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    » Data Chaco

    Fecha: 14/09/2024 10:53

    Juan Carlos Tuyaré. Señala el texto bíblico que el que niega la existencia de Dios, profesando ser sabio se vuelve necio; es la persona desprovista de inteligencia o sabiduría, particularmente transgresor, implicando su falta de conocimiento de Dios, que se deja ver ante todo en los malvados que se mofan o se burlan del pecado. El pecado es la transgresión a la obediencia a Dios, conducta que también afecta al necio. Menoscabar Su palabra Siempre anda buscando menoscabar el valor sagrado de la palabra de Dios escrita en la Biblia. No entra al reino de los cielos, ni deja entrar a otros. Pero aun así, es trabajo de los creyentes ocuparse de ellos, de las ovejas perdidas. ¿O, que hombre, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la oveja que se perdió, hasta encontrarla? Parte de nuestra tarea es encontrar y llamar a los necios para que vuelvan al rebaño. El llamado es para todos, pero algunos no lo escucharán. Apelando entonces a esa función de rescatar ovejas perdidas, hemos creído necesario desasnar, si se nos permite esa expresión, a quienes manifiestan que el texto bíblico tiene contradicciones. No hay contradicciones Porque hay quienes fomentan la idea que habría una contradicción entre el relato de la conversión del agua en vino, en las bodas de Canaán, donde Jesús realizó su primer milagro, y la recomendación del apóstol Pablo, en la carta a los romanos, acerca de que sería bueno no beber vino. Interpretación propia de indoctos, que por la falta de ejercicio se vuelven necios. En primer lugar debemos destacar que el pan y el vino, en la cultura bíblica eran base de la alimentación y simbolizan la comida como un todo. En el Salmo 104, que explica cómo Dios cuida de su creación dice: "Dios hace producir el forraje para las bestias, y la hierba para el servicio del hombre, sacando el pan de la tierra, y el vino que alegra el corazón del hombre"; como sabemos, el pan viene del trigo y el vino de la vid, ambos producto de la labranza de la tierra. En cuanto al milagro de Jesús, de convertir agua en vino, se produjo en el contexto de una boda a la que asistió como invitado. Se había terminado el vino y debido a su importancia para la alegría de los invitados, era necesario reponerlo y así lo hizo. Aquí el vino es símbolo de alegría en el festejo de una boda. Consejo sabio En cuanto al consejo del apóstol Pablo de abstenerse del vino, se da en un contexto completamente distinto. En su carta, está instruyendo a los cristianos en Roma, dentro del contexto de cuidar a los débiles en la fe; que son todos aquellos que, por distintos motivos poseen auto restricciones, como por ejemplo, en lugar de comer de todo, solo comen legumbres y no toman vino. Allí Pablo señala que el reino de los cielos no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, de manera tal que recomendó: "No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió, bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite". Dicho de otro modo, la sugerencia de Pablo es realizada con el fin de evitar las discusiones estériles acerca de si está bien o no comer carne y tomar vino, cuando existen quienes creen que no se debe. También se utiliza hoy día esa observación cuando se comparte una comida con alguien que está viniendo del alcoholismo, a quien no se le debería someter a la posibilidad de recaída. En casos así, evitar poner vino sobre la mesa no es una restricción arbitraria, sino una medida de absoluta sabiduría. Como conclusión, el vino fue planeado por Dios como parte de la comida y sinónimo de alegría para la gente, pero tiene severas restricciones respecto de su abuso. A tal punto llega la advertencia respecto de su abuso, que el mismo Pablo enseña que los borrachos no entraran en el reino de los cielos. Es totalmente razonable como cualquier otra cosa, está bien tomar vino para el que quiere, pero está mal emborracharse y mucho más convertirse en alcohólico. Desde el punto de vista bíblico, hay una similitud entre el borracho y el necio: a menos que se arrepientan, ninguno de los dos ingresara al reino de los cielos.

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