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  • La contratación de empleadas de hogar se estanca en Córdoba tras subir el SMI

    » Diario Cordoba

    Fecha: 18/09/2024 19:01

    La contratación de empleadas de hogar se ha estancado en Córdoba. Aunque la demanda de este servicio es creciente -no hay más que ver la cantidad de anuncios de personas que solicitan este tipo de servicios, así como los de mujeres que se ofrecen para trabajar en las casas-, el número de mujeres (este es uno de los trabajos más feminizados) regularizadas en la provincia se ha estancado. Según las estadísticas de la Seguridad Social, en agosto de este año había 3.376 personas dadas de alta como empleadas de hogar, 3.267 mujeres y 108 hombres, una cifra inferior a la de agosto de 2023, cuando había 3.474 (3.357 mujeres y 117 hombres) y más baja también que en 2021, también superior al número de contratadas actualmente pese a los estragos de la pandemia, 3.466 en total, 3.361 mujeres y 104 hombres. Esta situación coincide con el incremento del salario mínimo interprofesional (SMI), fijado actualmente en 14 pagas de 1.134 euros mensuales. Según Inmaculada Morales, portavoz del Sindicato del Hábitat de CCOO en Córdoba, «en el sindicato vemos que llegan más mujeres que antes para consultar por contratos de este tipo, pero también es cierto que la mayoría de ellas no pasan por aquí». Lo que sí les consta es que las condiciones «han empeorado y que no se respetan los derechos de estas trabajadoras». Morales indica que «la mayoría de empleadas de hogar, sobre todo las que están internas, son mujeres extranjeras (un 90%), muchas de ellas sin papeles y con cargas familiares en España o en sus países de origen». En esas circunstancias de dependencia, aceptan salarios muy por debajo de lo que marca la ley y en el momento en que necesitan un contrato para poder regularizar su situación, llegan a suplicar que se las contrate a costa en muchos casos de pagar ellas mismas la cotización en lugar del empleador». Hay muchas ofertas de trabajo por 700 y 800 euros al mes para personas internas, «lo que supone un verdadero abuso, ya que lo habitual es que trabajen 24 horas cuidando a personas mayores, además de asumir las tareas de la casa como limpieza, compra, comida». Ni siquiera las internas que reciben el salario mínimo interprofesional cobran lo que deberían, «ya que no tienen reconocido el horario real que realizan ni se les abonan las horas extra que realizan». Sin un contrato legal, el cese de actividad o despido suele producirse sin previo aviso en función de las necesidades de las familias y el finiquito que reciben depende de lo que los empleadores consideren, si es que las indemnizan, y no de lo que marca la ley. Una empleada del hogar, realizando tareas domésticas / CÓRDOBA Desde CCOO, consideran que hay «un vacío legal que está permitiendo que esto ocurra, ya que la Inspección de Trabajo no puede acudir a domicilios privados para realizar controles». Además, añade, «están muy limitadas a la hora de denunciar, ya que también se las puede denunciar a ellas por no haber puesto en conocimiento de la autoridad que estaban trabajando sin contrato, aunque ellas mismas hayan sido las perjudicadas». Pese a todo, Morales aconseja a las trabajadoras que intenten recopilar pruebas como conversaciones por whatsapp, correos electrónicos, ofertas de trabajo y testigos de los excesos que puedan producirse en las casas para que, en caso de denuncia, tengan material que puedan presentar». «Nos tratan como esclavas, se aprovechan porque saben que necesitamos el trabajo» Ana es madre de tres hijos que viven en su país de origen, Guatemala, y lleva más de 6 años viviendo en Córdoba. Formada en el cuidado de mayores, en este tiempo ha trabajado largas temporadas como empleada de hogar interna, si bien en el último año alternó el trabajo precario con algunos contratos en ayuda a domicilio. «He hecho bajas y vacaciones, pero no quieren hacer contratos fijos y al final he tenido que dejar la habitación de alquiler y volver de interna», explica, «el sueldo es muy bajo, 700 euros, pero no me puedo permitir trabajar tres meses para unas vacaciones y volver al paro porque yo no tengo familia aquí y no puedo pagar el alquiler». Ella, como muchas compañeras (tienen un grupo de wathsapp con varias decenas de mujeres), vive al día, ya que parte de lo que ganan lo envían a sus países de origen para los gastos de sus hijos. «Como internas, nos tratan como esclavas, no tenemos ni horario ni paro ni nada, algunas personas son amables, pero otras se aprovechan porque saben que necesitamos el trabajo», explica. Según su experiencia, muchas familias, «cuando les hablamos de que queremos contrato, te dicen que meten al abuelo en la residencia y de momento estás sin nada». Las denuncias rara vez prosperan. «Las familias ofrecen un acuerdo y un dinero para que no digamos nada y ahí queda la cosa». Suscríbete para seguir leyendo

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