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» Diario Cordoba
Fecha: 15/09/2024 12:11
El escenario prometía. Un piano, tres guitarras, un chelo, una batería y un violín en el centro. Y Ara Malikian no defraudó. Menudo espectáculo el de Intruso. A la hora prometida, el libanésarmenioespañol tomó el escenario de la Axerquía de Córdoba vestido de negro, con pantalón ancho, chaleco y botas, saltando y bailando con su violín al hombro, ese instrumento que parece tener vida propia en sus manos. "Vamos a tocar durante seis días", advirtió tras el tema introductorio, "no pararemos hasta que el último se haya ido". Tras piropear a Córdoba y agradecer a los asistentes por su presencia, la conexión con el público fue instantánea. Hay músicos que no dicen ni mu y otros que hablan mucho para no decir nada. El músico libanés, nacionalizado en España, no es ni una cosa ni la otra. Además de virtuoso con el instrumento, tiene esa habilidad que solo algunos poseen de entretener y divertir con cada cosa que dicen. Durante el concierto, Malikian logró erizar el vello del respetable con sus interpretaciones, cargadas de sentimiento y belleza, acompañado por el exquisito plantel de músicos cubanos que le siguen con fe ciega, intercalando la música con historias de su tío Nono, de la Habana, del show de los cerdos e impostores o de la vez que lo contrataron para no hacer nada. Músico integral, interpreta, compone, baila y vende su música con el mismo ingenio. Ara Malikian este sábado, en la Axerquía de Córdoba. / Rafa Alcaide Recorrido visual y sentimental Malikian vuelve a dejarse la piel en este Intruso, que lleva al público de la mano por un recorrido visual y sentimental por el mundo entero, que es suyo y es de todos, y por la inquietante experiencia de un tipo que aprendió a ser de todas partes a base de no ser de ninguna. "Uno puede ser frágil, ser fuerte, no hay que ser siempre el más fuerte, hay que mostrar las debilidades y eso también es importante para nuestro ser", dijo en un momento dado al presentar un tema sin título. Luego habló de Paganini, "el mejor violinista de todos los tiempos" y un espejo para él porque "fue la primera estrella del rock de la música instrumental". A continuación, interpretó su versión del capricho 24 y se desató la locura. Toco el violín de pie, saltando, tumbado en el suelo, acompañado por los músicos y se granjeó el aplauso del público dejando claro que la música no tiene fronteras ni debe llevar corsé. Ara Malikian este sábado, en la Axerquía de Córdoba. / Rafa Alcaide Casi dos horas de música en directo La sala entera se puso en pie para aplaudirle y pedirle otra sin que él y los suyos hubieran hecho el amago de irse. Eran ya las once de la noche. Entonces, volvió a advertir: "En la música clásica hay muchos protocolos que no entendemos, se supone que en algún momento del concierto hay que fingir que hemos tocado el último tema, nos tenemos que ir... hacerse el caprichoso... pero todo ese rollo no lo vamos a hacer, vamos a seguir tocando y ya está". El último tema, casi dos horas después del inicio, fue la exquisita Nana arrugada, compuesta durante la pandemia, un deseo felicidad, paz, amor y salud que supo a gloria como punto final. Lástima que las cosas bellas siempre se hagan tan cortas. Hasta la próxima Ara. Suscríbete para seguir leyendo
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