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» Diario Cordoba
Fecha: 19/09/2024 17:18
Lo siento, hijo mío; siento mucho que, de un día a otro, la escuela se te haya convertido en un infierno de acoso y malos tratos. Todas las alegrías del verano, convertidas en amargura. Miro el flequillo de tu pelo recién peinado, las ilusiones que metiste en tu cartera nueva, el libro de cuentos y sus ilustraciones. Pero ahora. Ahora no quieres jugar, no quieres comer, no quieres salir de tu habitación, ni siquiera abrir la ventana; las noches se te han convertido en pesadillas de las que te despiertas gritando. De repente, de un día para otro, un cretino te ha elegido para atormentarte y convertir tu vida en un infierno. La escuela, que debería ser el lugar de la paz y la concordia, donde formar para ser humano, se te ha convertido en la selva donde tú eres la víctima de esa hiena y su rebaño de cabestros, y más en este país nuestro donde se persigue la inteligencia, el trabajo, donde se asesina ante el silencio o la indiferencia del resto. Un país y un idioma que, por su misma violencia ancestral, han acuñado expresiones contra ti, como «empollón», «el repelente niño Vicente», «gafitas cuatro ojos capitán de los piojos», para así anular y masacrar al que vale, al que trabaja, en una política educativa que no sirve para nada, que se pierde en leyes y pedagogías huecas, puras palabras inútiles, de las que de sobra conocemos sus evaluaciones negativas. ¡Para qué tanto libro, tanto gasto, si la escuela no cumple su primer destino: inculcar felicidad, convivencia, creatividad, amor a la ética y al conocimiento! Ya sólo me queda la esperanza de que no llegues a matar tu alma con el resentimiento, y te conviertas en carne de dictador, en carne de político arribista, en carne de maltratador, de sádico o de suicida. ¡Semejante aberración! ¡Que la escuela te haya inducido al encierro, al llanto, al terror e, incluso, al suicidio! Pero así es el mundo que os hemos creado los mayores; un mundo a base de aberraciones contra la naturaleza, como la de que una madre asesine en su propio vientre a su hijo, que una escuela asesine el alma de un niño hasta convertirlo en un monstruo, y que ese monstruo asesine a su pareja y a sus hijos; que un enfermo pueda ser asesinado legalmente, que un anciano se considere un desecho, que un animal sea abandonado por su dueño, que un bosque sea incendiado. ¡Esta sociedad que se va construyendo a base de aberraciones contra la vida! Lo siento, hijo mío, porque desde la estatura de tu inocencia y tu incapacidad me miras preguntándome si no voy a hacer nada para sacarte de ese infierno, si voy a seguir tan metido en mis inquietudes egoístas que ni siquiera me voy a dar cuenta de cuánto sufres. Suscríbete para seguir leyendo
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