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  • Calendario de cocina

    » Diario Cordoba

    Fecha: 16/09/2024 06:00

    En una pared de la cocina de casa, colgado de la misma alcayata que el reloj, hay un calendario. No tiene nada de particular, salvo que es el primer calendario que he comprado en toda mi vida. Normalmente conoces a alguien que te lo regala: una empleada de banca, un carnicero, una encargada de supermercado, un relojero, una gestora... La página consagrada a septiembre está llena de anotaciones con el nombre de la ciudad en la que voy a estar, según el día. Este mes, por culpa de la promoción de un libro, no se me va a ver el pelo por casa. Pero el asunto, en realidad, es otro. El lunes, mientras cenaba de cara a la pared del calendario, levanté la vista y reparé en el día 11, una fecha siempre sensible. Mi hija había escrito no sé qué. Me acerqué para verlo mejor: «Destruir el cole». El 11 de septiembre es el día de regreso al colegio en Galicia, lo que significaba que su plan pasaba por acabar con el edificio en los primeros compases. No lo vi mal al punto de tratar de disuadirla urgentemente, como si fuese a hacer algo horrible, de lo que se arrepintiese toda la vida. La precipitación es la ruina de todas las criaturas. Yo fui esa niña que es Helena ahora, y sé que retomar las clases no es plato de gusto; más aún, después de tres meses de vacaciones. Las vacaciones solo tienen una razón de ser: su continuidad. No obstante, me asaltaban algunas preguntas. Cómo planeaba arrasar el colegio, por ejemplo. La técnica lo es todo. «Lo he hablado con Sara, y vamos a llevar un martillo», me aclaró. Por alguna extraña razón, en casa tenemos cuatro. El martillo resulta rotundo y fácil de usar, pensé. Equivale a un grito inopinado. «Pocas cosas tan frontales. El zumo de la ira se ha reunido en el extremo de un mango de madera, ahí se ha dejado fermentar y endurecer; así es como surgen los martillos: por lento goteo de cólera», escribe Fabio Morábito en Caja de herramientas. Pero como también la oportunidad lo es todo, no solo la técnica, la convencí de no atentar contra el colegio el primer día de clase. A lo mejor convenía esperar a los exámenes. Suscríbete para seguir leyendo

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