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  • La sorprendente vida sexual de las plantas

    » Diario Cordoba

    Fecha: 15/09/2024 12:16

    La naturaleza esconde muchos secretos fascinantes, y uno de ellos es la sexualidad de las plantas, expresada a través de sus flores y la posterior formación de frutos. Las plantas con flores, conocidas como angiospermas (del griego «ageíon», vaso; «sperma», semilla), han desarrollado una de las estrategias reproductoras más exitosas en el reino vegetal. Aunque la polinización es diversa, hoy nos centraremos en el fruto, una pieza clave en la protección y dispersión de las semillas, donde reside el embrión que dará vida a una nueva planta. Tras la fertilización de los óvulos en el proceso de floración, se inicia la formación del fruto. El ovario de la flor se transforma, generando una capa protectora y nutritiva para la semilla. Algunas especies vegetales han llevado este proceso a niveles sorprendentes, llegando a involucrar a otras partes de la planta o colaborando con animales para asegurar la dispersión de sus semillas. Esta evolución ha dado lugar a una asombrosa variedad de frutos en cuanto a formas, tamaños, colores y texturas. Los frutos no solo juegan un papel crucial en el ciclo de vida de las plantas, sino también en nuestra alimentación y en la de muchas especies animales. Sin embargo, a menudo, no somos conscientes de lo que realmente estamos comiendo: ¿es el fruto, la semilla o alguna otra parte de la planta? Tomemos como ejemplo los llamados «frutos secos». En estos casos, la pared que protege a la semilla es seca y dura, como ocurre con las pipas de girasol, cuyo fruto se abre al madurar, permitiendo el acceso a las semillas. La cáscara seca del fruto queda relegada, mientras disfrutamos de su interior. Uno de los ejemplos más curiosos es la fresa. Aunque solemos considerarla un fruto carnoso, en realidad, lo que comemos es el receptáculo de la planta, que sostiene una inflorescencia de pequeñas flores. Cada una de esas flores se transforma en un diminuto fruto seco, los cuales vemos dispersos en la superficie de la fresa. Por otro lado, los cereales como el trigo, el maíz o el arroz también producen frutos secos, pero a diferencia de las pipas, no se abren de forma natural para liberar las semillas. En nuestra alimentación consumimos el fruto completo, mientras que en las legumbres, como las lentejas o los guisantes, nos centramos en las semillas que contienen las vainas. Solo en algunas legumbres, como las habas o las judías, se come el fruto entero, incluidas las vainas que encierran las semillas. El coco (Cocos nucifera) es otro caso sorprendente. A menudo lo consideramos un fruto carnoso, pero lo que realmente es carnosa es su semilla, que, además, contiene un líquido apreciado: la famosa leche de coco. Su gruesa y dura cáscara es un recordatorio de cómo las plantas han evolucionado para proteger sus semillas de manera eficiente. En los «frutos carnosos», como la manzana o el melocotón, toda la pared del fruto se vuelve carnosa. En otros, como el tomate, la capa más interna es especialmente jugosa. La naranja y el limón, por su parte, presentan una cáscara exterior que solemos descartar, aunque en realidad contiene nutrientes valiosos; la capa interna del fruto está formada por pequeñas bolsas jugosas que rodean a las semillas. Todo esto puede llevar a confusiones entre frutas y verduras. Desde el punto de vista botánico, el tomate, el pimiento, los cereales y las legumbres son frutos, ya que su función principal es proteger y dispersar las semillas. No obstante, en el ámbito agroalimentario, a muchos de estos frutos se les clasifica como verduras, mientras que el término «verduras» se refiere a otras partes de la planta, como las hojas de la lechuga o las espinacas. Aunque algunos frutos suelen formar parte de nuestras comidas principales, como los tomates en ensaladas o los cereales en el desayuno, otros se consumen como postre o en momentos de antojo. Lo que queda claro es que, detrás de cada bocado, hay un complejo proceso biológico diseñado para la supervivencia y la reproducción de las plantas, una estrategia que ha permitido la enorme diversidad de alimentos que disfrutamos hoy en día. Suscríbete para seguir leyendo

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