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» Diario Cordoba
Fecha: 14/09/2024 02:16
Sobre el papel, el premio en juego eran tres puntos más, de cara a lo emocional, la cita era una final anticipada. Con ese bagaje en el pecho saltaba el Córdoba CF a su quinta prueba de la agenda en Segunda División, ante el Deportivo de la Coruña en El Arcángel (2-0), frente al que el objetivo no era otro que conseguir un primer triunfo tan necesario como balsámico frente al clima de incertidumbre, nerviosismo e incluso cierta tensión instaurado en el seno del cordobesismo durante las últimas semanas, incluso más allá de la mejoría mostrada ante los malaguistas. «El equipo me transmitía sensación de estar comiéndose al rival, energía. Hicimos una muy buena primera mitad, pero fuimos al descanso con un resultado que no era lo suficientemente amplio como para ir tranquilo. Hicimos un partido completo, el equipo ha dado un paso adelante», afirmó el propio Iván Ania, técnico blanquiverde, valorando el saldo de una victoria que espera que sirva como un punto de inflexión para sus pupilos. Mordiente en la ofensiva Los puntos de la escaleta parecen haber quedado dibujados desde el mismísimo arranque de temporada. Comienzo autoritario, imagen diluida conforme avanza el minutero, para posteriormente retomar los galones de anfitrión y embotellar al adversario. Bajo esas líneas también se ubicó el pleito entre recién ascendidos con el Dépor, ante el que, una vez más, igualmente se echó en falta cierta mordiente arriba, tras toda una andanada de ocasiones para matar el envite: «En la contra pudimos haber decidido el partido antes. En la primera parte estuvimos muy bien, en la presión, con balón... Cometimos un par de errores en los que concedimos alguna ocasión, en las que Marín estuvo muy acertado», analizó. Para el preparador, no obstante, la machada ante los gallegos supone dar continuidad a las buenas sensaciones cosechadas ante el Málaga hace apenas una semana: «Estoy contentísimo de los dos partidos, en uno no conseguimos la victoria, hoy sí. No le puedo decir a los jugadores nada más que gracias, por la actitud, por la intensidad, por el juego, por lo que están dando en el campo en una situación difícil. Esto nos tiene que hacer crecer», señaló orgulloso, indicando que, de mantener la propuesta, «cada día vamos a estar más cerca de la victoria». Antonio Casas reparte instrucciones a sus futbolistas en el choque. / MANUEL MURILLO «El vestuario está eufórico, pero hay que tener los pies en el suelo. Cada partido es una batalla, las victorias nos van a costar muchísimo, pero si estamos al nivel que hemos estado hoy o ante el Málaga, vamos a estar mucho más cerca, eso lo tengo claro», aseguró más tarde, desvelando el nivel de satisfacción que impera en la casetilla de protagonistas blanquiverde tras lograr imponerse a los herculinos. El Arcángel y las lesiones Como consecuencia, en tres choques caseros hasta la fecha, el coliseo blanquiverde se mantiene con su condición de invicto, después de haber negado premio más allá que un punto en sendos empates ante el Burgos y el Málaga, y ahora haber tumbado al Deportivo de la Coruña para amarrar su primera victoria tras el regreso al profesionalismo. «Tenía la sensación de que ellos no estaban cómodos en ningún momento. No era fácil presionarles. En la segunda, cuando tuvieron más balón, estuvieron más cómodos, pero supimos juntarnos, que pasase el tiempo y esperar ese contraataque para hacer el segundo gol que resultase definitivo», indicó. En ese lapso, sin embargo, también ha habido tiempo para sumar una importante cuota de lesiones, incluyendo ahora al lateral Carlos Albarrán en el parte, con la nariz rota tras un encontronazo. «Cuando salieron a verle, le vieron la nariz rota, él no quería cambiar, quería seguir. Nos quedamos en dos jugadas a balón parado con un jugador menos. Ya llevamos dos narices rotas en cinco jornadas (la otra fue Adilson Mendes). Le tendrán que hacer placas y ver, la tenía bastante desviada», confesó Ania. Carlos Albarrán cambiándose de camiseta por una hemorragia en la nariz producida durante el choque. / MANUEL MURILLO Tampoco se escapó Antonio Casas del paso por los algodones, después de un encuentro de alta intensidad que tuvo que abandonar con ciertas molestias llegada la hora de juego: «Tiene un golpe en el cuádriceps que no le estaba permitiendo estar cómodo. Le estaba costando quedarse el balón, de ahí que decidiéramos meter a Obolskii», apostilló.
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