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  • Cerrado por vacaciones

    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/09/2024 09:27

    Hubo un tiempo en el que las vacaciones terminaban en septiembre, pero eso fue antes de la llegada de Yolanda Díaz al Gobierno. Este año, entre la anunciada reducción de la jornada laboral y la ampliación hasta el infinito de los permisos, las comidas navideñas de empresa las servirá Glovo a domicilio, y es que de tanto faltar al trabajo ya hay quien necesita un mapa para llegar a la oficina. Reconocer el gusto por el trabajo se ha convertido en algo vergonzante, y nuestros jóvenes aspiran a currelar los mismos días que Melchor, Gaspar y Baltasar...Garzón. Resulta paradójico que la principal aspiración de la ministra de Empleo sea evitar que trabajemos. El absentismo laboral en España anda disparado, hasta el punto de que un millón y medio de personas no acude a trabajar ningún día del año. Habrá quien diga que esas ausencias están justificadas, pero basta un poco de ingenio - y un mucho de sinvergonzonería- para holgar de enero a diciembre. Un mes de vacaciones en verano, ciento cuatro días entre sábados y domingos, y catorce festivos anuales parece que resultan insuficientes, de ahí que corran rumores de que la vicepresidenta quiera cambiar el Estatuto de los Trabajadores por la Ley de Vagos y Maleantes. Mi amigo Juanito ‘El Zángano’ lo tiene todo planificado y, si no le fallan las cuentas, se reincorporará al trabajo coincidiendo con la próxima Expo de Sevilla. Si la salud lo respeta tiene garantizados quince días de descanso por su inscripción en el registro de parejas de hecho; cinco más (ampliables a siete si coincide con fin de semana) con motivo de la operación de fimosis de un cuñado con el que no se habla; cuatro días para acudir al sepelio de la centenaria tía Josefita; y otros tantos por la extirpación de unas hemorroides rebeldes a su suegra, que se multiplican por dos si hay recaída. También un lunes para hacer la mudanza; medio día por haber sido miembro de una mesa electoral el día anterior; dos tardes a la semana para acompañar a Rosita a clases de preparación al parto; un día por la feria del pueblo... y los siete inmediatamente siguientes por lumbago. Además, un par de días de asuntos propios; dieciséis semanas porque -según Rosita- ha sido padre; quince días por la lactancia de su primogénito; el tiempo que considere conveniente si le llaman desde la guardería porque el niño tiene mocos; y, en breve, veinte horas al año para cuidar de la mascota. De seguir así, el próximo premio al empleado más productivo del mes recaerá en el liberado sindical de la empresa. En algunos monasterios la regla del ‘ora et labora’ ha quedado reducida a la mitad. Ya hay quien ha alcanzado en vida el descanso eterno. Hasta hace poco, la ‘dolce far niente’ era patrimonio exclusivo de los italianos y de la ministra de Juventud, pero estamos en un tris de que la gandulería se incluya en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ahora que la conciliación familiar y laboral es la mayor ambición del ser humano, resulta comprensible que se haya disparado el consumo de melatonina, y es que, de tanto descansar, vamos a conciliar todo menos el sueño. No se trata de demonizar el descanso, pero entre la advertencia opusdeísta de que la holgazanería tiende a la masturbación o creer, como Francisco de Quevedo, que el asueto es la pérdida del salario, me quedo con la sabiduría de nuestro paisano Séneca, para quien estar en ocio muy prolongado no era reposo, sino pereza. Siempre presto a predicar con el ejemplo, Pedro Sánchez exprime hasta el extremo sus derechos laborales. Este año ya ha disfrutado de cuatro días de permiso por sus cuitas amorosas, tres por el fallecimiento de su suegro, y algo más de un mes de vacaciones estivales. Con algo de suerte, en breve se pide una excedencia. Suscríbete para seguir leyendo

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