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  • La violencia machista de cada día

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/09/2024 12:19

    Los casos se suceden y la estadística del terror sigue escalando hasta límites insoportables. Los titulares señalan crímenes distintos, pero todos forman parte de una misma violencia: hombres que matan a mujeres. A veces, también a sus hijos, un modo de acrecentar el dolor. El asesinato como última y desesperada estación de un proceso de sometimiento y control. Matar como la acción que rubrica el poder más absoluto. Solo así se entiende la extrema crueldad de algunos de los asesinatos. Los números de la violencia machista desafían al conjunto de la sociedad, también señalan los déficits del sistema. El análisis de su casuística permite trazar algunos caminos para combatirla. Un informe pionero sobre la tasa de reiteración penitenciaria revela el elevado índice de reincidencia en los delitos cometidos en el ámbito de la violencia de género: un 41,6% de los condenados vuelve a delinquir, frente a un 20% de reincidencia en la tasa general de delitos. Un par de datos más: el 73% de los maltratadores reincide en los tres primeros años tras su excarcelación y el 85% durante los cinco primeros años. Los porcentajes señalan la profundidad de la lacra social y la dificultad para erradicarla, pero también presentan una oportunidad. Diferentes experiencias penitenciarias apuntan que los programas dirigidos a modificar la conducta de los agresores han conseguido reducir la reincidencia de un modo muy significativo. Pero asistir a esas terapias no siempre es obligatorio, por lo que no llegan al conjunto de los reclusos. Si no existe voluntariedad, difícilmente se cuenta con la predisposición necesaria por parte del condenado. Mirar a la víctima, pero también al agresor, ese es un camino necesario para combatir la violencia machista. Trabajar por la rehabilitación de los condenados es un modo de proteger a las mujeres, borrarlas de la diana. La educación en la igualdad es un camino que debería ser recorrido por cualquier hombre señalado por violencia machista. También las víctimas necesitan mejor atención. La interiorización del maltrato les impide a veces detectar a tiempo las actitudes abusivas. Muchas mujeres, atrapadas en una espiral de la violencia, no consiguen salir de ella. Pedir ayuda y denunciar son pasos imprescindibles. Pero los programas de rehabilitación no acabarán a corto plazo con la violencia machista. En este momento, es incuestionable que hay hombres que reinciden una y otra vez en el maltrato. El tiempo solo incrementa su ira y su frustración. Ante su actitud, solo cabe mejorar la protección de las víctimas. Y en este aspecto aún hay mucho camino por recorrer. Porque falla la detección del maltrato y, también, el acompañamiento posterior a la denuncia. Más aún al finalizar la condena. Así como los centros médicos son un observatorio imprescindible para distinguir posibles casos de violencia machista, la posibilidad de aumentar la vigilancia a los exreos debería considerarse jurídicamente. En memoria de las muertas y por la vida de tantas, porque las niñas no pueden crecer con el temor pegado a sus cuerpos, cabe ahondar en todas las medidas posibles para combatir la violencia machista. También condenar los reiterados intentos de minimizar su gravedad, así como evitar algunas medidas que, cargadas de frivolidad y oportunismo partidista, solo pervierten el debate y debilitan los esfuerzos. Cada nueva víctima es la evidencia de un funesto fracaso colectivo. No cabe desistir.

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