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  • UNA CALLE LLEVARÁ SU NOMBRE. Murió salvajemente golpeado, apuñalado y torturado

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 16/09/2024 05:25

    Claudio Vera, profesor de historia, se desempeñó en los claustros de la Uader y de algunos establecimientos secundarios en Paraná. Tenía 44 años de edad en el año 2014, cuando fue brutalmente asesinado en el departamento que alquilaba en el centro de la capital provincial. A poco más de 10 años del horrible episodio, y para honrar su memoria, el pasado 3 del presente mes de septiembre ingresó al Concejo Deliberante paranaense el proyecto de dos ediles que piden que se le imponga el nombre de Claudio Vera a la actual calle 1651 del barrio docente, ubicado en el sureste de la ciudad. Se pretende de esa manera rendir homenaje a un educador que fue apasionado defensor de la enseñanza pública, militó en Agmer defendiendo los derechos de los “trabajadores de la tiza” y estuvo muy vinculado al ámbito de la cultura, particularmente asociado al quehacer murguero. Le quitaron la vida sin piedad El 20 de abril de 2014, en un momento del día, Vera les franqueó la entrada de su casa a dos sujetos jóvenes que conocía. En un momento de la hora de la siesta fue atacado por estos y, luego de robarle hasta un par de zapatillas, lo dejaron gravemente herido y se fueron. Tras una larga agonía, que se prolongó por algunas horas, Vera murió. Su cuerpo fue encontrado al otro día por un familiar que ingresó al departamento, ya que no se había presentado a trabajar ni tampoco contestaba los mensajes que se le enviaban. En una habitación de la casa Claudio Vera se encontraba maniatado a la altura de los antebrazos. Había sido salvajemente golpeado, tenía un profundo puntazo en el intercostal izquierdo que le había dañado el bazo y un feroz golpe en la nuca asestado con una plancha, además de quemaduras de cigarrillo en distintas partes de su cuerpo. La autopsia determinó que su muerte databa de 24 horas, pero que había tenido una larga agonía. Los sospechosos Se comprobó que los sospechosos del hecho ingresaron al lugar por la puerta que les franqueara el mismo Claudio, pues se conocerían. Uno o, quizás, los dos visitantes estuvieron vinculados al robo sufrido por otro docente en las inmediaciones de la vivienda de Vera con el mismo modus operandi, pero esa víctima tuvo más suerte pues resultó ilesa. El vecino, de apellido Mesa, presentó de forma espontánea en Homicidios de la Policía de Entre Ríos y contó que sufrió un hecho de similares características. Sólo que no perdió la vida porque lo habían dopado. Coincidía el modus operandi y, además, el testigo aportó dos retratos hablados de las personas que consideraba podían ser los supuestos autores. Los describió con una precisión asombrosa, como luego se comprobó. La terrible experiencia, el estrés que había vivido durante el ataque de los delincuentes, de alguna manera, agudizaron sus sentidos y su memoria registró como recuerdos fotográficos imborrables esos dos rostros. Fue fundamental para la investigación. De uno de ellos se encontró ADN en una copa de vino y aunque la defensa del segundo negó su participación, los dos fueron capturados juntos en una villa de emergencia en la ciudad de Rosario. El primer sospechoso fue un joven de 22 años, pues sus huellas habían quedado en un vaso de vino y además se encontró material genético suyo en el lugar del hecho. Era Manuel Vázquez, pero no fue hallado de inmediato pues huyó en compañía de Sebastián Fernández, a la provincia de Santa Fe. La riesgosa captura y la condena La Policía de la provincia inició la búsqueda, pues ambos se habían fugado a Rosario y allí fueron encontrados alojados en un peligroso asentamiento. Una vez capturados, tuvieron que ser sacados velozmente del lugar, dadas las difíciles circunstancias que debieron soportar los efectivos al ingresar al barrio. Ambos fueron acusados del delito de homicidio en ocasión de robo. La defensa de Fernández adujo que éste no había estado en el lugar y que su único delito había sido acompañar a Vásquez en su huida, pero este argumento no prosperó. Ambos fueron condenados por el ominoso crimen. Vázquez fue sentenciado a 16 años de prisión de cumplimiento efectivo y Fernández a 15. Vázquez, tenía además un importante historial delictivo como integrante de la barra brava de Newell’s Old Boys, con numerosos y violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad de Rosario y con miembros de la propia hinchada. Disconforme, la defensa recurrió en casación ante la Cámara de Casación Penal de Paraná, pero revisado el dictamen del tribunal actuante en primera instancia, se rechazó de plano el pedido, quedando firme la condena. ¿Qué decir? ¿Qué se puede decir de este hecho que privó a la educación paranaense de un elemento valioso, a la cultura de un componente apreciado, a la familia de un ser querido, a los amigos de una persona irremplazable? Se puede asegurar que fue un hecho bárbaro, injusto, cruel… pero no sirve de consuelo. Ni siquiera la pena impuesta por la Justicia que actuó como se esperaba con los homicidas, logró atemperar la tristeza que cayó como un manto de niebla sobre quienes conocieron y amaron Claudio Daniel Vera. El dolor persiste aún al paso del tiempo y se lo sigue extrañando como en los primeros años, es por eso que no son pocos los que adhieren al homenaje que creen justo; así Claudio será recordado cada vez que se busque una dirección en la calle que, es un hecho, llevará su nombre.

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