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  • El vestido de novia: de los colores rojo o azul en la Edad Media hasta el blanco romano que recuperó la Reina Victoria

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 21/09/2024 03:16

    Casamiento en la Antigua Roma El 21 de septiembre marca el inicio de la primavera, una estación que muchos asocian con los casamientos. Los que ya peinamos canas recordamos la famosa canción del chileno Antonio Prieto, “La novia”, que en una de sus estrofas dice: “Blanca y radiante va la novia/Le sigue atrás un novio amante/Y que al unir sus corazones/Harán morir mis ilusiones…”. La imagen de la novia vestida de blanco es icónica: subiendo al altar, resplandeciente. Pero, ¿de dónde proviene esta tradición? ¿Ha sido siempre así? En la actualidad, en Occidente, las novias suelen llevar vestidos blancos. Las tonalidades pueden variar, desde un blanco brillante hasta un blanco marfil o crema, pero la esencia se mantiene: casarse de blanco es una costumbre que ha perdurado a lo largo del tiempo. El vestido de novia en la antigüedad Durante el Imperio Romano (alrededor del 0 al 476 d.C.), las novias vestían de blanco. Llevaban una túnica blanca que, el día antes de la boda, se colocaba al sol para recibir los beneficios del dios Febo, con la esperanza de que el camino del matrimonio fuera luminoso. El día de la celebración, sobre la túnica se colocaba un abrigo o una capa, dependiendo de la estación, con el propósito de proteger a la novia de todo mal. Sorprendentemente, esta tradición exigía que el atuendo de la futura novia se ajustara a los mandatos imperiales. El vestido nupcial en esa época era largo hasta los pies, con un cinturón dorado o plateado, y tenía mangas, ya fueran cortas o largas. Además, la novia llevaba flores en su cabello. Sin embargo, con la caída del Imperio Romano, esta costumbre fue desapareciendo paulatinamente, dando paso a las prácticas de la Edad Media. La evolución del atuendo nupcial Desde la Edad Media hasta finales del siglo XVIII, no existía una norma específica que dictara cómo debía ser el atuendo nupcial. La elección del vestido estaba más relacionada con el deseo de los novios y sus familias de mostrar su riqueza a través de la vestimenta. Durante este periodo, la mujer no se casaba necesariamente vestida de blanco; simplemente llevaba su vestido más hermoso. Podría decirse que se usaba un vestido de fiesta, sin que el color tuviera una relevancia especial ni una connotación particular. Casamiento en Omne Bonum de James Le Palmer (circa 1360-75), Inglaterra. British Library Royal Colores y materiales El rojo era un color comúnmente utilizado en este tipo de vestimenta, principalmente por razones prácticas. El tinte rojo se extraía de una planta llamada rubia, y tenía la ventaja de ser especialmente resistente al agua, al aire y a la luz. Por otro lado, el azul era un color mucho más inusual. Fue introducido en Francia por los Capetos en el siglo XII en la vestimenta real, y rápidamente se convirtió en un símbolo de riqueza debido a su rareza y al elevado costo de producción en esa época. Las clases adineradas y su influencia Entre las clases adineradas, la idea de que el vestido de novia debía reflejar la riqueza de quien lo portaba persistió a lo largo de los siglos. No solían casarse de blanco, sino que preferían usar telas lujosas, como se puede observar en las pinturas que representan bodas principescas europeas hasta finales del siglo XVIII. El color del vestido no era un símbolo en sí mismo, aunque sí reflejaba la riqueza del propietario, ya que su elaboración podía ser más o menos costosa dependiendo de los pigmentos empleados en la época. Estos vestidos eran rígidos, confeccionados con telas duras y muy pesadas, en gran parte debido a los elaborados bordados. Para las mujeres que no contaban con los recursos económicos suficientes para adquirir un vestido de novia, no era inusual que en el día de su boda optaran por usar su vestido de uso diario. Catorce años después de su boda, la Reina Victoria y el príncipe Alberto se vistieron como en su casamiento para sacarse una fotografía El resurgimiento del blanco Con el paso del tiempo, estas modas fueron cambiando. Gradualmente, muy lentamente, se