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  • “Gato” y “Mancha”, los dos caballos criollos que pasearon su estampa por calles de Nueva York

    Chajari » Chajari al dia

    Fecha: 20/09/2024 23:50

    Cada 20 de septiembre en Argentina se recuerda el Día Nacional del Caballo establecido por la ley 25.125 del año 1999 a los efectos de celebrar la presencia y relevancia con que este animal acompañó a la organización histórica, económica y deportiva de la República Argentina. Se trata de una iniciativa propuesta por la Federación Ecuestre Argentina, que centra el festejo en esta fecha en recuerdo de la llegada de Aimé Félix Tschiffely a Nueva York. Este jinete suizo realizó un intenso itinerario por la geografía americana, en un recorrido que se prolongó desde abril de 1925 hasta septiembre de 1928 y que le permitió demostrar la resistencia de los caballos criollos. Aquellos dos fieles equinos, “Gato” y “Mancha”, que hoy descansan en la estancia “El Cardal” junto a los restos del andariego profesor extranjero que los llevó por horizontes lejanos a la Argentina, son un símbolo de la entrega y la fidelidad del caballo a las causas nobles que hicieron historia. Esta fecha es un homenaje a la participación del equino en la organización histórica, económica y en la vida deportiva de la Argentina. Más datos En el establecimiento “El Cardal” en Ayacucho, perteneciente al Dr. Emilio Solanet, paladín del caballo criollo al que rescató del olvido y el menosprecio, comenzó la historia. Solanet fue fundador y presidente de la Asociación de Criadores de Caballos Criollos, y allí, en ese su establecimiento, nacieron sus famosos “Gato” y “Mancha”. Un 23 de abril de 1925 guiados por el profesor Aimé Tschiffely, partieron desde la Sociedad Rural Argentina en Palermo, estos dos criollitos rumbo a Nueva York. Este audaz caballero nacido en Suiza pero educado en Inglaterra se desempeñaba como profesor de Educación Física e Inglés en el colegio Saint George de Quilmes. Cuenta Don Gilberto Montagni quien se desempeñó como cabañero durante sesenta años en el establecimiento de Emilio Solanet, que cierto día apareció en la estancia un inglés “medio loco” -por Tschiffely- que quería dos animales para ir a Estados Unidos. El doctor Solanet cedió a su insistencia y le entregó a “Gato” y “Mancha”, dos pingos un poco viejos. Pero llegaron justamente porque los caballos eran baquianos y sabían donde debían pisar y que comer, jamás hubiera tenido éxito con caballos jóvenes. Tres años después, el día 20 de septiembre de 1928 cruzaban la Isla de Manhattan para llegar al City Hall donde los esperaba el alcalde de la ciudad Mr. James Walker. “Quedé hechizado durante largo rato –dijo Tschiffely- miré a mis caballitos criollos y luego a esas enormes moles de cemento y acero: uno, producto de las llanuras de la Patagonia, áridas y barridas por el viento; las otras, fruto del trabajo de cerebros humanos, de su iniciativa, ciencia y habilidad. Antes de darme cuenta de ello, hablaba otra vez con mis caballos: ´Si viejos, esto es Nueva York, pero yo sé que las pampas argentinas los llaman. Tengan paciencia, los llevare de vuelta porque bien se lo merecen´”. Luego recorrieron la Quinta Avenida con el trafico suspendido en honor y llegaron al Cuartel de la Policía cerca del Central Park, donde los caballos fueron alojados. Con esta hazaña se marco el récord universal alcanzado por los caballos, de altura: 5900 metros, temperatura: 18º C bajo Cero, distancia: 21.500 kms. Cubiertos en 504 etapas a razón de 42,6 km. por día. Los dos caballos fueron llevados repetidas veces de un clima extremo a otro, de zonas tropicales a desérticas. En su camino fueron tomando agua y pastos buenos y malos, asimilándolos admirablemente hasta demostrar sus extraordinarias condiciones de sobriedad, resistencia y rusticidad. “Gato” y “Mancha” volvieron a sus añoradas pampas el 20 de diciembre de 1928. Años después de culminada la travesía y de regreso en Argentina, Aimé se llega un día a la Estancia “El Cardal”. Fue a visitar a sus amigos, con quienes compartió tantos momentos de alegría y sinsabores. Se bajó en la entrada de la estancia, lanzó un silbido y al momento se le acercan al trote “Gato” y “Mancha”. Iban al encuentro de su compañero. Aquellos heroicos caballitos criollos no lo habían olvidado. Algunos números

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