Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Autos clavo: cuando lo premium se convierte en torta

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 14/09/2024 08:19

    n Las ganas irrefrenables de tener un auto singular, llamativo y -en ciertos casos- mecánicamente poderoso, impulsan a muchos compradores a entrar a la dimensión de los “clavos”. Comprarlos significa transitar un camino sin retorno en el que los padecimientos van de penar por talleres a la espera de repuestos, a rogar a los mecánicos que hallen soluciones alternativas para desperfectos irresolubles. Todo termina cuando el desahuciado dueño pone una latita sobre el techo de “la nave” para que otro incauto se ensarte. ¿Cómo escapar de los clavos automotrices? Es relativamente simple, ya que basta con mirar periódicamente los avisos de compraventa en las páginas web más famosas para notar que la demanda de algunos modelos que unos años atrás fueron muy codiciados, se ha visto reducida a cero. El hecho de que nadie (o casi nadie) busque un determinado modelo demuestra que es acreedor de una mala fama apoyada generalmente en razones fundadas. En la Argentina hay varios “autos clavo”. La gran mayoría importados, generalmente estadounidenses, algunos japoneses, casi todos los chinos entrados en años y -por qué no- ciertos alemanes premium que acabaron arrumbados en algún garaje por una falla invalidante. También por supuesto los hay suecos, españoles y de algunas procedencias exóticas como podrían ser la ex Unión Soviética y la India. ¿Quieren que citemos modelos? Sin ofender a sus actuales poseedores, podemos comenzar por el Chrysler PT Cruiser, dueño de un diseño inspirado en las líneas redondas y musculosas de los años 40 que se ganó el corazón de los argentinos ni bien llegó al país, importado de la planta mexicana de Toluca, donde se produjo hasta 2010. En sus pocos años de apogeo, el PT gustó por su originalidad, su confort y su potente motor 2.4 nafta, pero no pasó mucho tiempo para que los usuarios (en su gran mayoría ya de segunda mano) descubrieran problemas crónicos en las cajas automáticas, los circuitos de enfriamiento y la falta de repuestos. El PT Cruiser dejó de verse en las calles y comenzó a ser visto en los depósitos, colgado de algún aparejo, a la espera de componentes inhallables. Los costos de reparación hicieron el resto, con el agravante de la crisis que elevó la tarifa de los combustibles, una frontera complicada para los propietarios de vehículos cuyos consumos superen los 10 litros cada 100 kilómetros (como es el caso del citado inspiracional retro). En la lista de los menos queridos hay de todo: desde un Accord japonés de los años 2000 hasta un BMW Serie 5 con caja automática complicada (y débil). Casi todos los Volvo ingresados el país son considerados clavos, así como los norteamericanos de lujo entre los que se incluyen la pick up Ram de la década antepasada (con un tremendo motor Cummins diesel de 6,7 litros), la Jeep Cherokee sport diesel de los años 90 y el Dodge Neon, en cualquiera de sus versiones. La pregunta es por qué algunos autos entrados en años son rechazados y otros mantienen su valor de reventa (o la acrecientan). La respuesta es harto conocida por aquellos usuarios que siempre han declinado las opciones cero kilómetro para cultivar el arte de elegir “el” auto propio en el equilibrio ideal entre prestaciones, confort, diseño y precio. Quienes lo consiguen, lo logran en base a decisiones que mezclan lo pasional con lo racional para optar por el famoso usado full con pocos kilómetros. Se trata de hacer un estudio de mercado empírico en el que cada comprador simula distintas situacions antes de quedarse con el vehículo que cumplirá con sus expectativas. Siempre existen riesgos relacionados con la procedencia desconocida de una unidad que pude brillar por fuera mientras esconde vicios ocultos, pero lo cierto es que un consumidor entrenado puede encontrar verdaderas gangas en un segmento de usados de alta gama donde hay tanto joyas como tortas (así definidos despectivamente los malqueridos del universo automotriz). Justamente, los males latentes cuyas manifestaciones futuras transformarán lo que pudo haber sido una gran compra en el peor de los negocios constituyen uno de los factores determinantes para definir el prestigio o el desprestigio de un modelo, cualquiera sea la calidad que irradie su marca o su país de origen. Han habido autos que nacieron con ínfulas principescas que terminaron en la prensa de compactación sin miramientos, como el Mazda 626 en varias de sus ediciones más pomposas. Pero también hubo casos de “Patitos Feos” que florecieron en su mediana edad, tal el ejemplo de los hoy valorados Megane Coupé. Para que se entienda, hay un solo paso en la transformación de lo útil y bello a lo fallido y destartalado, ya que son como las dos caras de una misma moneda y pueden corporizarse en un abrir y cerrar de ojos si el usuario que cayó en la trampa de sus deseos más extravagantes desvió el derrotero hacia un “auto clavo”. En la jerga de lo conocedores del mundo fierrero, auto clavo es aquel vehículo que habiendo nacido como premium o alta gama envejeció deficientemente hasta convertirse en un problema para su propietario. El catálogo de distinguidos ejemplares de estos verdaderos collares de sandías está lleno de fulgurantes especímenes que fueron lanzados como promesas de lujo y glamour que hoy esperan finales indignos, camino al desguace. Una segunda vida Los autos clavo pueden reverdecer como rarezas de colección con el paso de los años. Uno de los caso paradigmáticos es el Ford Edsel que la compañía norteamericana lanzó en los años 50 como una opción sumamente equipada para la familia estadounidense. El modelo (llamado Edsel en honor al hijo fallecido de Henry Ford) tuvo que ser discontinuado ante la ola de críticas que padeció por parte de los usuarios no sólo por algunas flaquezas mecánicas sino por su estética, ya que la trompa llevaba una abertura vertical central que algunos críticos compararon con una vagina. Así como ocurrió con el Edsel, hay modelos que por escasos, con el paso de los años, se convierten en clásicos. Un ejemplo a futuro: puede que en algún momento, cuando ya queden pocas unidades en pie, el Chrysler PT Cruiser se transforme en un incunable del coleccionismo gracias a sus formas tan icónicas, creadas para rescatar el diseño post vintage. Será lo que sea, pero nunca pasará inadvertido y esa es una virtud que los conservacionistas siempre tienen presente.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por