empezó a usar el blanco. Los vestidos blancos eran utilizados principalmente por las novicias antes de tomar sus votos, simbolizando la pureza virginal de la candidata. La ceremonia de ingreso a la vida religiosa (aún vigente en muchas órdenes y congregaciones) guarda una notable similitud con un matrimonio. La Iglesia y el matrimonio El matrimonio católico ha sido codificado a lo largo de los siglos por la Iglesia, que ha ido modificando sus elementos constitutivos. Por ejemplo, en 1536, el Concilio de Trento estableció varios elementos, como la obligación de publicar en las puertas de los templos las “amonestaciones”. Esto consistía en anunciar los nombres de los futuros cónyuges, permitiendo que cualquiera pudiera presentar objeciones (esta práctica se mantuvo en las parroquias hasta hace poco). También se estableció la necesidad de la presencia de un sacerdote y testigos, así como la firma de los cónyuges en el registro parroquial. En este concilio también se hace referencia al traje nupcial, indicando que debía ser solemne y “deslumbrante”, aunque sin especificar un color en particular. Por lo tanto, el uso de vestidos de novia blancos pudo haber surgido del deseo de ciertos fieles, pero no es una obligación impuesta por la Iglesia católica. Hasta esa época, la iglesia (ya fuera católica o protestante) era la única institución ante la cual una pareja podía casarse. Vestido de la Reina Victoria (Credit: Album / Archivo ABC) Matrimonio civil y la época victoriana Un cambio significativo ocurrió cuando en muchos países se estableció el matrimonio civil y se permitió el divorcio. La instauración del matrimonio civil le restó parte de su poder a la institución religiosa, ya que ahora podía ser evitada. El vestido de novia blanco se convirtió en la “firma” de las bodas religiosas, en contraste con las ceremonias civiles. Las bodas principescas también lo adoptaron ampliamente como una forma de distinguirse y de recordar que, si Dios no bendice la unión, la ceremonia no es verdaderamente hermosa ni solemne. Sin embargo, fue en la época victoriana cuando se consolidó el uso del blanco como canon para los vestidos de novia, un estándar que ha perdurado hasta el día de hoy. La reina Victoria decidió casarse vestida de blanco. Aunque hoy es complicado determinar con exactitud qué motivó a la soberana a elegir este color, en este caso particular no fue la Iglesia católica, ya que el monarca británico es el Gobernador Supremo de la Iglesia de Inglaterra, una institución que se declara independiente del papado. El vestido de la reina Victoria Victoria de Inglaterra decidió casarse de blanco, pero ¿cuál fue el motivo? Ella sabía que las damas aristocráticas presentes llevarían vestidos coloridos, recargados con joyas y otros complementos. Si ella se vestía de forma similar, podría pasar inadvertida, pero al optar por un vestido blanco, se aseguraba de destacar al ingresar al templo. Así lo hizo el 11 de febrero de 1840, cuando contrajo matrimonio con el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha. El vestido fue confeccionado con satén de seda de Spitalfields y tenía una amplia falda bordada con motivos florales, acorde a la moda de la época. El diseño incluía un cuerpo tipo corsé, mangas abullonadas, escote de hombros al aire y un enorme volante de encaje de bolillo de Honiton. La cola medía 5 metros y todo estaba realizado con telas inglesas. Pero este vestido no fue utilizado solo en su boda; la reina lo usó en varias ocasiones más, como banquetes, bailes y recepciones. Además, solicitó ser enterrada con él (aunque con algunas modificaciones, claro está). La influencia del vestido blanco El vestido de Victoria tendría una gran influencia tanto en las bodas principescas como en las bodas “simples”, en un mundo donde las tradiciones nupciales comenzaban a institucionalizarse. La foto de boda de Victoria y Alberto, considerada una de las primeras fotografías de boda, permitió difundir ampliamente el traje de la novia, lo que contribuyó al entusiasmo y popularización de esta moda. Casamiento de Sissi con Francisco José. Apenas dos días después de conocerla, él le pidió matrimonio En 1850, la revista estadounidense dedicada a la moda femenina, “Godey’s Lady’s Book”, publicó un artículo