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  • 'La virgen roja': Najwa Nimri, la eugenesia y cómo la 'mujer del futuro' acabó tiroteada por su madre

    » Diario Cordoba

    Fecha: 01/10/2024 10:44

    El 9 de junio de 1933, una muchacha de 19 años llamada Hildegart Rodríguez fue tiroteada mientras dormía por su madre, Aurora Rodríguez Caballeira. El parricidio copó titulares tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, tanto por lo pavoroso del hecho en sí como porque, a pesar de su edad, la víctima era una figura prominente del anarquismo español, el socialismo y el republicanismo de izquierdas y un referente del activismo en pro de la liberación sexual y la emancipación de la mujer. A lo largo de los años posteriores, el suceso ha servido de fuente de inspiración para varias ficciones entre las que destacan el largometraje ‘Mi hija Hildegart’ (1977), dirigido por Fernando Fernán Gómez, y la aclamada novela de Almudena Grandes ‘La madre de Frankenstein’ (2020). La zaragozana Paula Ortiz lo aborda desde otro punto de vista en su nuevo trabajo, ‘La virgen roja’, protagonizado por la joven Alba Planas y por Najwa Nimri en la piel de la asesina. Acaba de llegar a los cines tras su paso por el Festival de San Sebastián. “Yo creo que el caso de las Rodríguez tiene mucho de reflejo de nuestra propia Historia y de ideas de las que somos hijos, y por eso quería contemplarlo con la mirada de nuestra generación”, nos cuenta la directora. “Además, tanto el libro de Grandes como la película de Fernán Gómez se centran en Aurora, que es el personaje fascinante y contradictorio porque alberga la barbarie”. Rodríguez Caballeira murió de cáncer en 1955, en el psiquiátrico de Ciempozuelos donde pasó la mayor parte de los 26 años de prisión a los que había sido condenada. condenada. “Pero, para reflexionar sobre cómo es posible que aquello ocurriera, yo he querido adoptar el punto de vista de la víctima”. Desde niña, Aurora Rodríguez estaba obsesionada con la eugenesia, filosofía social muy popular en aquella época que defiende el perfeccionamiento de los rasgos hereditarios humanos mediante diferentes formas de intervención manipulada y métodos selectivos. Pasó años buscando al hombre adecuado junto al que engendrar a la mujer perfecta; acabó eligiendo a un sacerdote castrense de Lleida que no reclamó la paternidad. Educó a Hildegart -nombre alemán significa “jardín de sabiduría”- según un régimen increíblemente estricto con el objetivo de convertirla en líder de un movimiento que liberaría a las mujeres del futuro, y la mantuvo aislada del mundo exterior. Antes de cumplir 2 años, la niña ya sabía leer, a los 3 podía escribir y a los 8 hablaba inglés, francés y alemán. A los 10 años, ya era conocida en los círculos intelectuales de Madrid y a los 13 comenzó a colaborar en periódicos como ’El Socialista’; a los 14 inició los estudios de Derecho, y a los 17 empezó otras dos carreras, Filosofía y Letras y Medicina; poco después, ya había escrito 16 monografías. Entretanto, sus ansias de libertad chocaron de forma cada vez más frontal con el control férreo de su madre, que llegado el momento no soportó la idea de perderla; acabando con su vida, creyó estar salvándola de la corrupción y el fracaso, y al mismo tiempo preservando la pureza de su propia visión. “Para mí es importante dejar claro que Aurora no era una psicópata, sino una fanática”, matiza Ortiz. “No hemos querido hacer un ‘true crime’, sino una película política. Estas mujeres fueron pioneras, y funcionan a modo de parábola de cómo el sueño de la razón engendra monstruos. El asesinato me importa sobre todo en cuanto que entronca con todo el tejido histórico, sociológico e ideológico de la Segunda República”. A partir de su peripecia argumental central, ‘La virgen roja’ se pregunta cómo las ideas pueden llegar a ser usadas como coartada para manipular y traicionar a la gente, y pervertidas por actitudes dogmáticas y narcisistas; propone reflexiones, pues, que también aluden a la vida política actual. “Cuanto más me documenté sobre los debates que tenían lugar en aquella época, más claros vi esos paralelismos”, reconoce la directora. Tanto entonces como ahora el debate se va haciendo más rígido, las propuestas se convierten en esquemas dogmáticos que corren el peligro de imponerse sobre la realidad y lo humano, y entonces aflora el peligro de violencia. Me atrajo la posibilidad de hablar de gestos autoritarios y fascistas a través de una madre y una hija que fueron símbolo político, y ejemplo de civilización y sofisticación pero acabaron simbolizando la barbarie”. Similar vigencia tienen las contrastadas actitudes de ambas frente al sexo opuesto, en cuanto que reflejan un debate avivado en el seno del feminismo tras la eclosión del ‘MeToo’. “Para Aurora, el hombre era el enemigo; Hildegart, en cambio, representa un paso más en la evolución del feminismo, dirigido hacia la integración y la colaboración. Cuando el feminismo olvida el elemento humano puede ser usado, como cualquier estructura ideológica, en una herramienta para la violencia, y esa es la base de todo fascismo”. Tal y como la retrata ‘La virgen roja’, Hildegart Rodríguez conecta estrechamente con heroínas de la filmografía de Ortiz. Como la novia protagonista de ‘La novia’ (2015), es un ser trágico que paga por sus pasiones prohibidas; e igual que la Teresa de Jesús representada en ‘Teresa’ (2023), recurre a la palabra y la argumentación en una época en la que no solía aceptarse que las mujeres usaran tales herramientas. “Todas ellas son personajes azotados por fuerzas filosóficas, emocionales y sociales arrolladoras. Teresa y Hildegart luchan por llegar al centro del conocimiento; y la novia se dirige al centro del deseo, que también es una forma de conocimiento. En su camino, las tres se enfrentan a las grandes preguntas sin resolver. Y creo que una función importante de la ficción es precisamente asomarse a ese abismo”.

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