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  • Magnano en Rosario: “Se bajaron de la escalera para ponerse al servicio del equipo”

    » El Ciudadano

    Fecha: 27/09/2024 17:14

    El entrenador campeón olímpico con Argentina se presentó en Provincial con una charla imperdible en la que dejó una catarata de frases contundentes Hay protagonistas que vencen las barreras generacionales, que logran un aura de respeto y unanimidad que lo preceden, y que, lejos de ser una casualidad, son producto de años de actitudes, acciones, desempeños, y, en este caso, también de éxitos. Rubén Magnano es uno de esos personajes que tiene la capacidad para que un auditorio de chicos y grandes permanezca en silencio para escuchar la catarata de frases contundentes que el entrenador regaló este jueves en Provincial. Y, claro, estallar en un aplauso para agradecer los conceptos. Gastar líneas en contar quién es Magnano no tiene sentido, porque su CV es de dominio popular incluso para los chicos de las inferiores del Rojo, nacidos post Atenas de Córdoba y post gesta de Atenas en Grecia. La mejor inversión será apostar a retratar algunas de las pinceladas que dejó en su paso por la ciudad para contar cómo la Generación Dorada no fue producto de la casualidad, pero también para enseñar como esas causalidades, esas búsquedas, son replicables, aunque los resultados no estén garantizados. “Aprender a decir ‘no’ fue un aspecto fundamental. Desde el momento en el que decidí no continuar como profesor de educación física para dedicarme a ser entrenador de básquet, ese saber cuándo decir no fue clave en mi tarea”, contó Magnano, quien lo ejemplificó también en aquel rechazo al Real Madrid post Indianápolis y previo a Atenas 2004 a pesar de la enorme diferencia económica. El ex entrenador de Argentina, Brasil y Uruguay, también resaltó “la importancia de estar preparado cuando llega la oportunidad” y la capacidad de percepción para construir un gran equipo con personas “humildemente inteligentes” que puedan “crear una cultura de disfrutar el esfuerzo”. “Para lograr algo que nunca tuvimos había que hacer cosas que nunca hicimos. No se puede exigir resultados, pero sí se puede exigir compromiso, actitud para seguir las normas, el respeto del tiempo, que es un recurso no renovable”, agregó Magnano, quien aclaró la vital necesidad de conseguir “la aceptación de los jugadores”. “Mi templo es la cancha, ahí construimos todo, no en el vestuario. Los talentos no garantizan el éxito, pero estos personajes se bajaron de la escalera para estar al servicio del equipo. No hay nombre propio más importante que el de Argentina. Solo vas a ir más rápido, pero juntos van a llegar más lejos”, amplió en la catarata de conceptos e infinidad de títulos que brindó quien fue el guía a la medalla dorada, pero que también contó que estuvo “ocho años en la trinchera” como asistente, lejos de las fotos, pero observando y percibiendo todo. Magnano destacó en su charla el valor de la escucha, y la capacidad del equipo de Argentina para sobrellevar las adversidades, de no quedarse en la excusa y aquel momento tras Indianápolis en la que declararon compromiso con el podio para Atenas, con la confianza que lubrica el contexto de trabajo. “Nunca estuvimos tan cerca de llegar tan lejos”, explicó. Después llegaría la mejor actuación realizada por una selección de Argentina en cualquier deporte en cualquier contexto. Rosario agradeció, Provincial lo nombró socio honorario y le regaló una remera del básquet del club en las manos del presidente Sebastián Franco, mientras que Rubén devolvió gentilezas con el libro que cuenta su historia. Y hubo aplausos, y fotos, y afecto, y frases que quedarán en la memoria y el aprendizaje de los contemporáneos de las epopeyas doradas y de los más chicos que lo miraron en youtube. Magnano trasciende las barreras y recibe el más maravilloso obsequio de estos tiempos, el respeto de todos.

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