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  • Un siglo cumple hoy “Las Marías”

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 28/09/2024 23:27

    En la Vuelta del Ombú nacen los Navajas donde el verdor de una vegetación reverenciada por los conquistadores aparece como el contraste natural del colorado de una tierra que emerge cual sangre y que late en ebullición de civilización primero y progreso después. El 13 de julio de 1632 se produce el emplazamiento de la Reducción de Santo Tomé, en cuya jurisdicción emergerá la Villa de la Vuelta del Ombú (hoy Gobernador Virasoro). Océanos, mares y ríos, ubican a Corrientes entre una de las más importantes poblaciones del Río de la Plata. De allí que estará llamada a cumplir un rol trascendente en la historia nacional, aportando hombres, riquezas y una convicción de libertad que marcó rumbo en la organización definitiva del país. Navegando por el río Paraná el científico y naturalista francés Amado Bonpland llega a Candelaria y descubre entre sus ruinas un magnífico yerbal de unos 1.200 árboles de Cáa. El 13 de abril de 1863 el Presidente de la República Bartolomé Mitre, con la firma de su Ministro Dalmacio Vélez Sarsfield, designa Receptor de Rentas de Santo Tomé a Víctor Navajas, ciudadano uruguayo de 26 años, ya casado con Concepción Fernández Dos Santos. Era hijo del Coronel Pablo Mario Navajas, quien llegó a Buenos Aires con San Martín, Alvear, Guido y otros militares el 12 de marzo de 1812 en la fragata inglesa George Canning. El coronel Navajas abordó el barco en el puerto de Montevideo, donde residía con su familia. Su padre era Víctores de Navajas, oriundo de la Villa de Castañare, La Rioja, España. Es Víctores de Navajas el primero con este apellido que llegó al Río de la Plata y que murió peleando en la batalla de El Cardal durante la primera invasión inglesa. El coronel Pablo Navajas se sumó al Ejército de los Andes y acompañando al general San Martín, participó en toda la campaña emancipadora. Volvió con su amigo el general Juan Lavalle desde el Perú y participaron en la guerra contra el Brasil, actuando ambos en la decisiva batalla de Ituzaingo en 1827. Alrededor del año 1850 el nombre de “Vuelta del Ombú” ya estaba firmemente inserto en la geografía lugareña, ya sea como establecimiento de campo o como reducto de algún destacamento militar. En 1867 Víctor Navajas adquiere y mensura el campo “Rincón de Santa María y Vuelta del Ombú”. El 26 de agosto de 1909 por ley nacional la Estación de Ferrocarril recibe el nombre de Vuelta del Ombú, y los primeros trenes comenzaron a circular al año siguiente. Doña Concepción Navajas de Sánchez fue la propietaria de las primeras 42 hectáreas destinadas a la urbanización. El hombre que guió los primeros pasos de la Villa fue don Arturo Navajas Fernández Dos Santos, hijo de Víctor Navajas. El 23 de septiembre de 1925, sancionó el parlamento provincial la Ley Nº 541 que designó con el nombre de Gobernador Valentín Virasoro a la histórica Vuelta del Ombú. Inmaculada Concepción “Mi abuela Concepción es un recuerdo constante en todos nosotros” me contó don Adolfo Navajas Artaza. Fue el sostén de su esposo Adolfo y luego de su hijo Víctor, así como mi madre María Silvia Artaza lo fue de papá y Kelita de mí”. Asimismo -señala don Adolfo- “Las Marías es una empresa con responsabilidad y sensibilidad social, fundada como tal por don Víctor, su inspirador, quien fue un pionero en la valorización de la transformación profunda del pensamiento como base para un desarrollo sostenido. Y conociendo que nada puede hacerse sin el hombre, se empeñó en crear un capital humano, lo que requería una inversión a largo plazo. Es por eso que Las Marías, junto a su evolución como Empresa que supo perdurar en el tiempo, intentó desde sus comienzos tener activa participación en el bienestar y realización humana de su gente y de la comunidad en la que está inserta”. Aquellos conceptos -agregaba Navajas Artaza- los heredó don Víctor sin dudas de su madre, mi abuela Concepción. El emprendedor Eran tiempos de emprendimientos, los que tenían la fuerza natural del hombre como artífice de su destino. Iniciativas que se apoyaban, sin necesidad de consultar textos o manuales, en el espíritu y letra de una Constitución que a partir de 1853/60, les enunciaba a sus hijos y a quienes desearen vivir en este suelo, que la libertad es sagrada y que los derechos y garantías del hombre son el seguro inviolable para desarrollarse en provecho propio y como consecuencia de ello en beneficio de la comunidad. En esa Argentina de 1924, el tesón de aquellos hombres que habitaban el país del interior, los que entre soles y lunas hilvanaban sus diseños con proyectos que emergían del cotidiano vivir más que de los dogmas, construían realidad a partir de ese empeño. Tanto esfuerzo terminó posibilitando el crecimiento de una zona que empezó a ver, en don Víctor Navajas Centeno, un modelo a imitar. Como él, muchos desafiaban las teorías que dividían al mundo, dándoles la espalda a la controversia y dejando la discusión, sin desentenderse del asunto totalmente, a quienes tenían más tiempo para tal recreación. Celebraba como suya las intervenciones del diputado nacional primero y senador nacional después, don Lisandro de la Torre. Él era en la madrugada joven de sus ideales la figura que no perdería jamás de vista y cual faro orientaría sus pasos cívicos. En medio del campo, siempre tentado por las herramientas de labranza, rodeado de seres amados, empujado por el ansia incontenible y natural de superación, como buscando el perfeccionamiento en el constante desafío de batir un propio record, avanzaba paso a paso en busca de su realización. Solo se piensa en producir, crear, emprender y seguir soñando con la superación del producto y del alma. Y no hay como ganarse a sí mismo. Al altar con el primer yerbal - El 29 de septiembre de 1924 se casa Víctor Navajas Centeno (22 años) con María Silvia Artaza (18 años). Al mismo tiempo plantan el primer yerbal sobre 36 hectáreas que aún hoy conservan esos árboles originales como un “museo viviente”. En “Las Marías” comienzan a resonar bullicios nuevos. Los retoños florecen y crecen a la par de los yerbales que maduran en hombres con brazos de cosecha y músculos de molienda. Ya son cuatro los hermanos: Adolfo, Pablo, Arturo Fernando y Víctor Amado Adolfo. Personalmente Víctor Navajas Centeno se ocupaba del manejo de su establecimiento. Es decir, que no sólo cultivó la tierra, sino también la mente y el amor al trabajo de aquellos que estuvieron a su lado. No sólo se dedicó a cuidar sus intereses. Entendió que como ciudadano se debía a las instituciones; así fue que en su juventud militó en las filas del Partido Liberal, para más tarde seguir los ideales de la Democracia Progresista. Don Víctor, paralelamente a su pasión política, atendía lo que ya era un emprendimiento que surgía con fisonomía propia. El establecimiento “Las Marías” que hoy cumple un siglo, aceptaba los desafíos de la hora y prosiguió su marcha hasta constituirse en una empresa modelo en Latinoamérica y un verdadero orgullo para Corrientes y el país. Don Víctor nunca renunció a cultivarse y a viajar. En uno de esos viajes, precisamente en Barcelona, murió a los 64 años, lejos de la tierra que él había querido entrañablemente. Sus restos descansan en el cementerio del establecimiento por él fundado.

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