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  • Hace 51 años, con el asesinato de Rucci, la relación entre Perón y Montoneros se quebraba de manera total

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 26/09/2024 01:10

    El almanaque mostraba 25 de septiembre de 1973. El reloj marcaba las 12:11 horas. En ese momento la “Operación Traviata” lograba su objetivo. José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, caía muerto frente a su vivienda de calle Avellaneda 2953 en el porteño barrio de Flores. Su cuerpo presentaba 23 impactos de bala. Un comando del grupo terrorista Montoneros había cumplido su objetivo. En principio se pensaba que los autores del crimen pertenecían a la Triple A. Después se culpaba al ERP, pero los miembros del llamado Ejercito Revolucionario del Pueblo negaron en forma rotunda su participación. Dos años más tarde, en 1975, Montoneros se atribuyó el crimen. Lo hizo en la página 18 de su órgano oficial de prensa, la revista “Evita Montonera”, cuando en su Nº 5 y en un artículo referido a la Masacre de Ezeiza titulado “Justicia popular”, incluyó una lista de personas “ajusticiadas”. La primera de ellas: José Ignacio Rucci. El auto de Rucci, destrozado por las balas. Cierto es que hay quienes indicaban a las FAR (Fuerzas Armadas revolucionarias) como auotoras del crimen. Así lo indicaba José Amorín, uno de los fundadores de Montoneros. Es bueno recordar que las FAR y Montoneros se habían unido, pero vivían una interna innegable por el poder del grupo guerrillero, lo que no nació con este crimen. La interna comenzó antes, con lo que se llamó “La masacre de Ezeiza”, hecho producido ante el regreso de Juan Domingo Perón al país. Había un sector que entendía que con Perón no se iba al camino revolucionario y otros que sí. Esa era la diferencia mayor en el grupo. Matarlo a Rucci, persona muy allegada a Perón, era un intento de advertencia al general, y éste lo entendió muy bien y, por supuesto, no se amilanó en lo más mínimo ante el hecho, más allá que sin duda sufrió la muerte del sindicalista que impulsó de manera decidida su regreso al país. Pero es innegable que a partir del 25 de septiembre de 1973, las cartas quedaron claramente echadas. El 23 de septiembre de 1973, el país vivía una elección presidencial trascendental. Con el 62 por ciento de los votos Juan Domingo Perón obtenía un triunfo que lo llevó a su tercera gestión al frente del Ejecutivo nacional. Dos días después, la alegría se perdía tras el ruido de las balas recibidas por Rucci. Luego del asesinato de Rucci se consolidó el predominio político del sector militarista dentro de la conducción montonera, que sería integrada por ocho miembros. De ellos Firmenich, Hobert, Perdía y Yager provenían de Montoneros. Quieto, Roqué y Osatinsky de las FAR y Mendizábal de Descamisados. Ese grupo sería el que decidió que, a pesar que el país vivía en democracia, el poder debía estar en sus manos, lo que institucionalmente era inadmisible. Esta actitud fue criticada por propios y extraños y fue el detonante para que figuras políticas (el padre Mugica por ejemplo) se apartaran de los grupos guerrilleros. Ceferino Reato, investigador del hecho, afirmó que Roqué convocó al equipo operativo, nueve combatientes, la mayoría provenientes de las FAR, si bien no había acuerdo general sobre la oportunidad ni la necesidad política del operativo. Mario Firmenich y Roberto Perdía negaron la participación Montoneros. El primero lo hizo en “Firmenich. La historia jamás contada del jefe montonero”, trabajo de Felipe Celesia y Pablo Waisberg, editado por la Editorial Aguilar, agosto de 2010, pp. 161-164. El segundo, en tanto, en su libro “Montoneros, el peronismo combatiente en primera persona”. Editorial Planeta, mayo de 2013, pp. 316-318. En octubre de 2008 se reactivó la investigación del asesinato de Rucci. El periodista Ceferino Reato presentó su libro “Operación Traviata” en la que sostiene que el hecho fue realizado por la organización Montoneros. Luego de aparecer el libro dos personas que en su momento pertenecieron a Montoneros, Alejandro Peyrou que fue también funcionario del gobernador bonaerense Oscar Bidegain y Emiliano Costa, que perteneció a las FAR, que como indicáramos se había unido a Montoneros, admitieron públicamente la responsabilidad de dicha organización en el hecho. Rucci junto a Perón, el día que el general regresó al país. Lo cierto es que el asesinato de Rucci marcó un espacio de no retorno en las relaciones de Perón con los Montoneros. El método de intentar “apretar” al general generó el efecto político contrario al esperado. Los Montoneros, el 1 de mayo de 1974, fueron echados de la Plaza de Mayo por el propio Perón. La figura de Rucci, en tanto, hasta el día de hoy es mantenida en alto por mucha gente, sindicalistas y militantes.

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