afirmando que el blanco había sido el color nupcial desde tiempos inmemoriales. Posteriormente, otra “fashionista” europea, la emperatriz Sisi (cuyo nombre verdadero era Elisabeth Amelie Eugenie Herzogin Bayern), también se casó de blanco con Francisco José I de Austria. Para la ceremonia, lució un vestido ampuloso e imponente, mucho más espectacular que el de la reina Victoria. Así llegamos a nuestros vestidos blancos actuales, descendientes directos del que llevó la reina Victoria. Resulta sorprendente que, en nuestras sociedades, el peso de la tradición imponga el vestido blanco, cuando en realidad se trata de una moda que tiene poco más de 180 años. Esto contrasta con los aproximadamente 2000 años en los que cada mujer se casaba como quería y podía. Sin embargo, hay excepciones a esta regla. Por ejemplo, la modelo brasileña-francesa Cristina Cordula eligió un vestido color naranja para su boda, demostrando que aún hay espacio para la originalidad y la ruptura de tradiciones en las ceremonias nupciales. Pero el vestido no es el único elemento con el que la novia va al altar; hay otros accesorios, cada uno con su propia historia. Tradiciones nupciales y símbolos Se cree que la tradición de que la novia debe llevar “algo viejo, algo nuevo, algo prestado y algo azul” también tiene su origen en la época victoriana, basada en un poema que dice (traducido): “Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, algo azul y seis peniques de plata en su zapato”. Estos objetos representan diferentes augurios para el futuro del matrimonio: Algo viejo simboliza la continuidad con la familia y el pasado de la novia, una parte de su herencia que llevará consigo a su nueva vida. Algo nuevo representa la esperanza de un futuro feliz, lleno de nuevas expectativas y aventuras. Algo prestado simboliza la buena suerte y el apoyo de los amigos que “prestan” a la novia su apoyo en esta nueva etapa. Algo azul representa el amor, la pureza y la fidelidad, simbolizando que en los cielos no haya nubes. Las seis peniques de plata en el zapato estaban destinadas a traer riqueza y seguridad financiera a los recién casados, aunque esta última tradición ha quedado en desuso. Un típico ramo de novia El simbolismo del velo y el ramo El velo que la novia lleva delante de su rostro y que es levantado por el novio una vez que se realizan los votos matrimoniales, es decir, cuando se convierte en su esposo, tiene un simbolismo particular. Representa la virginidad y la pureza de la novia. La acción de levantar el velo simboliza que esa virginidad se entrega al marido, marcando el inicio de una nueva etapa en la que la pareja se prepara para procrear y formar una familia. El ramo de flores comenzó a usarse en la Edad Media. Como mencionamos anteriormente, en la antigüedad las flores se llevaban en el cabello. Sin embargo, en sus inicios, el ramo no estaba compuesto por flores, sino por una mezcla de tomillo, ajo, ruda y albahaca. Este conjunto de hierbas se utilizaba para ahuyentar a los malos espíritus durante la ceremonia nupcial y para asegurar una vida marital feliz. Con el tiempo, se comenzaron a añadir flores al ramo, y hoy en día está compuesto exclusivamente por ellas. Algunas novias católicas optan por cambiar el ramo por un rosario de perlas o cristal de roca, simbolizando una petición a la Virgen para que bendiga su matrimonio. Después de la ceremonia, el ramo se lanza a las amigas solteras de la novia, y se presume que quien lo atrape será la próxima en casarse. Un dato curioso: el vestido negro Dato curioso, el negro también tenía su lugar en las ceremonias nupciales. Si una viuda deseaba casarse dentro del período de luto, que podía variar entre dos y cuatro años según la región, se le permitía hacerlo, pero con la condición de que su vestido fuera completamente negro y que no usara un velo que cubriera su rostro, por razones evidentes. Como vemos, la ceremonia nupcial está llena de símbolos, algunos muy antiguos y otros relativamente recientes. Independientemente de su origen, este paso fundamental en la vida de una mujer merece ser visto de una manera especial e inspiradora, ya que posiblemente sea uno de los días más importantes de su vida.

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