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  • HOJAS SUELTAS… Aplaudir al verdugo

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 16/09/2024 14:42

    El presidente Javier Milei, ante un auditorio de grandes empresarios de la Unión Industrial Argentina (UIA), afirmó que se acabaron las políticas específicas para la industria que, porque “eran un robo al campo y a todos los argentinos”. Prometió una futura estabilidad macroeconómica, reducción de costos financieros, burocráticos y laborales, que deberían ser suficientes para que la industria compita a nivel global cuando implemente una próxima apertura comercial. El Presidente no dudó en afirmar que muchos empresarios no sobrevivirán al proceso, pero citando al economista Joseph Schumpeter, dijo que serían parte de un proceso de “destrucción creativa”. Lejos de provocar algún tipo de oposición entre su audiencia, fue aplaudido. Recién unos días después, para apaciguar algunas internas empresariales, el titular de la UIA, hizo una publicación de compromiso señalando que “deberían darse una serie de condiciones antes de empujar al sector a competir con las importaciones”. La pasividad de la cámara empresarial no debe sorprender si se considera que ya Perón advertía sobre la inconsistencia de la UIA, explicando que no era argentina porque estaban las empresas extranjeras, no era industrial porque la integraban sectores cercanos al agro, y no era una unión porque estaban todos peleados. Según Milei, las políticas de protección a la industria nacional, al encarecer su precio en relación a los bienes importados, es un costo para el campo y para todos los argentinos. Pero ese análisis asume que todos los factores productivos que hoy se emplean en la industria (maquinarias, operarios, galpones, etc.), pueden ser absorbidos por los sectores con capacidad de competir a nivel internacional. En caso contrario, se transformarían en fierros viejos, trabajadores desocupados y edificios abandonados, como sucedió durante la convertibilidad. Ante esa situación, la eficiencia de la apertura sólo sería cierta si las ganancias por baratura de lo importado superarán las pérdidas por la destrucción del entramado industrial, y aun así habría que ver cómo se reparten los supuestos beneficios netos. Es particular que el ensañamiento de Milei contra las políticas industriales no se repliquen al aplicar regímenes de promoción al gran capital invertido en sectores primarios, al que acaba de brindar una gran cantidad de beneficios impositivos y legales de los que no gozan los demás sectores y empresas, promulgando el RIGI. Parece que la vara no es la misma para todos los sectores del capital, algo que deberían tener en cuenta los empresarios aplaudidores. Comparte esto: Facebook X

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