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  • Romanticismo político en pocas letras

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/09/2024 19:14

    A mediados del siglo XIX comenzó el declive de esa corriente de pensamiento que fue el Romanticismo, que apelaba a los sentimientos y que influyó en todo: desde la filosofía a la arquitectura, la literatura, la música, la sociedad... Aún hoy, el Romanticismo nos condiciona sin darnos cuenta. Un solo ejemplo: ¿saben que nuestras iglesias fernandinas y tantos otros monumentos cordobeses nunca lucieron a piedra vista, sino que estaban pintadas? Hoy sería inconcebible volver a ver a San Lorenzo, Santa Marina o los mismos muros de la Mezquita-Catedral de blanco, rojo o amarillo, con yeso o su buena capa de cal o pintura de almagra y albero... Y sin embargo, así era como se mostraban durante siglos. Precisamente, gracias a ello han llegado a nuestros días, ya que la piedra no se deterioraba tanto como ahora, expuesta a los elementos y a la química del aire y la lluvia y obligando a continuas restauraciones de nuestra frágil caliza cordobesa. Pues, como digo, la culpa fue del Romanticismo, de la popularización y exaltación de los viajeros ingleses y alemanes haciendo el ‘gran tour’ y tras visitar las ruinas de Italia, Grecia y España, construcciones a medio desplomarse que habían perdido hace mucho su pintura pero que identificaban con lo antiguo, lo romántico y lo bello. Aunque, sin duda, lo más trascendente de la influencia del Romanticismo fue en política con la aparición de los nacionalismos, con su interesada reinterpretación de la Historia y esa rara mezcla de que «somos superiores» a la vez de que haber sido objeto durante siglos de injusticias y agravios. La corriente nacionalista tuvo cosas buenas, como la unificación de Italia y Alemania, y otras bastantes malas a la postre. Ahí están los movimientos fascistas del siglo XX. Pero no hablo solo del pasado. Las redes sociales nos han traído un nuevo romanticismo político de mensajes en pocas letras que no invitan a pensar, sino a indignarse, a dejarse llevar por los sentimientos y los bulos. Solo hay que ver cómo se está haciendo la campaña electoral en EEUU, a golpe de frases lapidarias. Y es que, en política, pensar con el corazón sin el freno de la cabeza no suele ser lo mejor. Aunque siempre será lo más cómodo. Suscríbete para seguir leyendo

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