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  • Los gorriones fueron declarados enemigos de la revolución maoísta y exterminados

    » Diario Cordoba

    Fecha: 25/09/2024 14:24

    En los años 60 del siglo pasado, China acometió una campaña para exterminar a los gorriones, convertidos en uno de los cuatro enemigos de la revolución maoísta porque comían el grano de las cosechas. En tres años todos desaparecieron, desencadenando una hambruna que mató a más personas que la población total española. Hoy, la agricultura china es una de las que más pesticidas usa en el mundo. El desprecio por la biodiversidad no solo se da en el mundo capitalista Occidental. Igualmente, en el antiguo bloque comunista la biodiversidad solo se valoró en función de su utilidad inmediata. Muchas especies llegaron a ser consideradas perjudiciales y en el peor de los casos una especie animal podía incluso ser acusada de “convertirse en enemiga de la Revolución” y en consecuencia resultar perseguida hasta su total extinción. Este fue el caso del humilde gorrión molinero en la China comunista de Mao Zedong. El Gran Timonel, que gracias al materialismo dialéctico se encontraba en posesión de la verdad absoluta, decidió convertir a la China Comunista en la gran potencia industrial de la humanidad. Para ello en 1958 impulsó el “Gran Salto Adelante”. Según Mao, si China quería ser una extraordinaria potencia mundial tenía que acabar, cuanto antes, con los grandes enemigos de la Revolución. Y, aunque parezca increíble, uno de los 4 mayores enemigos de la Revolución eran los gorriones. En 1958 Mao dijo textualmente: “los gorriones son enemigos de la Revolución. Mátenlos. Ningún buen comunista se retirará de la lucha contra los gorriones hasta erradicarlos. Es necesario perseverar en su extinción con la tenacidad del revolucionario”. ¿Cómo se le ocurrió semejante idea al Gran Timonel? Sencillamente, Mao Zedong echó las cuentas de la lechera: por entonces se estimaba que la población de gorriones en China excedía los 500 millones de individuos. De vez en cuando los gorriones comen grano de las cosechas. En función del grano que podía llegar a consumir cada gorrión, el Gran Timonel calculó que si se los exterminaba a todos se ahorrarían muchos millones de granos de cereal. Según sus cuentas, la extinción total de los gorriones permitiría ahorrar suficiente grano como para dar de comer a unos 30.000 chinos. Tal vez no fuesen muchos en el país más poblado del mundo. Pero todo ayudaría a que la Revolución progresase. Así, por orden de Mao, se movilizó a toda la población china mediante una propaganda a nivel estatal. Se llenaron las calles con carteles que decían: ”Los gorriones son una de las peores plagas de China. Extermínalos”. Alarmados, algunos científicos chinos explicaron que extinguir gorriones era una mala idea: Sin duda los gorriones comen de vez en cuando grano, pero comen muchos más insectos y en todo caso resultan esenciales para mantener bajo control las plagas de artrópodos. Por entonces la campaña de Mao Zedong para extinguir a los gorriones se conoció en el mundo y una serie de científicos Occidentales empezaron a advertir contra semejante disparate. Mapa de la distribución actual del gorrión común. Podemos ver la carencia de esta especie en China, fruto de su exterminio por razones políticas. / ONU Glutz von Blotzheim, KM Bauer: Handbuch der Vögel Mitteleuropas. Cactus26. CC BY-SA 3.0 ¿Qué saben los científicos de materialismo dialéctico? Mao interpretó que Occidente intentaba lastrar el desarrollo de China. Los científicos chinos que predecían que la extinción de gorriones traería malas consecuencias fueron tildados de “contra-revolucionarios aliados de Occidente”. Sufrieron un castigo ejemplar y Mao siguió adelante impertérrito. A fin de cuentas ¿Que sabían los científicos de materialismo dialéctico? La población china se esforzó, obediente, en seguir las consignas de su Gran Timonel. En un esfuerzo sin precedentes, en menos de 3 años consiguieron extinguir a los gorriones molineros de todo el territorio chino. Para ello destruyeron sus nidos y emplearon veneno. Al final, los últimos gorriones de China quedaron refugiados en los jardines de las embajadas (donde no podían entrar los chinos a matarlos). Pero para Mao no era suficiente: había que extinguir absolutamente a todos los gorriones de China. Y encontraron la forma de hacerlo: miles de chinos se turnaron para hacer un ruido infernal día y noche con tambores y cacerolas frente a las embajadas. Al final los últimos gorriones de China murieron de estrés. Fracaso estrepitoso Sin gorriones molineros las cosechas aumentarían. Pero las cosas no salieron, ni de lejos tal y como previó el Gran Timonel. En último término, la extinción de los gorriones apenas permitió ahorrar grano, pero sin gorriones, que en realidad comen una gran cantidad de insectos, se desataron grandes plagas por toda China. Nubes de langostas, de proporciones bíblicas, asolaron los cultivos de cereal. Pulgones y ácaros se cebaron con los árboles frutales… Como habían previsto los científicos, al final la extinción de los gorriones favoreció a los insectos que durante años comieron buena parte de las cosechas dando lugar a una gran hambruna que costó al menos 45 millones de muertos por inanición, según cifras oficiales y, lo más probable, unos 60 millones. Una hambruna que mató a más personas que la población total española. Mao se dio cuenta de que los científicos tenían razón, pero lejos de rehabilitar a los que lo habían previsto terminó con ellos. El Gran Timonel era infalible. Para deshacer semejante entuerto, Mao tuvo que pedir ayuda a la URSS. A las órdenes de Nikita Jruschov se organizó en la Unión Soviética una campaña para capturar centenares de miles de gorriones vivos. Gran cantidad de soldados se pusieron a capturarlos, comprobando que los gorriones enjaulados morían pronto. No quedaba más remedio que capturarlos en Siberia, transportarlos a toda prisa a China y liberarlos allí cuanto antes. Exceso de pesticidas Se soltaban en China de noche, a escondidas, para no minar la popularidad de Mao Zedong. Pero la gente seguía matándolos y hubo que empezar con otra ingente campaña, esta vez para que la gente no matase a los gorriones… En la actualidad sigue habiendo una población muy escasa de gorriones en China, pues la gente a menudo sigue destruyendo sus nidos, aunque ya no en campañas sistemáticas por todo el país. Rotos los grandes equilibrios ecológicos, la agricultura china es una de las que más pesticidas usa en el mundo. Algunos epidemiólogos estiman que ese exceso de pesticidas puede costar hasta 3,8 años de esperanza de vida a la actual población china. Y desde el punto de vista económico los pesticidas son cientos de veces más caros que los granos de la cosecha de cereal que se comían los gorriones… ¿Qué le hemos hecho a la Tierra?

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