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  • Albert Boadella: "Juan Carlos I tiene que volver cuanto antes, no puede morir en el exilio"

    » Diario Cordoba

    Fecha: 27/09/2024 17:03

    ¿Esta parodia del Emérito es apta para juancarlistas? Es apta para todos los públicos porque ha sido hecha con un cierto cariño, lo que no impide que haya aguijones satíricos, una tradición de Els Joglars, como hicimos con una película sobre Franco, una obra de Jordi Pujol, etc. Está en esa línea, pero no hemos perdido de vista la parte positiva del personaje, que fue trascendental en el cambio hacia un país democrático y en libertad. De todos modos, el sumario negativo también está presente. ¿Tendrá que hacer un epílogo tras las fotos recién difundidas de Juan Carlos I y Bárbara Rey? En la obra aparece reflejada en cierto modo. No es exactamente Bárbara Rey, pero nuestra señora está casi en la misma posición. No nos hemos olvidado de que el rey Juan Carlos es un hombre con una cierta patología hacia las mujeres. Diría que los monarcas, el género masculino, tienen una pequeña obligatoriedad, la de procrear. Es lo que se espera de ellos y lo contrario es lo peor que le puede ocurrir a un rey, porque entonces se va al traste la monarquía. Otra novedad es que ha creado una fundación en Abu Dhabi para transferir su herencia a sus hijas. ¿Siente que se ha quedado corto? Cuando haces una obra sobre un gran personaje siempre te quedas corto debido a que la ficción jamás supera la realidad. Con la de Jordi Pujol, Ubú president, nos pasó lo mismo. Al final lo que apuntamos en aquella obra, si no más, acabó siendo una realidad. Hablábamos de la corrupción que luego él mismo confesó, por lo que imagínese. Uno siempre se queda corto a la mañana siguiente del estreno. Como se cuestiona la sinopsis de El rey que fue, ¿qué ocurrió para que esto terminase así? Yo creo que la cuestión clave ha sido la impunidad. En 1975, cuando empieza su reinado, la impunidad en España estaba muy asentada, puesto que había una dictadura, y después continuó con los políticos de la democracia y hasta con todo lo que representaba cualquier forma de administración de poder. Sin embargo, paulatinamente, se fue desmontando, gracias en parte a que los medios han ido publicando los lastres de numerosos políticos. Los tiempos fueron cambiando, pero Juan Carlos I no se recicló en una nueva época en la que dicha impunidad ya no existe. La tiene desde el punto de vista jurídico, aunque no la impunidad pública, y esta ha sido la causa. ¿El rey emérito podría haberse exiliado en Tabarnia? Le pillaba más cerca y creo que los tabarneses lo habrían acogido bien. Es gente que tiene muy buen sentido cívico y habría reconocido sobre todo sus aspectos positivos. En caso de no ser allí, hubiera sido mejor exiliarse a Suiza o Italia, no donde está, que no es un ejemplo de país ni de democracia. Me parece que este hombre tiene añoranza de su tierra y creo que tiene que volver cuanto antes, no puede morir en el exilio, fuera de España. Sería una catástrofe, incluso para el actual monarca, a quien le revertiría en contra. Los españoles somos muy belicistas al momento, pero cuando pasa el tiempo acabamos siendo muy misericordiosos. ¿El tiempo le ha suavizado su vena satírica? Lo que tal vez hace el tiempo y mi propia edad es tener una mayor comprensión de los personajes. Al hacerte mayor pierdes la ferocidad de la juventud y comprendes mejor los aspectos a veces negativos. Esta obra, a diferencia de otras sátiras anteriores, tiene esa doble lectura. Hay momentos en que uno puede pensar que don Juan Carlos tenía sus razones. A pesar de que no nos olvidamos de nada, incluso alguna cosa que no conoce la gente, el rey tiene la posibilidad de defenderse, lo que no hice con Jordi Pujol, al que trituré en el escenario. Puigdemont ¿Está en el punto de mira de Els Joglars? Para hacer una obra de teatro necesitas un gran personaje y él es muy poca cosa, no da de sí, es un mediocre y eso no tiene ninguna gracia. En escena no daría ni para cinco minutos. ¿Qué tal le ha sentado la vuelta a Els Joglars una década después? Ha sido formidable, por lo que posiblemente volveremos a hacer algo juntos. El reencuentro no es ya con mis hijos del teatro, sino con mis nietos, a pesar de que Ramón Fontseré es como un hijo mío. Parafraseando su último libro, ¿qué es lo que más le cabrea de la actualidad? Aparte de los jóvenes mimados de los que habla el libro, algo que me cabrea en este momento es que nadie cree en nada, sobre todo en el ámbito político. No es que ahora los políticos sean peores, sino que el problema principal es la falta de ideología. Lo que hoy manifiestan, por ejemplo, pueden cambiarlo con toda tranquilidad mañana mismo. No tienen ningún tipo de creencia, han desaparecido las causas por las que antes los políticos se movían realmente. Y eso, además de muy desagradable, es peligroso. Pero yo estoy contento de tener 81 años, lo que significa que la cuenta atrás de mi vida ya es muy corta. Me daría más la lata si tuviera 20 años porque pensaría: «¿Tengo que convivir con todo esto?» No me gusta nada la actual situación.

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