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  • Nacionalismo, comunismo y putinismo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 28/09/2024 16:13

    Casi en los antípodas de la interpretación defendida por los medios informativos occidentales acerca de la política exterior de su gran país se encuentra la verdad. Conforme a su análisis, los principios inspiradores de la impetuosa acción internacional desplegada por Putin se nutren de las raíces más hondas de su historia, cuando la estrecha conjunción entre el Kremlin y el pontificado ortodoxo primero de Kiev y luego de Moscú vertebró toda su actividad internacional, proyectando hacia fuera las inmensas energías de un pueblo con vocación imperial desde su misma cuna. Abstracción hecha de los márgenes desfiguradores propagandísticos implícitos en cualesquiera tesis de la política internacional de las grandes naciones, es lo cierto que la Historia atestigua a favor de los pronunciamientos putinescos, explicitados con radicalidad y rotundidad de ordinario desterrados hodierno de los argumentarios de las principales cancillerías mundiales. Un testigo de excepción, doña Carmen Parga, esposa del legendario Manuel Tagüeña, en un libro en verdad descollante -‘Antes que sea tarde’ (1996)-, galaica de muy afinada pluma y por ello sensible a cualquier expresión de nacionalcatolicismo- «Santiago y cierra España», sería, como se recordará, la divisa más divulgada del mencionado credo-, se sorprende del exacerbado nacionalismo uso en los días de Stalin, cuya hipertrofia del sentimiento de «La Gran Patria Rusa» le condujo a un imperialismo voraz e insaciable tras la aparición del Telón de Acero, etapa en la que solo el independentismo de Tito preservó la autonomía de una gran nación del celo hegemónico de Stalin. De esta actitud poseemos otra prueba de valor incalculable en los recuerdos de uno de los grandes protagonistas de la III Internacional al evocar con nostalgia la entusiasta defensa de la política zarista hecha por el líder ruso en las charlas de la alta madrugada moscovita en los pródromos de la II Guerra Mundial: «Los zares hicieron muchas cosas mal; pero acertaron plenamente en su política rusificadora, que nosotros debemos proseguir a todo trance». Así fue; y con pleno éxito. Antes de morir en 1953 un joven y prometedor comunista nacido en la antigua capital del Imperio, San Petersburgo, comenzaba a construir su granítico ideario rusófilo callejeando por sus plazas y evocadoras avenidas de héroes y gestas de su apasionada y bienamada patria. Suscríbete para seguir leyendo

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