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    » LaVozdeMisiones

    Fecha: 24/09/2024 21:13

    La vuelta de Los Piojos programada para diciembre y para la cual ya comenzó la venta de entradas tendrá dos sentidas ausencias. Una de ellas es la del bajista Micky Rodríguez, quien no será parte de ese esperado regreso, según polemizó con los demás integrantes de Los Piojos a través de las redes sociales. Sin embargo, la ausencia irremediable será la de Gustavo Tavo Kupinski, el guitarrista fundador de la banda que hubiera cumplido 50 años el 18 de enero pasado, de no ser por el fatal accidente de tránsito que apagó su vida, la de su pareja y una de sus hijas en el verano del 2011. La ausencia que duele “Volveremos a compartir un escenario Ciro, Piti, Dani, Roger, Chucky, y el Chango. Más Juan Ábalos, quien se probó en 2008 y no quedó por un tema de agenda. Tavo (Kupinski, fallecido en enero de 2011) estará presente, no solo en la música y nuestros corazones, sino en el acompañamiento de su hija Lara”, dice el comunicado de Los Piojos que se publicó para responder a Micky, quien dijo que se enteró del regreso de la popular banda a través de las redes sociales, algo que fue desmentido por los demás miembros. Micky participó de todas las reuniones, contestó luego Daniel Piti Fernández, guitarrista fundador de Los Piojos y cantante de La Franela. Lara, a quien nombran en el comunicado, tiene hoy 17 años, y es la única sobreviviente de la familia Kupinksi. Por milagro solo se había roto el brazo en aquel accidente. Su hermanita menor, Blanca, que tenía dos años, no pudo salir de la terapia intensiva. Tavo y su familia no tenían puesto el cinturón de seguridad cuando volcaron al costado de la ruta provincial 63, en la localidad bonaerense de Dolores, camino a la costa Atlántica. Flavia Cuellar, la pareja del músico, también había perdido la vida en aquel accidente a sus 27 años. Flavia era el vínculo con el que Tavo se conectó para siempre con la localidad de Candelaria. Para el guitarrista de Los Piojos, la antigua capital misionera era lo que significaba las sierras cordobesas para Luca Prodan, es decir, un lugar de descanso, de cable a tierra y desconexión. De esa manera, pasó algunas vacaciones de invierno y varios veranos bajo la sombra de los árboles misioneros, adonde venía a visitar a sus suegros, los padres de Flavia, quienes se habían radicado primero. “Tiene una energía muy linda, una tranquilidad increíble”, decía por la vieja capital de los 30 pueblos jesuíticos. Por ese apego especial se compro una casa en el barrio Santa Helena y reiteradas veces se lo vio caminando por sus calles, firmó autógrafos, se sacó fotos y se abrazó con cuanto fanático de Los Piojos se enterara de su presencia y apareciera para verificar si era cierto: que el guitarrista, el zurdo aquel que compuso “Sudestada”, el que hacía esos agitados punteos en los estadios para saltar sin parar, que ese hombre de la gorra y ojos claros era nada más y nada menos que el Tavo Kupinski. “Es algo que no te podés quejar. Si todo eso molesta, tendría que haberme dedicado a otra cosa”. La devoción y el amor que Tavo le tenía a la ciudad del célebre sarandí quedó inmortalizada en la canción de La Franela, la banda de Piti Fernández. “Cielo azul, tierra colorada/ dame un abrazo, que estoy en Candelaria/ vine por vos, soy más que mis ganas/ y cuando lloro voy, como el río Paraná/ me encuentro solo/ en esta eterna encrucijada donde todos preguntan y nadie me dice nada/ cuando te vayas yo me voy con vos hasta Candelaria, desde Morón”. La incertidumbre con Los Piojos Hace quince años atrás se separaron Los Piojos y pocos meses después de ese momento Tavo se mostraba optimista respecto del futuro, según admitió en una charla que tuvo con FM Radioactiva, de Posadas. Decía que en dos años Los Piojos volverían y grabarían un disco, que “era la tercera vez” que se separaban y en veinte años de relación dudaba del fin de la banda. “Nos dimos cuenta que cada uno quería concretar muchos proyectos y cosas sueltas que tenía y no todo lo que tenemos es compatible con Los Piojos, así a nivel individual, de cada uno. Y bueno, creímos que fue el mejor momento porque estábamos terminando la gira de un disco nuevo. Ya era seguir tocando lo mismo y dijimos: paremos un par de años y cuando volvamos, volvamos con disco nuevo”. Habían pasado algunos meses nada más de aquel 30 de mayo de 2009 en el Estadio Monumental de River Plate, el concierto con un tono de adiós. En la siguiente visita que Tavo hizo a Misiones se lo vio más pesimista y sospechaba de una inminente reunión de Los Piojos. Fue en esa época cuando Tavo fue invitado a sumarse a Las Pelotas hasta que protagonizó aquel fatal accidente del 2011, cuando apenas tenía 37 años. Tavo había rockeado desde los doce años, cuando formó su primera banda de rockabilly llamada Pelvis, y era apenas un adolescente cuando pasó a ser miembro fundador de Los Piojos en El Palomar, de Buenos Aires, en 1988. Creció en el barrio porteño de Palermo, escuchando música gracias a su papá Ricardo, un pianista que tocaba los tangos con Amelita Baltar. El niño había desarmado las cuerdas de la guitarra criolla que tenía su papá para colocarlas al revés, como para poder tocarla con la izquierda. Es esa misma zurda que hará falta el 14 y 15 de diciembre, cuando el estadio Diego Armando Maradona sea protagonista de la vuelta de Los Piojos.

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