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  • Solo se vive una vez

    » Diario Cordoba

    Fecha: 17/09/2024 04:57

    Se trata de dos películas en cartel. Una retrata lo canutas que lo pasaron en torno a mediados del XX el mogollón de emigrantes que hubo de coger el petate con destino a las partes más favorecidas de nuestra geografía dado que en las respectivas no había manera. Y aunque lo hace a través de una historia jonda y amable no pude evitar que se me encogiese el alma pensando que mis padres debieron estar a cinco segundos de emprender el mismo destino lo que habría traído consigo un cambio completo de papeles, imposible de saber si mejores o peores ni si muy alejados a la postre el uno del otro. Es esa incertidumbre la que te hace agarrarte con determinación al asiento manteniendo los pies firmes en el suelo. La pantalla traslada las fatiguitas tan jodidas que atravesaron aquellas hornadas de españolitos dispuestos a bandeárselas en un tiempo de horizonte sombrío dentro de un país desgajado y cómo poco a poco, cerrando los puños, haciéndose fuertes solidariamente fueron conquistando un sitio que dejar a sus hijos quienes ya no encararían drama alguno porque el lugar en el que habían crecido es el suyo. La otra está protagonizada por Isabelle Huppert que viene de presidir el jurado de la Mostra veneciana. La actriz fetiche de Chabrol encarna a una escritora perdida en una sequía creativa, existencial más bien, que decide aceptar a duras penas la invitación de un editor que ha vuelto a poner en circulación su primera novela por lo que para promocionarla se desplaza a Japón donde la agasajan con todo tipo de atenciones. Es, por tanto, un discurrir zen alejado del avatar que afronta Eduard Fernández en los suburbios. Son dos mundos que ni se cruzan los que se reflejan y, sin embargo, ninguno de los protagonistas se libra del padecimiento hasta escarbar con insistencia en el interior y lograr salir a flote. Tampoco hace falta jurar que c’est la vie, la misma por la que a punto de los 87 el maestro Sacristán ha clamado desde su optimista melancolía «¡No pierdas el tiempo!». Pues a por ello, ¡oé!. *Periodista Suscríbete para seguir leyendo

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