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  • Viana se rinde a la voz de La Bien Querida, lo provocador es amar

    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/09/2024 09:27

    “¿Con cuál va a empezar?”. Como cantaron Love of Lesbian en su fascinante Club de fans de John Boy, la gente se preguntaba en los extramuros del Palacio de Viana con qué canción comenzaría su concierto La Bien Querida. “¡Dinamita!”, “¡Átame!”, ”Muero de amor“ … Y, ya dentro, es decir, fuera del mundo, mientras se discutía el grado de calor de una noche de verano en Córdoba, Ana Fernández Villaverde aparecía de un blanco más inmaculado que roto sobre el escenario del Patio de las Columnas para cantarnos los primeros versos de una epopeya doméstica y cruel. Serena y terrible: la del amor, la de las deudas. No tiene la voz más nítida del siglo XXI, ni cierra las rimas al nivel de Los Planetas, pero te cruje las entrañas cada vez que canta. Y es entonces cuando el cambio climático cambia de aspecto, y te salta el corazón y los estanques lanzan llamaradas, es decir: se encienden. Y David Rodríguez maneja su estrella para brujulear la tristeza, necesaria, inconfundible. Sosa y de Bilbao, valga la redundancia, La Bien Querida es blanca, nívea, y estruendosa en su caricia. Y entonces, inopinadamente, nos regala un título elemental, adanista… quizás la mejor canción de este siglo: “Esta mañana escuché en el jardín de tu casa / una canción que decía algo parecido…”. Y así, de repente, de momento, en esta pequeña y demoledora ciudad, septiembre fue abril. Y todos los pozos sacaron sus lenguas para recibir este rocío crepuscular y, sin embargo, nuevo. En mi católica opinión, nadie, y cuando escribo nadie me gustaría escribir NADIE, escribe letras tan bellas, dolorosas y certeras como AFV. Y nadie, o casi nadie, las cuenta tan bien como ella. Podría llamarse La Bien Contante, La Bien Contadora, La Bien Cantante, La Bien Everything. Bien es todo en ella. Hasta su enfermiza pasión por la gimnasia, por el caribe, por la salsa que ya va a abandonar, como confesó en las páginas de este periódico hace unos días. Viana se rinde a la voz de La Bien Querida en una noche ecléctica / VICTOR CASTRO Había cuatro columnas de cieno, o de cielo, sobre el perfil de un jardín de marzo, o de Marte, o de amarte. La voz suave y silvestre de La Bien Querida saltaba sobre la arritmia brutal y bucólica de David Rodríguez. Hay jazmines que abren sus pétalos para intentar entender lo que pasa. La noche huele a anís, a avellanas y a esa escarcha que fue capaz de hundir el Titanic. Las canciones se desgranan o se desangran. La Bien Querida, sin querer, ha creado nuevas vocales: la u griega, la e intercalada, la a muda, la o seca, la i sin punto ni final. Las consonantes, por elegancia, las dejó muy bien aparcadas en la orillita del río. A veces se canta por alguien o para algo, pero creo que Smith, Cave, Callahan, Staples, Rodríguez, Morente, Cohen, Cobain, Simone y Fernández Villaverde cantan por si acaso. O por si ocaso. Suscríbete para seguir leyendo

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