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  • Educación: “Ciencia,conciencia y corazón”

    » Diario Cordoba

    Fecha: 22/09/2024 08:07

    Una de las más bellas definiciones sobre la «educación» nos la ha ofrecido Enrique Rojas, catedrático de Psiquiatría: «Educar es seducir con encantamiento y ejemplaridad». Ahora que acabamos de iniciar un nuevo curso, en los diferentes ámbitos -escolar, académico y pastoral-, bueno será recordar el hondo significado de una «educación integral»», que no impone sino que invita, que no ordena desde la atalaya de una cátedra sino que «seduce» al alumnado en las aulas, con «encantamiento», es decir, haciendo atrayente la exposición de los contenidos, y «ejemplaridad», subrayados siempre por una «coherencia» que afecta a la propia vida. El trípode que configura nuestra formación, sobre todo, la escolar, la académica y la pastoral, tiene tres hermosos «pilares» que ojalá convirtamos en auténticos «manantiales»: La ciencia que tiene su sede en la inteligencia; los valores que tienen su sede en la conciencia; y los sentimientos que tienen su sede en el corazón. «Ciencia, conciencia y corazón» han de conectarse entre sí para que podamos descubrir metas claras, caminos verdaderos y acompañantes maravillosos. Hoy todo va demasiado deprisa, por eso es importante tener una adecuada concepción de la vida, siendo capaces de encontrar respuestas a los grandes temas: «¿De dónde venimos, a dónde vamos, qué sentido profundo tiene la existencia?». El fracaso y el éxito no aparecen de pronto, por generación espontánea, sino que son resultado de años de dejadez, abandono, desidia, falta de voluntad... O por el contrario, de muchos esfuerzos repetidos, de empuje y obstinación por alcanzar objetivos, de una voluntad recia, sólida, compacta, consistente. En esta sociedad que nos ha tocado vivir, repleta de cosas positivas y abundante en contradicciones, en mucha gente joven aparece lo que se ha llamado «la filosofía del me apetece». Se trata de hacer solo lo que a uno le gusta. Aparece así un discurso ramplón e insignificante que se va adentrando en los pliegues de esas personas. En el ámbito de la educación es vital el papel de los maestros, profesores, catedráticos y formadores. Me viene a la memoria la carta de Albert Camus a su maestro, Louis Germain, que tanto impacto causó en la opinión pública mundial. Tras dedicarle el discurso de agradecimiento al recibir el Premio Nobel de Literatura, también le escribió una carta para agradecerle tantas y tan fecundas enseñanzas como había recibido de él. Fechada el 19 de noviembre de 1957, comenzaba así: «Querido señor Germain: He esperado a que se apagase un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, la mano afectuosa que tendió al pobre niñito que era yo, sin su enseñanza y ejemplo, nada de esto hubiese sucedido. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo. Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y le puedo asegurar que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso continúan siempre vivos en uno de sus pequeños discípulos, que, a pesar de los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Le abrazo con todo mi corazón. Albert Camus». Impresionantes las palabras del filósofo y escritor francés hacia su maestro. Precisamente, el evangelio que se proclama hoy, domingo, en las eucaristías, nos ofrece a Jesús en su perfil de maestro, instruyendo a sus discípulos. En Él y en su Madre se inspiran numerosas instituciones educativas pertenecientes a la Iglesia católica. La acción fuerte y solidaria de la Iglesia en el campo de la educación, en un mundo cada vez más fragmentado y conflictivo, contribuye tanto a la misión evangelizadora que encomendó Jesús, como a la construcción de un mundo en el que los hombres se sienten hermanos. Manuel Alcántara, periodista y escritor, nos dejó uno versos definitorios de su persona: «Un hombre soy de tierra. / Tierra oscura plantada de esperanza, / pobre tierra que piensa. / La vida se me ha vuelto una pregunta. / Sin entendernos, Dios y yo, distintos, / llevamos nuestras soledades juntas». Suscríbete para seguir leyendo

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