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  • “No debí hacer eso”: por qué ni la evidencia nos convence

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 16/09/2024 02:38

    No Debi Hacer Eso - La Disonancia Cognitiva Guardianes, platos voladores y disonancia cognitiva. ¿En qué se relacionan estos conceptos? Quedate, porque además te voy a contar cómo un psicólogo se infiltró en una secta para llegar a lo más profundo de este sesgo. En “No debí hacer eso”, te invito a hablar de la cocina de nuestras decisiones y cómo podemos hacer para mejorarlas. La disonancia cognitiva es cuando evitamos información nueva que ponga en peligro nuestras creencias solo para poder sostenerlas. Las personas no intentamos actuar de acuerdo a lo verdadero o correcto, sino a nuestros propios principios. Es mucho más común que, si algo que creemos se demuestra incorrecto, nuestra cabeza busque la forma de justificar lo que creemos antes que asimilar que estábamos equivocados. Incluso aunque eso nos perjudique de forma contundente. Por ejemplo, es fin de año, estás por salir de vacaciones, salís a correr y te doblás el pie en un movimiento. Te duele, no podés seguir, pero en vez de ir a hacerte ver con un médico, volvés rengueando a tu casa. ¿Mirá si justo te vas a lastimar antes de salir de vacaciones? No puede ser, seguro no es nada. Pero al día siguiente el pie está inflamado y pasan las horas, se pone cada vez más violeta. Para todos se hace cada vez más evidente que tenés que ver a un médico ya, pero vos hasta último momento te la jugás: le ponés hielo, levantás el pie para no usarlo, por poner algunos ejemplos. La disonancia cognitiva describe el malestar que las personas sienten cuando sus creencias o acciones entran en conflicto con nueva información, este fenómeno puede afectar desde decisiones simples hasta cuestiones más profundas relacionadas (Imagen Ilustrativa Infobae) ¿Por qué podemos rechazar algo que va en contra de nuestras creencias, incluso cuando es obvio? Por supuesto, si te torcés el pie y te duele, lo mejor es ver al médico. Pero si estabas esperando las vacaciones para caminar, pasear, estar de acá para allá, lo que se pone en juego es mucho: la información nueva de que podés necesitar un yeso te obliga a recalibrar lo que creés. La disonancia cognitiva es incómoda, y por eso cuando experimentamos una diferencia entre la realidad y nuestras creencias, lo más común es que elijamos nuestras creencias por encima de la realidad. Cuando estás con tus amigos y hay dos que se meten en una discusión de la que no pueden salir, no importa lo que diga el otro, ninguno da el brazo a torcer. Ese es un ejemplo de disonancia cognitiva. Pero todos somos ese amigo en algún momento. A todos nos cuesta aceptar nuestras inconsistencias. Las discusiones en las que ninguna de las partes está dispuesta a ceder suelen ser ejemplos comunes de disonancia cognitiva (Imagen ilustrativa Infobae) ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar nuestra forma de pensar? Tenemos la necesidad innata de mantener la coherencia entre nuestras creencias, valores y acciones, tanto para formar nuestra identidad como para entender el mundo que nos rodea. Esto hace que muchas veces no queramos cambiar nuestros comportamientos, por más que tengamos evidencia contundente de que es para mejor. Muchas veces el cambio puede ser doloroso o implicar una pérdida. En algunos casos, significa dejar de hacer algo que formaba parte de nuestra identidad. El malestar que eso genera puede ser hasta físico: te duele la panza o la cabeza. Asimilar que estábamos equivocados pone en juego mucho más que la autoestima. Por eso, si bien la disonancia cognitiva puede ser resuelta de diversas maneras, en general este malestar nos lleva básicamente a dos escenarios posibles: cambiar nuestra conducta o defender nuestras actitudes, incluso llegando al autoengaño. En los años 50, seguidores de una profecía esperaban que un evento catastrófico sucediera en una fecha exacta, un ejemplo de cómo la disonancia cognitiva puede llevar a las personas a