres golpeadores hasta que encuentra un pequeño oasis trabajando como camarera y encontrando alguien que la corteja y es diferente a todos. En 1976 llegaría el título que potenciaría su carrera fílmica, la ya mítica Nace una estrella, una versión superadora de la original filmada en 1937 por William A. Wellman y que tiene a Barbra Streisand como coprotagonista. El film, dirigido por Frank Pierson (guionista de la maravillosa Tarde de perros) narra la historia de un famoso rockero que ve anulada su creatividad a partir de su adicción al alcohol y las drogas mientras su mujer, también música, cada vez alza más vuelo. Nace una estrella ganó un Oscar a la mejor canción por “Evergreen”, que compusieron Barbra Streisand y Paul Williams, pero había sido nominada a mejor banda sonora y a la mejor fotografía. A su vez, Kristofferson y Streisand obtuvieron Globos de Oro como mejores actores del rubro comedia dramática musical. Después seguirían muchos otros títulos, algunos destacables como Sandino (1990), sobre el líder de la revolución nicaragüense que dirigió el chileno Miguel Littin; el interesante western moderno Lone Star (1996), que dirigió John Sayles, un realizador independiente con planteos estéticos y formales atendibles que despuntó en los noventa; la versión de El planeta de los simios (2001), que dirigió Tim Burton; dos films de la saga Blade (2002 y 2004), los relatos sobre el vampiro negro interpretado por Wesley Snipes, películas en las que Kristofferson tuvo roles secundarios pero en los que demostraba su crecimiento actoral, incluso componiendo villanos de carácter ambiguo con demostrada eficacia. Su última participación sería en otro western llamado Hickok (2017), que dirigió Timothy Woodward Jr. y contaba parte de la vida del también famoso pistolero –aunque también agente de la ley– Wild Bill Hickok, con una banda sonora donde brillaban los acordes country. Así y todo, Kristofferson nunca dejó la música, cada vez que podía encaraba giras con músicos country y folk o participaba en festivales de rock y continuaba componiendo cada vez más afirmado en los paisajes del interior profundo estadounidense, describiendo amores infructuosos, ilusiones perdidas o decadentes devenires de personajes muy sujetos al alcohol o las drogas. “No hay mejor compositor vivo que Kris Kristofferson”, dijo una vez Willie Nelson durante una ceremonia de entrega de premios a Kristofferson en 2009. Y agregó: “Todo lo que escribe se transforma en un clásico y uno podría hacer álbumes tan solo con sus canciones”. Nelson y Kristofferson unirían sus voces a las de Johnny Cash y Waylon Jennings para crear el súper grupo country The Highwaymen a partir de mediados de los ochenta. Entre 1985 y 1995 grabarían tres álbumes de estudio, cada uno con una repercusión impresionante en Estados Unidos. Kristofferson, que grabó más de 40 discos, abandonaría los escenarios en 2021, luego sólo hizo apariciones ocasionales como invitado en algún escenario, incluida una actuación con Rosanne Cash, hija del célebre Johnny en la celebración del 90 cumpleaños de Willie Nelson en Los Ángeles en 2023. Ambos cantaron una canción que Kristofferson escribió y de la que Nelson grabó su versión más conocida. Considerado uno de los cantautores norteamericanos más influyentes de su época, además de un actor de predicamento, Kristofferson murió hace apenas unos días, a los 88 años, en su casa de Maui (Hawái).

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