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» Diario Cordoba
Fecha: 03/10/2024 00:27
Alcanzar una economía circular completa, en la que nada se desperdicia y todo se reutiliza, es el sueño y el último reto de las sociedades occidentales, encabezadas por una Unión Europea que legisla -no sin reticencias- para alcanzar el objetivo este mismo siglo, allá por el año 2050. Dentro de una generación no deberían producirse más residuos, lo que obligará a un cambio de paradigma productivo que ya ha comenzado sigilosamente. Para alcanzar ese ambicioso objetivo, es necesario que todos los sectores económicos, incluido el ámbito doméstico, avancen a la par. También, cómo no, el sector primario, el de mayor peso productivo en la provincia gracias al campo y la industria agroalimentaria. La pregunta es: ¿resulta posible que el sector alcance el balance de «residuos cero» en el plazo establecido? ¿La ciencia y la tecnología lo permiten? La respuesta es sí: «Hoy por hoy no llegamos, pero es posible». El entrecomillado es de Arturo Chica, catedrático de Ingeniería Química de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Córdoba y coordinador de las octavas Jornadas de la Red Española de Compostaje, que se celebran en el Rectorado hasta el viernes y que han comenzado analizando varios métodos de reciclaje de los residuos agroganaderos. Cuando hablamos de reciclaje, habitualmente pensamos en los residuos domésticos, aquellos que van al cubo de la basura y que, de un modo u otro, se intentan revalorizar para que los desechos tengan una segunda vida. Se hace así, por ejemplo, en los vertederos del Lobatón para la capital y en la planta de Epremasa en Montalbán para el resto de la provincia. Residuos agrícolas Los desperdicios que se generan en el campo y en la industria agroalimentaria son de carácter muy diferente, y también suponen un volumen mucho menor en comparación con los residuos sólidos urbanos. No hay, por ejemplo, contenedores diferenciados como sí ocurre con la basura doméstica, ya que los sobrantes están muy bien definidos. Es más fácil por tanto separar los residuos orgánicos y emplearlos con diferentes fines, como la elaboración de compost (un abono de alta calidad) o incluso la generación de energía. Ya se está haciendo en las grandes empresas y granjas europeas, y por ahí tendrán que avanzar el resto de los productores. Chica explica que «los restos de la industria o el campo, como se recogen aparte, son más fáciles de tratar directamente en las plantas de compostaje, ya que tienen menos posibilidad de contaminación». Para ello, se usa todo lo que sobre del sector primario y su industria asociada: los residuos de ganadería, estiércol, purines, aguas residuales, restos de poda y de la industria agroalimentaria... El ingeniero pone como ejemplo claro de esta economía circular en la agroindustria las plantas de producción y envasado de leche, que generan un gran volumen de aguas residuales tratadas en el mismo punto de origen y no en las depuradoras urbanas. De ahí se obtienen lodos de biomasa «y hay que hacer algo con ellos». Cuando los residuos están relativamente sólidos, se puede recurrir al compostaje; si por el contrario presentan una elevada cantidad de agua, sirven para producir energía. También como materiales de construcción Es más, incluso si tras los procesos de tratamiento de restos agrícolas quedaran como resultante materiales refractarios al reciclaje o más complicados de elaborar, se podrían emplear de nuevo en el campo para dar porosidad al suelo (en forma de cenizas) o hasta como materiales de construcción mezclados con hormigón o asfalto. Así, dice Chica, una economía circular completa es «técnicamente posible, pero hay que diseñarla desde el principio. Si no se hace una separación previa de los residuos que sea eficaz, luego no vas a poder valorizar, pero trabajando en este tema se puede conseguir». Ese es el problema que presentan ahora mismo los residuos domésticos, al contrario de lo que ocurre en la industria agroalimentaria: no se hace una adecuada separación en origen. Al final, el cubo de la basura lleva de todo, y no sólo materiales orgánicos con los que se podría elaborar un compost de calidad. Por ello, a corto y medio plazo no habrá más remedio que implantar el llamado quinto contenedor, que acogería todos aquellos desperdicios que no son cristal, papel o cartón, envases ligeros o basura orgánica (como los restos de comida). Eso obligará también a cambiar los hábitos domésticos de los ciudadanos, pero no hay otro modo de hacerlo. Inauguración de las jornadas. / Diario CÓRDOBA Sobre todo eso y mucho más se ha debatido y se seguirá haciendo en las jornadas de la Red de Compostaje, en la que participan en torno a 150 expertos procedentes de toda España, aunque también hay representación de Latinoamérica y EEUU. Todos ellos tienen un elevado perfil académico, desde ingenieros a químicos. El rector de la Universidad de Córdoba, Manuel Torralbo Rodríguez, dio este miércoles la bienvenida institucional a los participantes, destacando el alto nivel del conocimiento generado por el área de Ingeniería Química de la UCO que, junto al Instituto de Química, Energía y Medio Ambiente (Iquema) y la Facultad de Ciencias «tienen mucho que aportar a la sociedad, máxime en un ámbito tan justificado como es la gestión de residuos». Por parte del Ayuntamiento de Córdoba, dirigió unas palabras de bienvenida a los asistentes el teniente de alcalde delegado de Turismo, Sostenibilidad y Medio Ambiente, Daniel García-Ibarrola Díaz, junto a la vicedecana de Planificación de la Facultad de Ciencias, Carmen Ruiz Roldán. Suscríbete para seguir leyendo
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