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» Diario Cordoba
Fecha: 28/09/2024 16:37
Hace un par de noches me puse de fondo una lista de YouTube de vídeos de canciones de los noventa y primeros dos mil. Apareció Kurt Cobain casi al principio, cada vez más joven. En unos meses cumpliré cuarenta años, y si no voy en traje se me nota en la ropa lo que escuchaba delante del ordenador cuando pasaba las noches jugando cientos de partidas de ajedrez a un minuto, cientos de variantes de partidas de Baldur’s Gate, cientos de horas de juegos de estrategia. Era la época del internet libre y oscuro, y me hacía daño así, siempre hay que hacerse un poco de daño para que el tintero esté lleno, y llenaba mis cuadernos así, en un permanente éxtasis de cafeína, calambres y libros que parecía absorber por el tacto, por sostenerlos. Me leo en esa época con perplejidad: no sería capaz ahora de pensar así ni de soportar así las horas. Le escribí un mensaje a Isaías: cómo podemos ser tan viejos. Quería decir: por qué ahora soy débil y cuando veo -es mi trabajo algunos días- que un chancro andante hace el mal profundamente y nadie le arranca el corazón; o el mal viene de la desidia o la complacencia o los orgullos sin cimientos y la gente seducida por su propia voz, por qué entonces el daño me lo hago comiendo carne normalmente cruda, en exceso y sin mucho placer, como si le estuviera lanzando el despiece de una cabra a un dragón de Komodo. Por qué he dejado de darme el dolor que merezco. La pregunta era esa pero a un amigo no puedes preguntarle así, hay que dejarla caer en la frontera del insulto. La respuesta siguió esas reglas. «Miguel», me escribió. «Por lo menos tenemos pelo». Suscríbete para seguir leyendo
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