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  • Diez películas mucho más “feministas” que Thelma y Louise

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 14/09/2024 02:46

    Susan Sarandon y Geena Davis, protagonistas de Thelma and Louise, film de Ridley Scott, de 1991 (Photo by Mgm/Pathe/Kobal/Shutterstock) Cada vez que escucho elogios al film de Ridley Scott, como película feminista, me acuerdo de una amiga que se atragantaba de indignación frente al calificativo. Para ella, Thelma y Louise eran dos tontas que no paraban de complicarse la vida al infinito. Para nada modelos de emancipación femenina. “Thelma y Louise”, estrenada en 1991, es una película entretenida, muy bien filmada, la fotografía es excelente, la trama tiene originalidad y, sobre todo, cuenta con un excelente reparto. Una road movie protagonizada por mujeres. Fue una película muy taquillera, aunque no una gran película. Sin embargo, desde su salida, ha generado una narrativa estereotipada sobre el lugar de las mujeres en el cine, en la pantalla y detrás de ella, que persiste hasta hoy. Un lugar común fue presentarla como una película fundacional del feminismo en el cine. “Sacó la vena feminista en Hollywood”, decían unos. “Significó un cambio de época”, exageraron. En 2021, a tres décadas de su estreno, y a la luz del MeToo, proliferaron los panegíricos. El feminismo del siglo XXI la revalorizó: “Thelma & Louise, dos heroínas contra el patriarcado”, tituló The Independent. Hubo más definiciones grandilocuentes: “La película feminista ‘mainstream’ por excelencia”; “parecía destinada a revolucionar Hollywood en pos de la igualdad de género”; “por fin iba a acabarse el imperio machista que dominaba la gran pantalla”; “una película sobre un despertar feminista, que le dio a las mujeres un lugar protagónico con poder de fuego, deseo y complejas vidas interiores”. Lo de complejas vidas interiores no deja de ser llamativo para una película que, pese a sus momentos dramáticos, no deja de ser liviana. Otro tópico fueron las lamentaciones y reproches, porque Thelma y Louise no fue “tan imitada como debiera”, alusión a una supuesta ausencia de mujeres en roles protagónicos. “Todavía queda mucho por cambiar en Hollywood”, decían las voceras de un feminismo que, como nació en la industria del cine, privilegia el combate en el plano de lo imaginario. Recordemos que el MeToo fue lanzado por Oprah Winfrey, antes amigota de Harvey Weinstein, el productor masivamente denunciado -y condenado- por exigir favores sexuales a cambio de papeles. Confundiendo ficción con realidad, las protagonistas del film, Geena Davis y Susan Sarandon, fueron calificadas una y otra vez como “heroínas” de toda una generación. Ridley Scott también recibió lo suyo: “Logró transformar radicalmente el papel de la mujer en el cine”. Dudo mucho de que el director haya tenido una intención feminista. La película presenta un leve tono de comedia que suaviza el drama que viven las protagonistas. El problema está en tomarse en serio la trama, como han hecho muchas. Es incomprensible que se haya calificado de feminista a esta película. No lo es, ni tampoco fundacional. Se me ocurren fácilmente varios títulos de films que dan igual o mayor y sobre todo mejor protagonismo a las mujeres y que fueron rodadas previamente. Pero primero repasemos Thelma y Louise. (ALERTA SPOILER) Thelma y Louise (respectivamente Davis y Sarandon) son dos amigas que deciden hacer una escapada de fin de semana a la montaña. A poco de salir, las cosas se complican y un inocente paseo las termina llevando a hacer cosas inimaginables que culminan en desastre. Pero donde algunos ven “una maravillosa aventura de dos mujeres en busca de la libertad (que) escapan de las tareas domésticas, los hombres sexistas y las realidades infelices para empezar a escribir su propia historia, y, de paso, decidir su propio final”, mi amiga veía a dos inconscientes que se metían en líos por su propia estupidez. Que reaccionaban del modo más irreflexivo posible ante las complicaciones -nada menores por cierto- que iban surgiendo en el camino. Thelma tiene motivos para querer huir. Un marido que, si bien no es violento, sí es posesivo, la subestima y no le permite hacer nada fuera del hogar. Machista en sentido estricto: no considera que su mujercita sirva para otra cosa o deba aspirar a nada más que tenerle la casa en orden y la comida lista. El tipo