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  • Ruth Ortiz pide más educación para "erradicar" la violencia contra los hijos

    » Diario Cordoba

    Fecha: 14/09/2024 01:54

    Ruth y José son dos nombres, dos vidas y dos infancias arrebatadas que los cordobeses nunca van a olvidar. Casi 13 años después del asesinato de los hijos de Ruth Ortiz a manos de su padre, José Bretón, ella ha decidido, en una carta abierta dirigida a RTVE, alzar de nuevo su voz contra la violencia vicaria, algo que "no debería ser nombrado porque no debería existir". "Mi historia es la historia de una mujer maltratada desde el principio de una relación. Maltrato del que no fui totalmente consciente hasta después del asesinato de mis hijos". Así comienza una extensa carta que hace un repaso por este tipo de violencia contra las mujeres, "inhumana, cruel y monstruosa", que por desgracia a ella le tocó vivir. "Mis hijos fueron asesinados por su padre en octubre del año 2011, concretamente, y, aunque me broten las lágrimas cuando lo escribo, fueron quemados en una hoguera; sus pequeños e indefensos cuerpos fueron quemados en una hoguera", describe con detalles. Una mujer maltratada Ruth Ortiz admite que fue "una mujer maltratada desde el comienzo de mi relación con el asesino de mis hijos", y no duda en expresar que, en su momento, dio por normales "comportamientos, actitudes, formas de pensar, formas de ver la realidad, formas de tratarme… que no eran normales, formaban parte del comportamiento de un machista, maltratador, y en mi caso, además, una persona con perfil psicopático". José Bretón era, aunque en ese momento no se diera cuenta, "una verdadera bomba de relojería que, ni en mis peores pesadillas pudiera haber imaginado tener a mi lado". Como bien lo definió en su momento, recuerda, "estaba conviviendo con un lobo disfrazado, un lobo con piel de cordero". La madre de Ruth y José afirma que el maltrato que sufrió "fue siempre psicológico" y "nunca físico", un maltrato que, sin embargo, la "anuló" y la sumió en una profunda tristeza, por lo que tuvo que acudir a ayuda psicológica antes de separarse. "Fue después de separarme cuando empecé a atisbar la maldad que el asesino de mis hijos llevaba dentro, pero solamente me dio tiempo a apreciar, por poner una similitud, la punta de un gran iceberg", cuenta. Solo pasó un mes entre su separación y la trágica tarde en que José Bretón mató a sus hijos y ella pasó a ser víctima de "la peor de las violencias de género que puede llegar a sufrir una mujer" y por la que hoy quiere alzar la voz. Pide, con todo ello, establecer un protocolo para dar protección y evitar tantos asesinatos de mujeres, niños y niñas justo al momento de la separación. El de sus hijos fue un asesinato cruel y es, sin duda, lo peor que le ha pasado, en esta "y en siete vidas que llegara a vivir, nada de lo que me quede por vivir, por pasar, lo va a superar en dolor, en sufrimiento". La cultura machista y la educación La violencia vicaria que ella y cientos de mujeres en España han tenido que atravesar radica en una sola cosa: "Durante generaciones y generaciones atrás hemos sido educados en una cultura machista, en mayor o menor grado, pero todos, en una cultura machista". Y, ante ello, afirma que la educación es la única herramienta para hacerle frente. "Los padres y madres deberían educar a sus hijos e hijas en igualdad, somos iguales en derechos y obligaciones. Solamente creo en la educación como método y forma de erradicar el machismo, la violencia de género y dentro de ella, la violencia vicaria". Aún así, no teme en asegurar que "siempre quedarán psicópatas que lleguen a asesinar, pero será un porcentaje pequeño comparado con todos los asesinos que no son psicópatas y sí machistas y maltratadores que se creen superiores y dueños de las mujeres". Para ella, hay dos tipos de violencia vicaria, la que ejerce los que hacen todo el daño posible de golpe, es decir, asesinan a sus hijos, y "los que deciden que tienen toda una vida por delante y muchas ocasiones, cada día, cada semana, cada mes, cada año, para hacerle daño a la madre de sus hijos" porque "igual que un buen padre, un buen hombre nunca asesinaría a un hijo. Un buen padre tampoco arrancaría a un niño, a una niña, de los brazos de su madre", concluye.

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