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» Diario Cordoba
Fecha: 30/09/2024 08:43
Café para todos es una expresión que significa dar un trato igual a todos los afectados por un asunto con objeto de satisfacer a todos por igual. La pronunció Manuel Clavero Arévalo, ministro, durante la transición española. Hoy está de más actualidad que nunca, ya saben ustedes por qué. Y es que el café, que mañana, 1 de octubre, celebra su día internacional, puede tomarse de muchas maneras. Es cosa corriente que en una mesa de ocho o diez personas no haya coincidencia en el pedido: café solo, con leche, largo de café, largo de leche, manchado, cortado, descafeinado, de máquina, de sobre...; café turco, que se prepara sin filtro, vertiendo agua hirviendo sobre el café molido; americano, que lleva una cantidad de agua superior a la habitual; capuchino, que va cubierto de espuma de leche o nata; de puchero o pucherete, que es como el turco, pero colándolo con una manga de tela; vienés, que se prepara con nata... El famoso café irlandés se prepara con nata y güisqui y algunos han hecho verdadero arte de su presentación, manteniendo en el vaso o copa los tres ingredientes separados por capas, un trabajo inútil. La versión española es el carajillo, en la que el café caliente se mezcla con alguna bebida alcohólica de alta graduación, como brandy, anís, ron, orujo o güisqui. También es popular y versionado en varios países hispanoamericanos. En Venezuela lo llaman café envenenao. Si entramos en el terreno del lenguaje figurado, no es raro usar lo de tener mal café cuando queremos suavizar lo de tener mala leche. Lo mismo que si nos citamos para tomar un café, en realidad estamos manifestando el deseo de comentar algún asunto o de ponernos al día. El café es la bebida más consumida del mundo después del agua y el lugar donde se consume más café es en los países nórdicos, aunque el país con mayor producción del mundo es Brasil. En dosis moderadas, sus efectos sobre nuestro organismo son benéficos, porque, según Balzac, en su ‘Tratado de excitantes modernos’, «el café pone en movimiento la sangre, hace brotar así los espíritus motores y esa excitación precipita la digestión, ahuyenta el sueño y permite mantener durante un poco más de tiempo las facultades cerebrales». Claro que en su ‘Nueva teoría del desayuno’, dice que «ofrecer café con leche no es cometer una falta, sino hacer el ridículo... Esa bebida entristece la fibra, carga el estómago de saburras perniciosas y debilita el sistema nervioso». ¿En qué quedamos? Somos legión los que no concebimos el desayuno sin un café, aunque sea bebido -como en la famosa guajira- es decir, café y sólo café. Mañana será nuestra fiesta. Suscríbete para seguir leyendo
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