reinterpretar la realidad para que coincida con sus creencias (Imagen Ilustrativa Infobae) ¿Cómo? Muchas veces terminamos optando por “hacernos trampa” para hacer que desaparezca ese malestar. Imaginá que fumás desde que sos adolescente y escuchás cada vez más seguido que fumar es malo para tu salud. Hay dos valores en conflicto. Fumar ya forma parte de tu identidad, toda tu vida lo hiciste. Pero lógicamente tampoco querés enfermarte. Bueno, ese choque de valores te genera malestar. La forma más segura de reducir ese malestar en este caso sería dejar de fumar. Pero a muchas personas les resulta muy difícil, así que intentan justificarse diciendo cosas como: “¿Y?, mañana me podría atropellar un auto”. Manipulamos nuestras propias ideas para hacer que encajen entre sí. Sin embargo, eso nos vuelve más vulnerables a chocar una y otra vez con las consecuencias de esa contradicción. El precio que terminamos pagando para mantener la coherencia interna es muy alto. Te cuento una historia increíble para que veas hasta qué punto la disonancia cognitiva puede llevarnos a autoengañarnos. Dorothy Martin era un ama de casa estadounidense que, en la década de 1950, comenzó a decir que recibía mensajes de seres extraterrestres llamados los “Guardianes”. Según esta mujer, estos seres le habían revelado que un gran diluvio destruiría gran parte de la Tierra el 21 de diciembre de 1954, pero que los creyentes y fieles serían rescatados por una nave espacial que llegaría antes del cataclismo. Las creencias en catástrofes inminentes y eventos apocalípticos han sido terreno fértil para el estudio de la disonancia cognitiva (Imagen Ilustrativa Infobae) Por lo tanto, formó un pequeño grupo de seguidores que abandonaron sus trabajos, familias y propiedades para rezar y prepararse para el rescate extraterrestre. Leon Festinger, un psicólogo social pionero en el estudio de la disonancia cognitiva, se interesó en este grupo porque vio una oportunidad única para estudiar cómo las personas manejan la disonancia cognitiva. Festinger se unió a la secta junto con otros investigadores, bajo la identidad de un creyente más, para observar sus reacciones cuando la profecía no se cumpliera. ¿Qué pasó? El 21 de diciembre de 1954, como era de esperarse, no ocurrió ningún diluvio ni llegó ninguna nave espacial. El grupo experimentó una disonancia cognitiva extrema: habían invertido tanto emocional y materialmente en la creencia de la profecía que, en lugar de admitir que estaban equivocados, respondieron ajustando sus creencias. ¿Cómo lo hicieron? Comenzaron a afirmar que su fe y devoción había “salvado al mundo” del desastre, y por eso no ocurrió la catástrofe. Este caso fue crucial para el desarrollo de la teoría de la disonancia cognitiva de Festinger, quien usó sus observaciones para demostrar cómo las personas racionalizan y justifican sus creencias, incluso cuando enfrentan pruebas contundentes en contra. La disonancia cognitiva puede observarse en hábitos que afectan la salud, como el fumar, cuando una persona justifica su conducta con argumentos que permiten evitar el conflicto interno entre la realidad y sus creencias. (Imagen Ilustrativa Infobae) Para que el malestar que genera la disonancia cognitiva no afecte tus decisiones, te paso tres tips: Reflexioná antes de actuar. Tomate un minuto antes de tomar una decisión y preguntate: “¿Esto es coherente con lo que creo y valoro?”. Esta reflexión puede evitar decisiones impulsivas que luego te causen malestar. Aceptá que no todo es blanco o negro. No siempre se puede ser completamente coherente. Permitite ser incoherente a veces, no hace falta que resuelvas todas tus contradicciones. No tengas miedo al cambio. Si notás que una decisión te causa malestar, no dudes en cambiarla si es posible. Cambiar de opinión o modificar un plan no es un fracaso, sino una manera de tratar de mejorar. *Emmanuel Ferrario es docente universitario de economía del comportamiento, autor del libro “Coordenadas para antisistemas” y legislador de la Ciudad de Buenos Aires.

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