llega del laburo, orgulloso de ser gerente de venta de alfombras -lo que parece ser toda su ambición-, y se sienta en el sofá a mirar fútbol (americano). Thelma no es que tenga grandes inquietudes tampoco. Parece más bien el tipo simplota, inocente, pero con ganas contenidas de aventura, dispuesta a la diversión. Louise es camarera y su malestar en la vida es menos evidente. Tiene un novio (interpretado por Michael Madsen) algo ausente, un rockero que sale de gira con su banda. Algo que una feminista no debería deplorar ya que el hombre la quiere y a la vez la deja libre. ¿No es eso lo que reclaman? A poco de salir, los deseos de diversión de Thelma las llevan a detenerse en la ruta en un bar de camioneros, donde ella baila con uno que claramente tiene intenciones de algo más. Geena Davis en el rol de Thelma En el estacionamiento del lugar el tipo intenta violarla y se pone violento cuando ella se resiste, la golpea, y está a punto de conseguir lo que quiere, cuando aparece Louise empuñando un revólver. El tipo desiste pero hace un comentario sexista que desata la furia de Louise. Un tiro en el pecho y las dos huyen en el descapotable dejando atrás un cadáver. Thelma quiere ir a la policía. Louise se niega con el argumento de que no les van a creer. La narrativa actual sostiene que, antes del MeToo, no se le creía a ninguna mujer. Es una generalización abusiva. Ahí empieza el raid de ambas mujeres, perseguidas por la policía, hasta que, acorraladas por varias patrullas en el Cañón del Colorado (Arizona), deciden una fuga suicida hacia adelante y se lanzan con el auto al vacío, convencidas de que no hay otra alternativa. “No puedo volver, algo en mí se transformó, no quiero esa vida”, dice Thelma poco antes de lanzarse al cañón. “No nos van a atrapar, sigamos adelante”. El artículo de The Independent (2021) es emblemático de la lectura feminista de esta película. “Mucha gente pensó que Hollywood cambiaría para siempre, que se estaba ingresando en una nueva era de igualdad de género en pantalla”. La columnista, Pamela Hutchinson, cuenta que la expresión “un momento Thelma & Louise” empezó a ser usada para aludir a “un despertar feminista ligado a un punto de no retorno, en términos de la representación de las mujeres”. Para ella, era el regreso de “una nueva clase de personaje fuerte femenino”, como en Terminator 2. Para Geena Davis (actriz a la que se la comió el personaje, ya que desde entonces se dedica a monitorear la presencia femenina en las películas), la guionista del film, Callie Khouri, es “una revolucionaria”, porque “crea personajes que están a cargo de su propio destino, hasta el final, mujeres dueñas de sí mismas.” Es curioso que Hutchinson considere que este film “genera un espacio” para “películas en las que las sobrevivientes pueden liberarse del trauma”. Justamente algo que hace ruido en esta película -y cada vez más presente en casi todas las producciones actuales- es que el trauma de la violación es algo insuperable para una mujer. Por momentos pareciera que se ve a la violación como en tiempos antiguos, como una mancha para la mujer, algo que la deja “marcada” de por vida. En la película se alude a una violación real padecida por Louise en el pasado, de la que no puede ni siquiera hablar con su amiga Thelma, y que es lo que la lleva a matar al tipo que intenta violentar a su amiga. Como una venganza postergada. Hutchinson sostiene además que “ningún hombre viene al rescate” de estas damas. El que haya visto Thelma y Louise sabe que esto es totalmente falso, pero parece que no se puede llamar feminista a una película si los hombres no son denostados. Hay dos personajes sensatos en esta película icónica del feminismo y los dos son varones. Blancos y heterosexuales. Ambos intentan detener el raid suicida de las chicas. A uno ya lo mencioné: es el novio de Louise. No es para nada el tipo de hombre del que haya que huir a fin de realizarse. Esta es claramente una inconsistencia del guion, porque el tipo le profesa a Louise un amor respetuoso. En el film hay, además del violador, otros arquetipos de señores groseros, como un camionero que las molesta en la ruta. Un clásico. Todas las mujeres hemos padecido alguna vez ese tipo de personajes. Pero de ningún modo los hombres de la película son todos machistas de manual. El novio de Louise se toma un avión para ir a verla y llevarle dinero cuando ella le pide ayuda sin decirle