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  • Voto Femenino: un 23 de Septiembre de 1947, se promulgaba la Ley (13.010)

    La Paz » Politica con vos

    Fecha: 23/09/2024 10:11

    “Evita”, fue quien realizó una campaña incansable por instituir la participación de las mujeres en la vida política de nuestro país, recogiendo las luchas históricas del movimiento de mujeres. Fue durante el Gobierno del General Juan Domingo Perón, donde la participación política de la mujer como derecho se convierte en realidad y las mujeres somos sujetos capaces de ejercer el voto, dando un salto cualitativo en nuestra historia. Fue en ese mismo instante que se da el pasaje de la acción cotidiana invisibilizada, a una participación crucial para el desarrollo y la búsqueda de una Patria justa, libre y soberana. La iniciativa revolucionaria se frustró por el golpe de 1930 y y volvió a tomar rigor de ley en 1951. Evita posibilitó con su fuerza personal un logro fundamental para las mujeres argentinas en el siglo XX, pero poco pudo disfrutar este evento histórico. Aquel 11 de noviembre de 1951, la «abanderada de los humildes» emitió su primer, y último voto, y lo hizo desde el lecho de su residencia donde se encontraba postrada por la enfermedad que ocho meses después le provocaría la muerte. El mensaje pronunciado por Eva Perón el 23 de septiembre de 1947 para anunciar la sanción de la ley que consagra los derechos políticos de las mujeres argentinas es quizás de los más consistentes conocidos. Se ha escuchado y leído miles de veces y siempre impresiona su carga conceptual y su pasión. Tal vez allí radica la mayor razón de inspiración para muchas líderes y dirigentes del campo político nacional y popular. Destinatarias “Mujeres de mi Patria: Recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago, en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria.Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas”, expresó Eva Perón en el inicio de su alocución. Reconocimiento a las pioneras de la lucha En otro tramo Evita señala: “Hemos llegado al objetivo que nos habíamos trazado, después de una lucha ardorosa. Debimos afrontar la calumnia, la injuria, la infamia. Nuestros eternos enemigos, los enemigos del pueblo y sus reivindicaciones, pusieron en juego todos los resortes de la oligarquía para impedir el triunfo”. Sobre este párrafo, Evita hace referencia a la larga historia y a proceso de reclamo por los derechos políticos de las mujeres, en los albores del Siglo XX. Para aquellas pioneras como Alicia Moureau, Julieta Lanteri, Cecilia Grierson y otras. Evita explica esta nueva reivindicación en un contexto político caracterizado por la emergencia de sectores históricamente marginados, que acceden a nuevos derechos, bienes y servicios (los trabajadores, las mujeres, las infancias desvalidas, los ancianos). En ese marco inscribe a la ley conquistada como un triunfo sobre los mismos grupos dominantes que resisten la inclusión y su contracara, la perdida de privilegios. Asocia la lucha de las mujeres con la de todo el pueblo, en un proceso de transformaciones sociales inédito. Esa concepción es importante para situar a las expresiones actuales del feminismo y tener claro el rumbo”. Un legado, una gran responsabilidad Evita destaca la enorme tarea que este derecho representa de ahora en más para la mujeres, y lo expresa en varios tramos de la parte final de su exposición: “Desde un sector de la prensa al servicio de intereses anti-argentinos, se ignoró a esta legión de mujeres que me acompañan; desde un minúsculo sector del Parlamento, se intentó postergar la sanción de esta ley. (…) Pero nada podían hacer frente a la decisión, al tesón, a la resolución firme de un pueblo, como el nuestro, que el 17 de octubre, con el coronel Perón al frente, trazó su destino histórico. (..) El sufragio, que nos da participación en el porvenir nacional, lanza sobre nuestros hombros una pesada responsabilidad. Es la responsabilidad de elegir. Mejor dicho, de saber elegir, para que nuestra cooperación empuje a la nacionalidad, hacia las altas etapas que le reserva el destino, barriendo en su marcha los resabios de cuanto se oponga a la felicidad del pueblo y al bienestar de la Nación”. “El voto que hemos conquistado es una herramienta nueva en nuestras manos. Pero nuestras manos no son nuevas en las luchas, en el trabajo y en el milagro repetido de la creación. Tenemos, hermanas mías, una alta misión que cumplir en los años que se avecinan. Luchar por la paz. (…) Con el voto, contribuiremos a la perfección de la democracia argentina, mis queridas compañeras”. En esta última parte de su mensaje Evita menciona la palabra Paz como una misión de las mujeres. Pero le aplica un contenido asociado al combate contra los enemigos del pueblo y de la soberanía nacional. No es la “quietud de los cementerios”, no es aséptica, sin condiciones. Y otra vez Evita vincula esa herramienta valiosa con la perfección de la democracia. Esa foto con Evita votando en una urna que le acerca una enfermera y las innumerables colas de mujeres felices sufragando, son las primeras postales de un hecho cívico que ya cumple más de siete décadas. Mueve a la reflexión, la admiración y la pasión. Fortalece la convicción de que son mujeres con vocación de transformar la inequidad social y defender su identidad nacional, con esa marca de origen, son casi invencibles.

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