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  • Cien años de surrealismo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/09/2024 20:47

    En estos días se cumplen cien años del Manifiesto del surrealismo de André Breton, publicado allá por 1924. París de posguerra, explosivos movimientos artísticos, surgimiento de los fascismos en Europa... todo convulsiona. Ante esto, un grupo de jóvenes revolucionarios burgueses eclosiona en Montmartre: son los surrealistas y quieren cambiar el mundo desde la provocación. A este grupo pertenecieron dos paisanos nuestros: Salvador Dalí, excéntrico pintor catalán, y Luis Buñuel, director de cine de culto (como se le dice ahora a los que han creado escuela). Se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid, centro neurálgico del arte español de principios del siglo XX, y juntos nos dejaron el guion y la escenografía de la película ‘Un perro andaluz’ (1929), puesta de largo del surrealismo aplicado al cine que nos brindó momentos inquietantes como ese inolvidable corte de un ojo con navaja de afeitar. Si la pintura de Dalí nos conmueve y zarandea, el cine de Buñuel no le va a la zaga. Profundamente anticlerical, morboso, sensual, onírico y vanguardista, el cineasta aragonés nos coloca ante un abismo de pasiones y reflexiones profundas. Pero los surrealistas nunca quisieron provocar por el simple hecho de hacerlo, lo hicieron con el objeto de dar un vuelco a la Europa que finalmente se derrumbaría con la Segunda Guerra Mundial. Esos jóvenes bohemios de los bistrós de París pretendían, como precursores del Mayo del 68, abrir las puertas a un nuevo mundo de expresión total en todos los ámbitos de la cultura. Un mundo de libertad absoluta, carente de toda moral convencional y de cualquier canon estético. Por desgracia, pocas instituciones programarán exposiciones, debates, proyecciones o conferencias por el centenario del surrealismo; por suerte, Córdoba acoge una de las cinco sedes de la Filmoteca de Andalucía que sí dará cabida en su programación a esta efeméride. Aquellos jóvenes de París distan mucho de los de hoy, de vida más virtual que existencial. Lo trágico del asunto es que la transgresión de hoy no implica un cambio sustancial, la provocación solo sirve para conseguir minutos de gloria en las redes. Quizá los que tienen en su poder la educación de los jóvenes contemporáneos, las familias y el profesorado principalmente, podrían tomar nota de ese espíritu combativo, contestatario y crítico de aquellos primeros surrealistas. Ojalá cuando escuchemos la palabra surrealismo nos recuerde, no a un atajo de locos transgresores deseosos de llamar la atención, sino a unos valientes que quisieron abrir los ojos de una sociedad dormida. ¡Va por ellos! *Profesor Suscríbete para seguir leyendo

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