que mató a un hombre. Él la ayuda sin preguntar demasiado. El novio de Louise (Michael Madsen) corre a ayudarla sin hacer demasiadas preguntas El otro varón sensato es el policía a cargo de la investigación -interpretado por Harvey Keitel- que hace todo lo posible por ayudarlas. Comprensivo, hasta justifica el accionar de las dos mujeres. Thelma se había dejado robar todo el dinero por un mochilero -Brad Pitt- con el que vive una noche de sexo como nunca había tenido. Al quedarse sin plata, asalta el minimercado de una estación de servicio, a mano armada, complicando aún más su situación. La policía arresta al ladronzuelo y en el interrogatorio Keitel le dice: “Son dos chicas que tenían una chance. Vos la arruinaste. Te hago responsable. ¿Crees que Thelma hubiera cometido el asalto si tú no le hubieras robado?” A Louise le dice: “Sé por qué huye, sé lo que le pasó en Texas”. Un señor. La palma de los comentarios feministas sobre el film de Ridley Scott se la llevan dos columnistas de la TV Pública, que en 2019 decían que Thelma y Louise había sido un “éxito de taquilla pero luego se retrocedió y se volvió a lo clásico de (Sylvester) Stallone, hombre, blanco, heterosexual…” Mientras desgranaban estos elevados comentarios, el graf decía: “Thelma y Louise marcó la primera búsqueda por la igualdad de género”. Según ellas, esta “road movie”, sobre una “escapada de fin de semana” que deriva en una búsqueda de “libertad y nuevos horizontes” tiene “pocos precedentes, porque ambas son mujeres”. Harvey Keitel, como el policía que intenta detener el raid suicida de Thelma y Louise Renovando las habituales quejas del feminismo, dijeron que, “en 1989, un año antes (de Thelma y Louise), eran mujeres sólo el 29% de los personajes” de las películas de Hollywood. “Y olvidate de que fuesen protagonistas”, acotó la otra. “O de que digan algo interesante”, confirmó la primera. La solución (como si se tratara de un problema) es que exista “un cupo femenino en las artes audiovisuales”... Finalmente, según las columnistas de la TV Pública, las cosas empezaron a cambiar desde 2016. Me pregunto si para bien. Porque este tipo de pautas edificantes está deformando el cine y las series, en las que hoy vemos, cada vez más, que se busca el protagonismo femenino a como dé lugar -se rehacen películas icónicas sustituyendo el personaje masculino por una mujer, así como el blanco por un negro-, sin temor al anacronismo histórico, al argumento forzado, a la incongruencia. La creatividad y la libre expresión son sacrificadas en el altar del dogma. Si feminismo implica protagonismo, valoración y justicia hacia la mujer, Thelma y Louise no es una película feminista. Pero el feminismo de tercera ola, el actual, no es un movimiento de reivindicación de la mujer, ni de lucha por nuestros derechos que ya están conquistados hace rato. Para el feminismo que sólo ve a las mujeres como víctimas, Thelma y Louise pueden ser las heroínas perfectas. Pero si el feminismo es el reconocimiento a nuestra capacidad y talento, la película queda descalificada. Las dos protagonistas hacen alarde de torpeza permanente. El sentido común está en los varones (blancos y heterosexuales); idem la viveza (personaje de Brad Pitt). El salto al vacío de Thelma y Louise, un final sorprendente y estéticamente impactante, pero difícil de calificar como "feminista" Por otra parte, los panegíricos de la película parecen surgidos del desconocimiento de las películas de los años 60, 70 u 80, entre las cuales proliferan las protagonizadas por mujeres y en roles positivos que desmienten la visión de Thelma y Louise como “fundacional”. Van diez a modo de ejemplo. Noten especialmente las fechas. 1) Norma Rae, película de Martin Ritt, de 1979, protagonizada por Sally Fields, está inspirada en la vida de Crystal Lee Sutton, obrera textil en Carolina del Norte que, movilizada por la explotación laboral, se pone a la cabeza de las protestas y se convierte en líder sindical. Sally Fields, en el rol de una sindicalista, en Norma Rae (1979) 2) En Silkwood (1984), de Mike Nichols, brillan Meryl Streep -en el rol principal- y la cantante Cher, en uno secundario. Es la biopic de Karen Silkwood, empleada en una planta nuclear que murió en extrañas circunstancias cuando se aprestaba a denunciar el incumplimiento de las normas de seguridad. En esta película, filmada hace 40 años, Cher encarna a una mujer abiertamente lesbiana. La diferencia es que la inclusión de este personaje resulta natural, no es un artificio como en la mayoría de los films de hoy, donde se nota demasiado que estas cosas se hacen por “cupo”. Meryl Streep en el papel de Karen Silkwood, la operaria de una planta nuclear que denuncia el incumplimiento de normas de seguridad 3) En Regreso sin gloria, de 1978, aunque la temática son las secuelas de la guerra de Vietnam, el eje de la película es la transformación de una mujer (Jane Fonda), esposa de un militar, durante el alejamiento de su marido. 4) En Steel magnolias (1989), el protagonismo es todo femenino con un elenco deslumbrante: una novata Julia Roberts junto a las veteranas Sally Fields, Shirley MacLaine, Dolly Parton y Olympia Dukakis. 5) Mujeres fuertes eran las de Tomates verdes fritos, película que salió en 1991, el mismo año que Thelma y Louise. Y las amigas Idgie y Ruth resolvían sus problemas con mucha más inteligencia. 6) Ni hablar de Tootsie, de 1982. Aunque el protagonista es un hombre (Dustin Hoffman), pocas películas son tan feministas y exponen como ésta el acoso machista en ambientes de trabajo. Merece mucho más el calificativo de icónica. En Tootsie, Dustin Hoffman encarna a un actor que se viste de mujer para conseguir empleo y así vive en carne propia aspectos de la condición femenina que ignoraba 7) Tan temprano como en 1973, Barbra Streisand protagonizó Nuestros años felices (The way we were) junto a Robert Redford. La película, dirigida por Sidney Pollack, trata del romance entre una activista comunista y un guionista de Hollywood. Un choque de planetas que no puede funcionar. El feminismo debería rescatar el personaje de Streisand, una mujer que no sacrifica sus convicciones, ni siquiera por Robert Redford… Barbra Streisand y Robert Redford en Nuestros años felices. Una relación que se rompe porque ella no renuncia a su militancia política 8) Hasta Dirty dancing, comedia romántica liviana pero muy taquillera, de 1987, reivindica más a la mujer que Thelma y Louise. El rol fuerte, moral y solidario está reservado a la joven “Baby” (Jennifer Grey), que no dice ninguna tontería en toda la película. En Dirty dancing, el personaje femenino encarna la valentía, la generosidad y el ansia de justicia 9) Diez años antes de Thelma y Louise, en 1981, Reds, la biopic del legendario periodista John Reed, autor de “Diez días que conmovieron al mundo” (su testimonio sobre la Revolución bolchevique), en vez de opacar a Louise Bryant, la mujer que lo acompañó en muchas de sus peripecias, agiganta su rol casi en desmedro del de él. 10) En 1986, Sigourney Weaver fue la protagonista de Aliens, de John Cameron, una película de ciencia ficción y de acción, tramas generalmente reservadas a los varones, no necesariamente por discriminación, como afirman las feministas, sino por historia, cultura, etc. Sigourney Weaver en "Alien, el octavo pasajero", film de 1986 Estos films no figuran en la lista de películas feministas. Quizás porque el criterio excluyente es que los hombres estén presentados bajo una luz negativa. Abusadores, violadores, machistas… Contra las cifras que lanzan las promotoras de cupos de género, las películas están llenas de roles femeninos, acordes a la realidad del momento en el que son rodadas o a la época que quieren representar. En cambio el feminismo actual está logrando que se deforme el pasado con visiones anacrónicas, contrarias a la intención de retratar la situación de la mujer en cada etapa, del mismo modo que la inclusión de personajes negros en la Marina (Napoleón) o en la corte británica (Bridgerton) a comienzos del siglo XIX oculta la realidad de la esclavitud. No se debería forzar la presencia de las mujeres si la trama no lo requiere. Por caso, los films de la mafia difícilmente pasen el ridículo Test de Bechdel (3 reglas para medir el sexismo en el cine: 1, la película cuenta con al menos dos personajes femeninos que, 2, interactúan entre sí y 3, conversan sobre algo que no sea un hombre). De todos modos, las feministas no pueden quejarse porque en el Padrino II, Kate (Diane Keaton) se atreve a separarse de Michael Corleone (Al Pacino), el capo de la familia. La película se rodó en 1974, mucho antes de la revolución Thelma y Louise. [Este artículo reproduce contenido de mi newsletter “Contracorriente”. Para recibirlo por mail suscribirse aquí]

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